Con esta crónica, culminamos el reporte de nuestra nueva incursión europea, en la primera etapa de lo que denominamos #EUROPA2025PDA. El pasado viernes 7 desde Zúrich partimos por la mañana en un comodísimo bus de dos pisos en dirección a los Alpes berneses hasta Interlaken, una preciosa población cuyo nombre se debe a los lagos que la circundan, el Thun y el Brienz. Tras un breve recorrido de poco más de media hora a pie, continuamos en bus nuestra ruta hasta Grindelwald, conocida como “Villa Glaciar” por sus espectaculares paisajes de montaña, en la región germanoparlante de la Jungfrau, en el Oberland bernés. Grindelwald está a los pies del Eiger, la proximidad a los glaciares y las variadas excursiones  y experiencias hacen de este lugar un destino turístico de gran categoría que sirve de base a todos aquellos que desean practicar deportes de invierno.

Luego de más de una semana de nuestro retorno, comenzamos a cumplir con las dos crónicas atrasadas, esta es la primera y es el relato del muy interesante tour del título. Zúrich, un enclave tan singular del mundo de la banca y las finanzas, se encuentra en el norte del país, también al norte del lago de Zúrich, donde la costa dorada y la plateada se ubican a cada lado del Río Limmat o Limago. Es una ciudad muy fácil de recorrer y de dimensiones a escala humana. Nuestro hotel a orillas del río, está a poco más de 600 metros de la Zúrich HB, la estación de trenes más grande de Suiza, a la cual llegamos desde Ginebra. Al aeropuerto Flughafen se llega tras apenas 15 minutos en coche desde el hotel. Luego de nuestras caminatas de la jornada anterior y la visita al Museo de la FIFA, el segundo día nos marcaba este recorrido de poco más de cinco horas de duración.

Arribamos en tren a la estación más grande de Suiza, la Zurich HB e increíblemente, cuando estábamos intentando orientarnos para salir, se acercó un señor y en español nos preguntó para donde queríamos ir…  Contestamos “al hotel Limmatblick”. Entonces señalando un ascensor dijo ”suban al nivel de los andenes y vayan siempre en esa dirección (señalándola), cruzan la calle y el río, toman a la derecha y ahí encuentran el hotel”. Le agradecimos y nos dijo: “Ustedes son uruguayos, estuve cuatro años atrás en Punta del Este, y fui a las ternas en Salto, qué lindo! Qué bien le hizo a mi piel! Y no hace el frío que tenemos aquí.

En 2017 hicimos un viaje maravilloso conduciendo 4 mil kilómetros una Citroën C4 Picasso, partiendo desde Barcelona por Perpignan, Costa Azul, Liguria, Toscana, Florencia, Venecia, Lago Di Garda, Verona, Milán, Lago Di Como, Lago Maggiore y desde allí la primera entrada a Suiza por Lugano, Bellinzona y Locarno para luego atravesar el valle de Aosta, cruzar el túnel del Mont Blanc y llegar a la fronteriza Annecy francesa para pernoctar, antes de volver a internarnos en Suiza por Ginebra y atravesarla de sur a norte, por Lausana, Berna, Vevey, Lucerna, Zúrich, las Cataratas del Rhin y bordear el Lago Constanza saliendo por Austria hacia Alemania. De aquella vez nos quedó pendiente realmente estar (no solo pasar) en la montaña más alta de la Unión Europea y una de los mayores del Viejo Continente, y además vivir Chamonix, aún por unas pocas horas. Pudimos hacerlo este martes 4 pasado y resultó como esperábamos, una experiencia fascinante.

Compartimos con agrado la columna que nos llega con la firma de Fernando Montero, Director General para Argentina, Uruguay y Paraguay de Globant, empresa argentina de ingeniería de software y tecnología de la información con sede en Luxemburgo, considerada como uno de los 4 unicornios de su país cuya cotización en la Bolsa de Nueva York llegó a duplicar el valor de la  petrolera YPF. La contundencia sintetizada en el texto, es un ejemplo a seguir en la comunicación del turismo.

Luego de la primera recorrida por esta hermosa ciudad reflejada en la crónica anterior Cuando la segunda vez es la que vale, tomamos el Tour Panorámico y pudimos apreciar el distrito donde están los organismos internacionales, la Plaza de las Naciones Unidas, donde está su sede, el edificio de la Cruz Roja, la Silla Rota de Ginebra que es el Monumento a la paz en el mundo que simboliza la lucha contra las minas antipersonales esparcidas en 83 países asesinando a más de 20 mil personas y pasamos también por la prestigiosa Escuela de hotelería de Ginebra.

Habíamos reservado para el sábado 1 la idea de subir esta vez a la Torre Eiffel y caminar la emblemática avenida de los Campos Elíseos por una sencilla razón, es que desde nuestra llegada iba a ser el primer día soleado, sin lluvia. Y lo fue, y lo pudimos hacer.

Teníamos pendiente como contamos, la visita a Blois y desde allí llegamos a la capital francesa en tren a Austerlitz. Gratísimo el viaje en taxi hasta el hotel en La Opera con un camerunés que se mostró fanático de Diego Forlán y Alvaro Recoba y preguntó con énfasis "¿Et comment s'appelle le gardien?". Muslera, respondimos, "Musleráaa, Galatasaray!!!. Desde el martes hasta este viernes que escribimos, mucho frío y lluvia permanente. Pero de igual manera, París es París.

Cuando uno llega a un lugar en pleno invierno, con mucho frío, lluvia y viento, y además allí los lunes parecen feriados, porque casi todo está cerrado, es muy difícil llegar a la conclusión de que ese lugar es bonito, recomendable, sin embargo nosotros así lo estimamos. Es una pequeña ciudad con menos de 50 mil habitantes con una muy atractiva infraestructura y unos anfitriones muy simpáticos y siempre dispuestos a atender bien.

 Nos levantamos a las 6.30 para estar en Barajas en hora para tomar el vuelo de Iberia a París. Por itinerario debíamos llegar 11.55 al Charles de Gaulle, saliendo 09.45. El vuelo partió pasadas las 10 de la mañana (luego el comandante pidió disculpas por la demora)pero llegó a a las 11.35... Bien para tomar el tren a Blois, nuestro primer destino en este #EUROPA2025PDA debíamos trasladarnos a la estación de Austerlitz. El taxi nos costó lo mismo que los dos pasajes en tren a Blois. Siempre que puedan evitar Austerlitz, háganlo, ¿Primer Mundo?, faltó con aviso. El horario de salida era a las 17.35 por lo que debíamos estar allí más de cuatro horas y en TODA la estación había un solo Espacio de Confort que...bueno, dejémoslo así, que por lo menos con un poco de calefacción y el hacinamiento por el reducido tamaño, era un plus comparado con la heladera que era el resto del lugar. Llegamos a destino a las 19.00 en punto. Obviamente con lluvia como todos los días desde que llegamos el lunes pasado a Madrid, pero con mucho más frío, aquí sí sentimos que estamos en invierno.


.
Página 1 de 96