por Sergio Antonio Herrera, con un pie en el avión
Volveremos a Roma para caminarla quizás como nunca antes y esta vez, reparando un error de viajes anteriores nos quedaremos en Milán el tiempo suficiente para -además del Duomo y la Vittorio Emanuelle, dedicarle tiempo a La Scala; a La última cena; al barrio Navigli y sus canales y hasta para hacernos una escapada a Saint Moritz en Suiza, disfrutando la ruta del Bernina.
Posteriormente, combinando bus y auto recorreremos muy buena parte de la ex Yugoslavia. Liubliana en Eslovenia; Zagreb, Split y Dubrovnik en Croacia; Belgrado en Serbia; Sarajevo y Mostar en Bosnia & Herzegovina; Kotor y Podgorica en Montenegro.
Atravesaremos el Adriático para llegar a la Puglia con estadías en Bari y Lecce para recorrer esa famosa región y luego pasar por Matera en la Basilicata, Calabria con parada en Reggio antes de cruzar el estrecho de Messina para llegar a Sicilia.
Si Dios quiere y la actividad del Etna y el Strómboli lo permiten, la idea es recorrer por casi toda la costa esta maravillosa isla italiana.
Taormina; Siracusa; Ragusa; Agrigento y Palermo serán las escalas de alojamiento para vivir esta tan anhelada experiencia.
Desde Palermo, navegando el Tirreno volveremos a Nápoles para esta vez conocerla como es debido y permitirnos desde allí, una nueva vuelta a lugares emblemáticos de esta región como Capri (esta vez llegar a Anacapri), y la Costa Amalfitana con Ravello, Amalfi y Positano y conocer Sorrento.
Como siempre, "el remate" de cada viaje será en Madrid, para alimentar el vicio con "la vuelta del perro" incluida.
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