por Sergio Antonio Herrera, desde Roma
Enzo de Positano, el dueño de casa y nuestro agente receptivo en definitiva, nos organizó la visita a Pompeya y Nápoles.
Luego de poco más de una hora de desandar el camino de montaña y túneles de la llegada, tomamos un desvío a la derecha que decía "Pompei" y de inmediato nos pusimos a buscar "Pompei Scavi", lo que no resultó muy fácil (mala señalización) pero finalmente llegamos al Parking Zeus donde nos aguardaba otro Vincenzo, por tanto, Enzo II, un guía de aquéllos, una especie de libro abierto quien nos hizo conocer las ruinas de Pompeya como si estuviésemos asistiendo a un curso, pero además poseedor de una cultura general envidiable y algo nada menor, amante de América Latina la cual ha visitado en diversas ocasiones y prepara una nueva experiencia, esta vez Brasil, desde Minas Gerais, pasando por Río de Janeiro hasta Iguazú, sin descartar luego de conocernos, una extensión a Montevideo, Colonia y Punta del Este.
El Foro, el primer impacto
Unas dos horas y media duró la visita, la cual directamente nos impactó y prometemos contarla en detalle al final del viaje, cuando podamos organizar todo el material.
Seguramente la casa de un poderoso mercader
Proseguimos con Enzo II ya al volante a Nápoles, para dar una rápida recorrida lo cual hizo que nos prometiésemos volver para visitarla como es debido, dado sus notorios atractivos a simple vista.
Luego vino la experiencia de la autostrada, sencillamente fascinante, a un promedio de 140 kilómetros en la hora, para llegar a la capital italiana luego de dos horas de manejo (no contamos un stop de 30 minutos a mitad de camino en un parador para un bocadito e ir al baño). Suelo perderme en todas las ciudades a las que ingreso manejando, lo tengo asumido. Esta vez, increíblemente gracias a la exactitud de las indicaciones del pistero de la gasolinera donde llenamos el tanque para devolver el auto, fuimos bien directo siguiendo la señalización hacia San Giovanni, hasta Términi, el lugar donde está el hotel en el que nos alojamos, el cual salvo el wifi que es sencillamente de terror, está muy bien y para su precio, excelente. Amplias habitaciones con todos los servicios incluido frigobar, aire y bidet (muy importante ¿verdad?), además, en Términi todo empieza y casi todo termina. El servicio Shuttle al aeropuerto, lo tenemos atravesando la estación (frente al hotel), sale cada media hora hacia Fiumicino y cuesta 3.90 euros por persona.
No todos los días almorzamos con el Coliseo de fondo....
Ayer hicimos el primero de los dos días del Bus Turístico Hop-on Hop-off, el cual tuvimos que esperar una hora y media para iniciar. "Es domingo está todo lleno" nos dijeron.
Sin palabras, la emoción de estar ahí superó todo
Lo preveíamos, pero el nudo en la garganta al entrar al Coliseo fue la respuesta a la emocionante realidad de pisar ese lugar que parece increíble fuese creado hace casi 25 siglos. Impactante.
Luego fuimos visitamdo lo que nos dio el tiempo, las fuerzas y la curiosidad: Plaza Venezia; Vía Nazionale; Plaza República; Vía Veneto; la Fontana de Trevi (en reparación, sin agua, pero igual tiramos la moneda) y entre otros lugares visitados, nos fuimos a cenar al Trastévere, a lo de Gino, un reconfortante y deseado filet vacuno luego de tanto spaguetti, pizza y calzone.
Hos iremos al Vaticano, del mismo modo que somos los únicos que no entrevistamos a Mujica, tampoco le pedimos audiencia a Francisco ni le trajimos un mate de regalo...
Mañana partimos hacia Madrid, la última etapa del viaje, les seguiremos contando.
Nos vemos.
Portal de América