La razón es que un número muy abultado de aerolíneas, viendo que es imposible que Boeing o Airbus atiendan sus pedidos de aviones nuevos, han decidido reparar en profundidad la flota disponible, para concederles algunos años de vida adicional, a la espera de que se desbloquee la producción.
Las compañías aéreas no se pueden dar el lujo de perder la oportunidad de atender una demanda porque corren el riesgo de que un rival cubra el hueco. Por eso están llevando a cabo trabajos de mantenimiento y modernización intensivamente.
El mantenimiento permite evitar averías y “asegura a las aerolíneas que cada avión está operativo y generando dinero mientras esperan que lleguen otros”, dice el gestor de Dubái Aerospace. La crisis de la fabricación de aviones nuevos también tiene consecuencias al desbordar a los pocos grandes talleres de aviación, que son menos frecuentes de lo necesario en estos momentos.
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