El Confidencial recoge el modus operandi de un conjunto de personas que ha iniciado una campaña contra Airbnb. No se trata de una simple protesta, sino que fueron más allá. Llegaron a situar carteles en edificios del centro de Atenas en los que se alertaba de la presencia de una plaga de chinches.
Se llamaba a “evacuar las casas de huéspedes para proteger la salud pública de los inquilinos permanentes griegos”, bajo la amenaza de ser multados con hasta 500 euros si no se cumplía dicha orden. Pero, nada más lejos de la realidad, el Ministerio de Sanidad griego descubrió que se trataba de una campaña falsa, con carteles que sólo pretendían liberar el país de turistas.
Este tipo de actuaciones responden a la grave crisis de vivienda que vive el destino por el alza del alquiler vacacional. Los últimos datos del Banco de Grecia revelan que el precio de la vivienda se ha incrementado en torno a un 70% desde el año 2019, mientras que el alquiler residencial se ha disparado entre un 35% y un 50%.
Y los principales culpables no son los nacionales, sino los extranjeros. Según un análisis de Global Property Guide recogido por el citado medio, estos últimos se han hecho con el “85% del valor las compras recientes de bienes raíces en Grecia”. Una práctica que viene creciendo de manera imparable desde el año 2021.
Y estas cifras han derivado en que el número de pisos turísticos, impulsados principalmente por el modelo Airbnb, ha pasado de 57.000 en el año 2016, a casi 130.000 en 2022, lo que supone un incremento de un 57% en apenas seis años.
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