A pesar de la niebla del lunes, Iberia salió en horario y llegamos a las seis de la mañana a Barajas. Tren de un extremo al otro de la terminal 4 para recoger equipaje y bus luego para llegar a la terminal 2 para abordar KLM con tiempo más que suficiente para la conexión.

A esta altura del año solemos darnos una vueltita por este, uno de nuestros lugares en el mundo (además de los de nuestro suelo, Madrid; Miami y Río de Janeiro), para ver teatro del bueno, disfrutar de algún show de tango, de su gastronomía insuperable y "si da" hacer algunas compras.

Mientras esperábamos nuestro vuelo en el bonito aeropuerto de Punta Cana para salir hacia Panamá, teníamos vista directa a la pista y comenzamos a ver, uno tras otro, aviones de todos los colores y orígenes.

Cristóbal Colón la fundó a finales del siglo XV y allí se construyeron los “primeros” varios edificios del Nuevo Mundo. La Catedral Primada; el Hospital de Nicolás de Bari son ejemplos de ello pero la historia, la cultura y la leyenda se encuentran a cada paso.

Las ciudades caribeñas tienen en la noche, un particular denominador común y es su historia, ligada a los conquistadores. El actual Museo de Santo Domingo que fue cárcel; la Catedral Primada de América; la estatua de Colón; las calles del Conde y de las Damas, son parte del encanto que conforma una recorrida nocturna por este casco histórico de la capital dominicana.

A escasos 15 minutos del centro de la capital dominicana, en el camino qué hay que hacer hacia o desde el Aeropuerto de las Américas, se encuentra esta caverna descubierta en 1916 que debe su nombre a tres lagos subterráneos (razón por la que se les denomina ojos). Sus nombres son: Azufre; La Nevera y de las Damas. Pero existe un cuarto lago, formado aparentemente por un movimiento telúrico que derribó parte del techo y lo que en origen era un solo lago se convirtió en cuatro. Este último al ser exterior no es considerado “ojo”. Es el más grande y más profundo, tiene 223 metros de diámetro y más de seis de profundidad y debe su nombre a patos anfibios del lugar: Los Zaramagullones..

Teníamos previsto con mucha anticipación la partida para el miércoles 22 de diciembre desde Carrasco al JFK pero, en los días previos a esa fecha estuvimos a punto de cancelar el viaje viendo la disparada mundial de contagios por Ómicron y cómo se iban diezmando los recursos humanos para los vuelos de las aerolíneas. Finalmente decidimos viajar y hasta ahora, no nos hemos arrepentido pero, no podemos ocultar que estamos con todos los sentidos en estado de alerta, “por si las moscas”. Pero bueno, la idea en este artículo es compartir la mirada de lo que vimos, vivimos, sentimos, padecimos y disfrutamos, en esta nueva experiencia en la Gran Manzana.

Hoy realizamos el clásico tour de "Las luces de navidad". Partimos a las 17:30 horas, ya de noche en Nueva York, recorriendo la parte este de Manhatan, observando sus principales edificaciones y decoraciones. Pasando por Queens llegamos a Brooklyn, donde se encuentra el barrio ítalo americano de Dyker Heights, famoso por la decoración navideña de sus casas, cada vez más sorprendente y extravagante, transformándolas en verdaderas obras de arte. Se dice que hay vecinos que gastan hasta U$S 20.000 para ambientar sus casas. Todo comenzó en 1986, cuando Lucy Spata decidió poner luces de navidad en su casa. Luego la fueron imitando los vecinos hasta transformarla en una tradición.

Este miércoles en la madrugada, Sergio Antonio Herrera embarcó hacia Nueva York, donde llegó a las cero horas de este jueves (hora uruguaya) previa escala en Panamá.

La idea había sido incluir la visita a este “sitio obligado” en la capital colombiana cuando hicimos el clásico City Tour, pero el lunes 1/11, Día de todos los santos, cuando lo realizamos, era feriado y no abrió. Sin embargo el martes 2/11 Día de difuntos si pudimos acceder, reserva web previa. Con la compañía y guía de un joven antropólogo, recorrimos los sectores más relevantes del emblemático lugar.


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