Estamos culminando nuestro viaje por la “ex Yugoslavia” que es la única forma de englobar los países visitados ya que Eslovenia no pertenece a la Península balcánica como sí ocurre con Croacia, Serbia, Bosnia y Herzegovina y Montenegro. Comenzamos viajando en bus desde Milán hasta el primer destino de esta región que fue Liubliana, en Eslovenia, país de Europa Central que es uno de los 27 Estados miembros de la Unión Europea.
Hemos dicho varias veces que en la última década usamos los servicios de Civitatis regularmente en nuestros viajes. Casi invariablemente el resultado ha sido óptimo y sin dudarlo lo reflejamos en nuestros artículos y se lo comentábamos a los amigos que emprendían viajes. Pero en este viaje por la ex Yugoslavia uno tras otro han aparecido los inconvenientes por omisiones o fallas de los operadores locales. El clásico eslógan que brindan excursiones en español cada vez es menos real y quizás ese cambio, para operadores que no solo trabajan en otros idiomas sino que tienen modos o costumbres diferentes complica aún más las cosas. Por lo tanto, fieles a nuestro estilo, cuando hay errores también hay que decirlo.
Llegamos a la segunda ciudad croata luego de un recorrido en auto un tanto dificultoso. Hay segmentos de autopista (los menos), carreteras convencionales y se atraviesan grandes elevaciones durante la mayor parte de la ruta. No hay mayores riesgos en el camino de montaña. Lo complicado es el tiempo que se pierde en las varias detenciones entre una y otra frontera (veníamos de Sarajevo, en Bosnia y Herzegovina. La desagradable sorpresa fue al llegar y comprobar que lo que habíamos reservado por Booking no era un hotel, sino "algo" que se llama Metropole Luxury Rooms que terminó siendo un edificio de no muy lindo aspecto anterior en el que tuvimos que subir CUATRO PISOS POR ESCALERA ya que no tiene ascensor, para llegar a una habitación casi sin ventilación, donde el frigobar no enfriaba. La ubicación no era mala, está a unos seiscientos metros del "ruido" costero.
Sarajevo es la "Jerusalén de Europa" y un destino turístico imperdible
Sarajevo, que se puede pronunciar Sárayevo o Sáraievo es la capital federal y ciudad más poblada de Bosnia y Herzegovina con 275 000 habitantes en la ciudad, y con un área metropolitana de más de 400 mil en el cantón de Sarajevo. Está en un valle en la región de Bosnia, rodeada de los Alpes Dináricos y en torno al río Miljacka. El centro de la ciudad se encuentra entre 500 y 700 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en una de las ciudades más altas de Europa. Los picos montañosos que rodean Sarajevo alcanzan y sobrepasan los 2000 y desde las alturas precisamente, provino el intenso fuego que dio lugar al sitio de Sarajevo durante la guerra de Bosnia. La ciudad cuenta con notoria diversidad religiosa, compuesta por musulmanes, ortodoxos, católicos y judíos, que llevan conviviendo desde hace siglos. Por esta causa Sarajevo es conocida como la Jerusalén de Europa.
Salimos conduciendo de Zagreb a mediodía del lunes 29 y en un viaje por una buena ruta y sin contratiempos, llegamos a la capital serbia poco después de las 17 horas. El coche al parking; las maletas a la habitación y a caminar!!. En esa primera recorrida ya tuvimos el primer encuentro "de pasada " con el mítico hotel Moscú, la joya arquitectónica que cambió para siempre la impresión que se tenía de Belgrado y pronto se convirtió en el punto de encuentro de la élite de Belgrado, de los Balcanes y del mundo. Inaugurado en 1908 por el propio rey Petar I Karadjordjevic, sobrevivió a dos guerras mundiales, ocho sistemas estatales y se convirtió en el símbolo más destacado de Belgrado y el mayor encanto de la escena hotelera. Se dice que si las paredes del palacio Moskva pudieran hablar, contarían grandes historias sobre amor eterno, estrategias diplomáticas y negociaciones, artistas inspiradores, escritores ganadores del Premio Nobel, eventos reales, conversaciones que se prolongaban toda la noche... Tal vez revelarían muchos secretos, escuchados durante los últimos 114 años, En más de un siglo, este histórico hotel y su famosa cafetería han acogido a más de 40 millones de huéspedes y más de 4,5 millones de personas han pasado la noche allí.
Para la jornada dominical del 28 de julio incluimos en el itinerario dos tours de Civitatis en la capital croata. Por la mañana la Visita guiada de la ciudad y para la tarde el Tour de la Guerra de Croacia. Fueron dos experiencias bien diferenciadas pero con un punto en común, el altísimo nivel de las dos guías que nos tocaron en suerte. Un español perfecto manejaron ambas sumado a la simpatía y al amplio conocimiento de todas las temáticas abordadas. En el primer caso la muy simple (no tan común) manera de convertirse en perfecta anfitriona de Iva (con humor nos dijo que le dicen "señorita impuesto") y lograr el cometido con un estilo ágil y divertido a la vez que muy rico desde la información. En el caso de Catalina, por la tarde, nos dio una magnífica lección de historia, además de su simpatía nos regaló un relato que tuvo mucho que ver con la historia de su propia familia, en relación a los hechos generados en la Guerra Patria de los noventa.
Si bien pensábamos que la visita a Eslovenia iba a ser muy especial, nunca llegamos a imaginar que fuese como es en realidad. A todo lo sorprendente que descubrimos el jueves 25 cuando llegamos, se le suma la maravillosa jornada de este viernes 26 realizando un tour de día entero a tres de las máximas atracciones del país. Comenzamos con la llegada al Castillo de Predjama, donde el mundo kárstico ofrece una experiencia inolvidable en el mágico mundo de los caballeros medievales. Desde hace 800 años se encuentra en una pared rocosa de 123 metros este inconquistable milagro medieval. Detrás del castillo de cueva más grande del mundo existen galerías entrelazadas de donde salía a robar el caballero Erasmo de Predjama. En la Cueva debajo del Castillo encontraron su morada los murciélagos.
Desde Italia a la ex Yugoslavia. Recién llegados no queremos irnos de Liubliana
Luego de la maravillosa experiencia del retorno a Milán, con más tiempo y mejor información que en ocasiones anteriores, emprendimos en la mañana del jueves 25 desde la terminal de Lampugnana un singular viaje en bus. La singularidad pasa porque en más de 9 horas de viaje no bajamos de la unidad "ni para ir al baño" (hay a bordo y bien presentado) y mucho menos para comer o beber algo. El transporte terrestre en Europa, ya sea ferroviario o carretero no se detiene mucho a pensar en los turistas como en nuestro caso, que se mueven por su cuenta. Hay que estar con "las antenas paradas" a tiempo completo, un error y adiós todo lo previsto. De pura casualidad no perdimos el bus ya que buscábamos todo el tiempo alguno con el logo enorme sobre verde que tiene la compañía que habíamos comprado los pasajes pero...era uno alternativo, de otra empresa, con un cartelito pegado abajo a la derecha del parabrisas que decía el destino: Budapest. Afortunadamente, desde la cara de asco que nos atendió del otro del vidrio en la oficina de tickets, atinamos a deducir que nos decía que el destino final del bus era precisamente la capital húngara y que pasaba por nuestro destino: Liubliana. En el plano a la hora de la reserva elegimos los asientos delanteros de un doble piso...Nos tocaron los dos de adelante de un bus convencional.
Salimos bien temprano desde la Plaza de la República milanesa hacia el norte buscando la frontera con Suiza. Removedor pasaje por el Lago de Como, lugar donde estuvimos algunos días en 2017 y entre curvas inquietantes y paisajes deslumbrantes, el bus nos llevó hasta uno de los destinos más glamorosos del continente europeo, la exclusiva Saint Moritz. Evidentemente, para quienes acostumbran vacacionar en la nieve y tienen el nivel socioeconómico idóneo para ser visitantes frecuentes, es de poca importancia saber que nosotros opinamos que el tour de hoy vale la pena sobretodo por lo anterior y posterior a este enclave pero, lo vemos así. Los colores, los contrastes, la infraestructura hablan por sí solos pero nos seguimos quedando desde nuestro lugar de advenedizos, con la emoción de la ida en bus y la espectacularidad del retorno hasta Italia, más precisamente a Tirano, en el tren Bernina. Es un capítulo aparte tanto el transporte en sí mismo como el paisaje alpino alucinante que se disfruta (siendo totalmente antiguos) en cinemascope. Un día maravilloso, muy buen servicio el de Civitatis.
Milán es mucho más que la cara bonita de la moda
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