por Sergio Antonio Herrera, desde Montevideo
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Estupidez
La de padres y/o madres de no solamente autorizar a sus hijos menores de edad a viajar a Brasil a acompañar a sus clubes para ver partidos de Copa, sino que mayor estupidez e inconsciencia nos parece ir con ellos en familia. Hace mucho tiempo que eso es realmente inconcebible.
Temeridad
La de los hinchas integrantes de las barras de los equipos uruguayos, especialmente las de Peñarol y Nacional. En este caso no nos sorprende, es más de lo mismo, la transgresión, la violencia; la ostentación y el mínimo amor a su propia vida, los lleva no solamente a exponerse por ejemplo a caer en manos de las más que violentas fuerzas policiales brasileñas como ocurrió recientemente en la semifinal con Botafogo, sino también a practicar habitualmente conductas reñidas con el decoro y las buenas costumbres, vayan adonde vayan, en Uruguay o fuera de fronteras. Se trata de otra raza, sin distinción de colores, llámense “de la Ámsterdam” o “Abdon Porte”, han dejado de ser el folclore del fútbol, son sencillamente la escoria de este deporte. Se emborrachan antes, durante y después de los partidos además de drogarse como la cosa más natural del mundo, van armados y no dudan en apretar el gatillo. Organizan asesinatos de rivales, participan en bandas para asaltar bancos y demás linduras.
Represión desmedida
Lo de la policía brasileña debería pasar a ser un tema en el que intervengan de una buena vez los gobiernos de la región y presenten reclamos vía diplomática, además de denunciar antes los organismos internacionales las prácticas aberrantes continuas de la policía brasileña, especialmente la carioca. Acostumbrados a actuar contra los delincuentes locales (especialmente en las favelas)con una impunidad rayana en la locura, el fanatismo, el desprecio y el indiscutible sadismo de prácticas añejas, que incluían hasta el homicidio colectivo mediante incineraciones posteriores a las razzias, muestran una realidad poco creíble a estas alturas de la civilización. Las imágenes que se vieron en TV recientemente, hablan por sí solas.
Corrupción e impunidad
La de la Conmebol amparada por sus indignos pares mafiosos de la FIFA, posibilitó que por ineptitud se dieran los escándalos de la última Copa América en EEUU y ahora, luego del vergonzoso trato a la delegación de Peñarol en su traslado desde el hotel al Estadio Nilton Santos, ni se les pasó por la cabeza suspender el encuentro como correspondía.
Para esta gente vale todo, lo único que les importa es su economía y para lograrlo, reparten generosamente con sus clubes miembros, pergeñando con la complicidad de la dirigencia de los mismos este círculo vicioso disfrazado de fiesta popular que se llama Copa Libertadores. El titular de la Conmebol, en un país que afortunadamente evolucionó y hoy es otra cosa muy diferente, se crió en una familia donde entre otras cosas, se regenteaban los garitos ilegales del juego clandestino, en una nación que por esas épocas, parecía el Far West.
Soy butaquista del Campeón del Siglo junto a mi hijo y uno de mis nietos. Tengo mi entrada para el próximo miércoles desde el mismo día en que se habilitó la venta. Con la mentalidad de toda mi vida, predicando la dignidad deportiva con el ejemplo a los míos, a pesar de la aplastante derrota de la ida de esta semifinal tenía pensado ir al CDS el próximo miércoles pero… ¿qué escenario habrá?, ¿qué pasará con los 4 mil brasileños que vengan?, ¿cómo actuará nuestra policía?, ¿no pasaré a ser tan estúpido e inconsciente como los que fueron a Río de Janeiro?.
Portal de América
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