Yo no fui a la guerra
Viernes, 29 Diciembre 2023

Tres días prácticamente en la habitación del hotel de Tel Aviv Tres días prácticamente en la habitación del hotel de Tel Aviv

Israel fue una experiencia inesperada y diferente. Aterrizamos en el Ben Gurión el mismo día del ataque de Hamás a Israel. Estuvimos años planeando visitar Tierra Santa, pero fuimos postergándolo porque…”¿y si justo pasa cuándo estamos ahí?”…y pasó. Nuestro itinerario con incluía Israel, Jordania y Egipto, empezando en Tel Aviv el lunes 9. Decidimos agregar dos noches previas, lo que resultó clave para meternos en el lío. Vivimos momentos de incertidumbre y desafíos, y acabamos cuestionando la seguridad y solidaridad de los anfitriones en medio de la crisis.

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por Sergio Antonio Herrera

La situación nos llevó a vivir tres días de angustia. Quedamos “presos” en un  hotel que -salvo el desayuno-, prácticamente no tenía servicios de ningún tipo.

Desde Estambul, nuestro vuelo al Ben Gurión se había retrasado por los hechos en Israel, poco antes del despegue nos habíamos enterado que había guerra pero no teníamos ni idea del tenor casi apocalíptico del ataque terrorista. Llegamos a las 17.45 en lugar de las 13:30. En migraciones, el proceso fue opuesto a lo esperado. Rápido cotejo de pasaportes, entrega de tarjeta con código, sin sellar el pasaporte. Recogimos el equipaje sin revisión y salimos a la ciudad de Tel Aviv en un taxi cuyo conductor ante nuestra consulta nos dijo que estaba todo "tranquilo", así, en español.Llegamos al hotel a las 19:30, ya de noche, y cuando iniciábamos el check-in, escuchamos sirenas y corrimos al refugio. Este proceso se repitió al poco rato. y a la hora y media posterior, precisamente cuando habíamos ido a buscar unos bocadillos traídos esde Turquía que resultaron el único alimento.  

Esas primeras horas fueron complicadas. No siempre uno escucha el estruendo que provoca la intercepción de los misiles por el Iron Dome, esta vez no era relato, era la verdad en el cielo al alcance de la vista, y tampoco la reiterada calificación de "sin precedentes" que reiteran las noticias, los mensajes que recibimos y lo que nos decían los allegados por teléfono. Mi esposa, con el rostro desencajado, en una de las corridas al refugio me suplicó: "¡Por favor, sácame de aquí, me quiero ir ya!". Sorprendentemente calmado, le expliqué que debíamos esperar sin desesperar.
Mantuvimos contacto con Aeromundo en Montevideo y Europamundo en Madrid. Nos informaron la cancelación del segmento en Israel del tour de 20 días. El gobierno de Israel ordenó que los turistas no salieran a la calle. Se evaluaron opciones para sacarnos del país, posiblemente a Jordania, España u otro destino. Nos tranquilizó la comunicación profesional de nuestro agente de viajes. Es en estas circunstancias cuando se debe evaluar la importancia de comprar los tickets en una agencia física y no en modo virtual.

Mi esposa y yo fuimos los "dos turistas que están varados en Tel Aviv" como consignó la prensa uruguaya por esas horas.

Con un mensaje breve, le pedimos a nuestro agente, Martín Olivera, que nos sacara a cualquier lugar, sin saber que minutos antes Carlos Pera, el director de la empresa, le había dicho: "Sacalos a cualquier lugar, pero sacalos".

El domingo 8 recibimos la noticia alentadora de que volaríamos a Amán el lunes a las 00:40 con Royal Jordanian. Sin embargo, el lunes temprano, nos informaron que el vuelo se canceló y se reprogramó para el miércoles a las 08:30.

Nos ofrecieron volar a un aeropuerto secundario de Estambul el martes a las 06:20, lo cual obviamente aceptamos. Al llegar debimos trasladarnos al aeropuerto internacional distante 100 euros y esperar para volar a Amán esa noche. Fue una buena decisión, el vuelo de Royal Jordanian del miércoles 11 fue cancelado la tarde del martes 10…

Previamente, al solicitar en la plataforma que usamos habitualmente el transfer al aeropuerto para el martes a las 03:00, nos dijeron que los conductores estaban siendo reclutados por el ejército por lo que ese servicio no lo podían dar. Después de solicitar y confirmar al menos tres veces en la recepción del hotel, el taxi prometido no llegó, de casualidad, logramos compartir uno con un norteamericano y el chofer aprovechó la ocasión y cobró doble….

El tema de la seguridad fue tenso, los hermosos ojos inquisidores de la rubia que nos tocó en el control, nos taladraban a la vez que nos hacía preguntas a ambos a la vez y en forma separada. Esa mirada no la olvidaremos mientras vivamos, pero no por los hermosos ojos que sí lo eran, sino porque nos traspasaron como rayos congelados... Esto,  seguido de una espera de más de dos horas ya que había que chequear y rechequear el espacio aéreo.

Finalmente, despegamos a las 10:00.

Estado de contingencia

Como habitantes del tercer mundo, nos vendieron la idea recurrente de que Israel es un ícono de seguridad y una nación ejemplar.

Al salir, experimentamos una sensación diferente, en parte decepcionados. A pesar de la guerra, el hotel, con una tarifa de 190 euros diarios estuvo abierto, siempre hubo personal variado en recepción pero la atención fue mínima. Nadie nos hablaba a menos que preguntásemos algo, casi no nos limpiaron la habitación y el room service no existió.

Salimos convencidos de no volver.

Pero…también recordamos el dicho "nunca digas nunca".

No fui a la guerra, pero estuve ahí.

Artículo publicado en el N° 2 de PDA Magazine

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