Gestión nacional del turismo V. Política nacional de turismo (Continuación)
Domingo, 18 Abril 2010 13:19

Todo hace indicar el fracaso histórico del modelo de rentabilidad económica que ha primado en las últimas décadas en el desarrollo del turismo en muchos países.
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por Miguel Ángel Acerenza, desde México


REFLEXIONES ACERCA DE LA POLÍTICA TURÍSTICA

    Todo hace indicar el fracaso histórico del modelo de rentabilidad económica que ha primado en las últimas décadas en el desarrollo del turismo en muchos países.  Su incapacidad para equilibrar de modo eficaz los impactos ambientales y sociales producidos por el desarrollo turístico, ha sido muy notoria.  Más aún, esta política desarrollista ha contribuido a la afectación de los ecosistemas, dando como resultado un turismo desordenado, no sólo de alto impacto ambiental sino también  poco cualificado, a pesar del lujo que ostentan las facilidades hoteleras en los denominados centros turísticos integralmente planificados.
    La disyuntiva actual por tanto, es: ¿crecer por crecer?, o ¿combinar la preservación del medio ambiente y la regeneración de los centros y zonas turísticas existentes?   A nuestro entender, es necesario combinar las medidas preventivas dirigidas hacia las zonas del territorio que aún no han sufrido los impactos negativos del turismo con la regeneración y mejora de la calidad ambiental de las zonas que, de algún modo, ya han sido afectadas.
    La política turística por tanto, debería permitir articular la preservación del medio ambiente aún virgen, la regeneración de lo ya existente y la cualificación de los nuevos desarrollo, mediante directrices planteadas sin el enfoque “desarrollista” que caracterizó al modelo de desarrollo turístico de rentabilidad económica.  Una política en ese sentido tendría que tomar en consideración algunos aspectos acerca de los cuales aún no se ha llegado a una clara definición, a saber:

1.    La relación que debe existir entre la preservación y el turismo.  

      Asociado a la política turística, nos encontramos con el problema del uso turístico de los espacios naturales y zonas protegidas.  No hay duda de que la existencia de atractivos naturales (flora, fauna, y el paisaje) constituye un elemento clave para el desarrollo del turismo, en especial con las nuevas tendencias que éste ha mostrado en los últimos años.
    Rechazar la actividad turística porque puede modificar el medio ambiente físico ya no es aceptable.  Es cierto que el desarrollismo a ultranza fue el que llevó a posturas conservacionistas “cerradas” que están llevando al riesgo de que la conservación se convierta, como mencionan algunos especialistas en la materia, “en una especie de museografía ecológica, escasamente operativa y de difícil justificación social”.
    Se deben encarar enfoques de conservación-desarrollo que superen el enfrentamiento actual entre el desarrollo y la conservación de los espacios naturales y zonas protegidas.  En otras palabras, que superen los planteamientos conservacionistas y busquen estrategias viables de desarrollo que permitan proteger la biodiversidad y el mantenimiento de los procesos ecológicos, permitiendo al mismo tiempo que la población alcance el desarrollo y la calidad de vida a la que tiene derecho.

2.    El libre acceso y el uso público de los recursos turísticos.  

       Este es otro aspecto importante que se debe considerar en toda política turística.   Se debiera asegurar que todos los recursos naturales y culturales, como playas, parques nacionales y zonas protegidas, zonas arqueológicas y monumentos históricos, se mantengan como de dominio público, y que su acceso y uso turístico no sea restringido a la población.  Aunque, como es lógico, en ciertos casos sea necesario establecer normas para el uso controlado de los mismos por rezones de protección y conservación de ese patrimonio.
    En el caso particular del turismo costero se deberían promover leyes o disposiciones de carácter nacional que normen el uso del litoral marítimo.  A los efectos de evitar que al amparo de leyes de costas obsoletas se permita la venta de terrenos con playas privadas y se autorice la construcción de viviendas particulares de uso vacacional y de hoteles,  a partir de los 30 o 50 metros de la marea más alta.  Afectando con ello a los ecosistemas por la destrucción de dunas y la vegetación costera, así como los manglares, humedades, e incluso, los arrecifes cercanos a la costa, como es posible observar ya en muchos países.



3.    El desarrollo equitativo de las facilidades turísticas.

      Finalmente, la política turística debería estimular el desarrollo de facilidades, especialmente hoteleras, de múltiple uso para  satisfacer en forma armónica y sin distinción, las necesidades de alojamiento de  los turistas nacionales e internacionales de diferentes niveles de ingreso (alto, medio y bajo), de tal manera  que todos puedan tener acceso y disfrutar del turismo, según sus propias posibilidades económicas.

Hecho entonces, los planteamientos que considerábamos oportunos en relación a la  política turística, debemos decir que la misma tiene que implementarse mediante la elaboración de un “plan estratégico de desarrollo”, que en la fase operativa debe traducirse en una serie de planes y programas de acción destinados al logro de los objetivos hacia los cuales apunta el desarrollo del sector.  Por lo que, en el próximo artículo nos ocuparemos precisamente de los comentarios relacionados con la elaboración del referido  plan.   
 
Portal de América

Comentarios  

Estoy totalmente de acuerdo con usted Profesor Acerenza, creo hay una gran diferencia entre la teoría y la práctica, ya que en muchos lados al menos aquí en México prohiben el paso a áreas naturales, siendo esto totalmente contrario a lo estipulado en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. Se debe incrementar el apoyo al cumplimiento de las leyes.

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