Mohamed es egiptólogo y además del árabe, domina el inglés y el español. Es guía de turismo egresado de la universidad tras cuatro años de carrera y dueño de una dinámica mental y corporal pocas veces vista.
Nos hubiese resultado imposible -si así lo hubiésemos querido-, retener en la memoria apenas la tercera o la cuarta parte de toda la información que nos dio durante los diez días que estuvimos en su país.
Trabaja desde el 2001 atendiendo grupos que llegan a El Cairo y recorren la famosa ruta “de los templos” que va desde Luxor a Asuán.
“Egipto es la cuna de las civilizaciones, aquí aprendieron los griegos y los romanos. Los conquistadores que llegaban a nuestro territorio terminaban haciéndose egipcios” nos dice con indisimulado orgullo.
Es la primera respuesta que nos da ante nuestro requerimiento para que nos defina en qué tipo de país estamos.
“Estamos al extremo noreste de nuestro continente africano, diría entre África y Asia. Casi el 23% de nuestro territorio está en Asia, es el Sinaí; tenemos el canal de Suez, totalmente en territorio egipcio que separa ambos continentes y conecta al Mar Rojo con el Mediterráneo. El Nilo que corre a través de 11 países y tiene una extensión de 6.685 kilómetros, tiene 1.530 kilómetros en Egipto y es su fuente principal de vida, al punto que la inmensa mayoría del territorio habitado está en su área de influencia”.
Desde ese momento y hasta el final de la charla que insumió poco más de media hora, asistimos casi a un monólogo en el que fue transfiriendo no solamente su conocimiento sino su inocultable sentido de pertenencia.
Con asombrosa fluidez y convicción fue abarcando los principales datos históricos, religiosos, culturales, geográficos y una muy precisa descripción del Islam, aportando además algunas precisiones como que no existe la discriminación religiosa, al punto tal que desde la minoría cristiana copta (13% aproximado) puede salir un maestro, un policía, un juez, por ejemplo.
Remarcó la diferencia que hay entre orar y rezar, nos explicó la limosna; la ablución y no olvidó destacar que la mujer sagrada en el Corán es María y que por ello abundan las Marian o las Miriam.
Imperdible testimonio.
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