Según detalla, muchas refinerías están cerrando porque no pueden competir con instalaciones más modernas de fuera de Europa, y deben cumplir con regulaciones ambientales cada vez más estrictas que hacen inviable su mantenimiento a corto-medio plazo.
De hecho, se proyecta que, para 2025, un tercio del combustible para aviones dependerá de importaciones, y la brecha entre producción y demanda podría aumentar aún más. Esta situación amenaza la operación normal de las aerolíneas y subraya la vulnerabilidad de Europa frente a interrupciones en la cadena de suministro.
En este contexto de incertidumbre, el Combustible de Aviación Sostenible (SAF) aparece como una alternativa estratégica, capaz de apoyar la disponibilidad de combustible y contribuir a la reducción de emisiones de la industria. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su coste actual es mucho más elevado que el fuel convencional.
Expertos advierten que para desarrollar una industria competitiva de SAF se requieren políticas claras, incentivos a largo plazo y colaboración entre empresas y gobiernos. A su juicio, estas medidas buscan atraer inversiones, acelerar la innovación tecnológica y garantizar un suministro más seguro y sostenible para la aviación europea.
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