El discurso y la postura político-social frente al glamour o frivolidad del turismo. ¿Playas privadas?
Miércoles, 01 Mayo 2019 23:11

El discurso y la postura político-social frente al glamour o frivolidad del turismo. ¿Playas privadas? Sin Línea MX

Algún día los medios de comunicación en general -sobremanera los de los países que priorizan el turismo-, deberían ponerse de acuerdo para comenzar a influir en la opinión pública de modo didáctico para que "la gente", comience a mirar a esta actividad con conocimiento y pueda asignarle, motu propio, el lugar que le corresponde en su propia consideración. Es necesario que llegue más temprano que tarde el sinceramiento y se deje de lado por ejemplo, la hipocresía y el escrache clasista. Los políticos de izquierda marchan a la vanguardia en cuestiones como las señaladas y los de derecha, en general no aprenden cual debería ser su función a la hora de concienciar. La generación de divisas de un país por causa del turismo receptivo, cuanto más exitosa y voluminosa sea, debería celebrarse como si se tratase de exportaciones con valor agregado. Para ser más precisos, en vez de mandar ganado en pie al exterior, enviar cortes seleccionados envasados al vacío o en lugar de exportar cítricos, venderle a los mercados de afuera, jugos envasados. El turismo receptivo tiene el plus que el cliente, deja in situ su gasto, el cual genera empleo directo y una de las derramas con los mejores índices de distribución de la riqueza.

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A pesar de ello, a los políticos de izquierda -salvo excepciones- "les cuesta" amigarse con Punta del Este y como en el caso de alguna de las jerarquías máximas de la actividad, le gusta decir que su balneario favorito es Valizas. Alguno de esos genios del turismo uruguayo, a quienes cariñosamente denominamos "Dinosaurios", nos dijo no hace mucho tiempo: "Si fuese el presidente, y un funcionario de esa categoría no se hace fotografiar en el Enjoy o en La Huella y dice que veranea en Valizas, en el Cabo o en Atlántida, le pido la renuncia".

La hipócrita y errática modestia
La asistencia a los congresos, ferias o eventos de cualquier sector del turismo internacional por parte de funcionarios estatales, debería ser programada cumpliendo con protocolos preestablecidos que les imponga alojarse en el hotel oficial designado por la organización y movilizarse internamente en el destino en cuestión, en el transporte oficial del evento, siempre que asista a la sede del mismo o a reuniones incluidas en la programación oficial. Ese funcionario va en representación del país y de ninguna manera, por ejemplo digamos en Madrid, puede alojarse en un hostal y movilizarse por su cuenta. Tiene que saber que si lo hace, no "le está ahorrando" dinero al Estado, sino que "está abaratando" el prestigio del destino turístico que supuestamente va a promover en la cita. Además, quienes tenemos experiencia en este tipo de viajes, sabemos que "los personajes con los que tenemos que hablar", no van al hostal ni se mueven en el transporte público, los encontraremos desayunando, o casualmente en el ascensor del hotel oficial, o dentro del transporte oficial.

Playas privadas o públicas
En esta misma edición estamos publicando la noticia de que los diputados mexicanos aprobaron la ley por la cual avalan reformas que garantizan libre acceso a las playas. Desde que el gobierno de AMLO asumió, se están viendo medidas de las que comienzan siendo populares y terminan siendo populistas. Y en las redes sociales hemos asistido a controversias al mejor estilo barra brava, tribunero y de mal gusto. "Las playas deben ser para todos los mexicanos y no para los narcos con dinero" por ejemplo.

Cuando apareció la noticia de que el gobierno de López Obrador iba por la derogación de la ley que permitía las playas privadas, nos pronunciamos en Twitter y tuvimos respuesta nada menos que de parte del Subsecretario de Planeación y Política Turística del Gobierno de México, lo cual nos llevó a escribir un artículo, incluyendo el intercambio: Las playas privadas: uno de los temas más importantes a debatir

Si nos metemos a hablar del origen de las inversiones no queda nadie en pie. No es preciso ir a México para "entender" que buena parte del dinero de los megahoteles no tiene el origen transparente deseable. Todos nos enteramos cuando el FIFAgate en que había invertido Figueredo y quien era su socio, frente al mar, en la rambla de Pocitos.

Si bien somos demócratas y creemos que aún con imperfecciones, la democracia es el mejor régimen, estamos convencidos que siempre, hay que igualar las oportunidades elevando la mira, jamás "igualar para abajo". No cabe en la cabeza de nadie bien nacido, que un ciudadano, natural de un territorio equis, tenga vedada la posibilidad de acceder gratuitamente al disfrute de los recursos naturales del mismo. Sea a las playas en el Mar Caribe o en el Río de la Plata; a un bosque en los Picos de Europa o a las dunas del Polonio, al desierto africano o al cerro de Montevideo (cuando los turistas puedan ir, es decir, cuando lo incluyan en el Bus Turístico). Ese derecho debe estar consagrado constitucionalmente y los gobiernos deben garantizarlo.

Pero tampoco cabe en la cabeza de quienes no mezclan politiquería con populismo, que una empresa, cadena, consorcio o lo que sea, que hace una inversión multimillonaria, genera empleo y aporta al fisco del lugar en el que tiene enclavado su establecimiento hotelero de gran categoría, del mismo modo que le brinda exclusividad a su clientes en las instalaciones internas, no pueda asegurarle el mismo privilegio en un segmento de playa. El glamour y la exclusividad se cobra y se paga muy por encima de la media. Ello eleva el gasto, la generación de divisas, los aportes y la distribución de riqueza.

La zona costera de Uruguay

Tiene aproximadamente 672 kilómetros de largo, de los cuales 452 km corresponden al Río de la Plata y 220 km al océano Atlántico. De los 6 departamentos costeros, 4 departamentos están sobre el Río de la Plata (Colonia, San José, Montevideo y Canelones), mientras que 2 departamentos están sobre el océano Atlántico (Maldonado y Rocha).
¿Cuántos metros de playa necesita un hotel?, Exageremos, pongamos un promedio de trescientos metros para cada uno (el frente del Enjoy tiene una cuadra ¿verdad?). Digamos que conservadoramente, queremos preservar el 95% de la extensión costera de nuestro país para el uso público, con la estricta prohibición de uso para cualquier emprendimiento, especialmente hoteles de lujo. Estaríamos dejándole disponible a la inversión privada (la cual sería harto redituable si pensamos en cánones, tasas, etcétera) un 5%, o sea, más de 33 kilómetros, equivalente a 112 playas privadas para hoteles. Y ya que estamos, se otorgarían con la obligatoriedad de construir un parador como el de Gran Punta del Este (GPE).Parte II Los paradores.

Precisiones

1 - Si bien no lo hemos debatido tanto, sabemos que nuestro Consejero Editorial, amigo y en muchos aspectos, referente, Miguel Ángel Acerenza, sostiene la teoría de que no se deben otorgar autorizaciones para playas privadas, quisimos expresar esta, nuestra reflexión y por lo tanto, es la única preocupación que nos genera tomar esta posición, disentir con alguien a quien mucho respetamos.
2 - Lo que debe tener muy en claro un destino turístico es ¿que tipo de producto pone a consideración de sus eventuales clientes (los turistas)?. Lamentablemente es lo que menos tiene claro nuestra "joya de la corona", el principal destino turístico de Uruguay y generador de la mayoría de las divisas, Punta del Este. Si lo queremos masivo, sigamos con la sobredosis de hormigón y vendamos choripanes y churros en la playa. Ahora, si queremos hablar de glamour y "diferenciarnos" y presumir que tenemos el destino resort más "in" de la región, pongámonos de acuerdo, cambiemos el libreto y rememos hacia el lado correcto, y por ejemplo, no denunciemos precios caros, aprendamos de una buena vez que la clase, no tiene precio.
3 - No son de buen recibo argumentaciones tuiteras clasistas, igualadoras para abajo. Estamos hablando de negocios.

Portal de América

Comentarios  

En respetuoso desacuerdo. No por ideologia. No para igualar hacia abajo. Todo lo contrario. Los inmensos hoteles y sus playas privadas son una fea antiguedad. Mirar Acapulco o incluso mucho de España y Francia, muestra esa fea vejez. El mar de reposeras de colores y sombrillas idem para identificar un hotel... es de dudoso gusto. Como lo son los hoteles con casino. Otra contracultura del turismo muy exclusivo que le sirve al Uruguay. Hoteles chicos. Habitaciones barbaras, precios muy caros. Playas limpidas sin ( que casi ni se vean las casetas de los guardavidas) eso es lo que paga un turista aca.

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