"La Buenos Aires que ustedes ven, no es la Buenos Aires real"
Miércoles, 10 Mayo 2023 00:42

"La Buenos Aires que ustedes ven, no es la Buenos Aires real"

En la reciente escapada que hicimos a la capital porteña, la que afortunadamente podemos hacer cada año para dar nuestra acostumbrada "vuelta del perro", para disfrutar su gastronomía, su teatro, sus vidrieras y ¿por qué no?, en esta oportunidad aprovechar la diferencia cambiaria, como nunca, vivimos situaciones opuestas de modo permanente. En diferentes lugares, hasta en la glamorosa Recoleta, pudimos comer a precios realmente increíbles y como siempre, muy bien, pero cuando el restaurante queda en Palermo y es una parrilla de renombre, desaparece la brecha de cotización y la adición tiene una semejanza brutal con los precios de cualquier similar montevideano y por ejemplo una porción de asado de tira "cotiza" en el equivalente a más de 20 dólares en "Lo de Jesús". De paso hay que decir que para comer en Don Julio o en La Cabrera hay que reservar con varios meses de anticipación y si se le ocurre ir a La Brigada en San Telmo, no vaya después de las 15, aún siendo sábado, porque no lo dejan entrar.

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por Sergio Antonio Herrera
de su reciente viaje a Buenos Aires

 

Precisamente en ese barrio bohemio y muy singular, a pocos cientos de metros de La Rosada, después de "rebotar" en La Brigada nos sentamos a la mesa de uno de los pequeños restaurantes de su famoso mercado. Éramos cuatro los comensales, se habían hecho casi las 16 horas y teníamos coordinado con otros dos amigos ir a cenar a las 21. Por lo tanto, mesuradamente pedimos una tabla de carnes con fritas y ensalada para los cuatro y la cuenta no llegó al equivalente a los 26 dólares, en pesos argentinos 11.800 (usd 6.50 c/u,sí, 260 pesos uruguayos...) .

La cena para seis, en el elegante Piégari del polo gastronómico La Recova de Posadas, con entrada, plato principal, buen vino, postre y café, costó 130 dólares, o sea 60 mil pesos argentinos por cabeza, menos de 22 dólares, lo cual no llega a 900 pesos uruguayos...

Hace un par de semanas vimos en el Teatro Metro de Montevideo "Los 39 escalones" y pagamos la platea 1.990 pesos uruguayos.

El viernes pasado fuimos al teatro Liceo a ver "La Piaf" y la butaca en mesa al estilo Lido o Crazy Horse costó 10 mil argentinos (22 usd), unos 900 uruguayos, el mismo precio que pagamos por una butaca en Palco Bajo en el Lola Membrives para ver Tootsie el domingo.

Y aquí las situaciones opuestas quizás marcan como pocas, lo que es la Argentina, sus costumbres, su oferta teatral, la idiosincracia de sus habitantes, su particularísima forma de ser, de vivir, de sentir, lo que no los hace ni mejores ni peores que nadie, pero si desnuda una identidad propia, singular, diferente a la de la mayoría de los pueblos del mundo.

La Piaf, con el protagónico a cargo de Elena Roger, genera admiración, emoción, transporta a una era muy singular de la historia del espectáculo pero también de la historia mundial. El "Gorrión de París" interpretado por Roger nos llevó a aquellos años fermentales del siglo pesado, a París y a Nueva York, a la libertad sexual, al exceso, al amor libre y a la calidad artística inconmensurable de verdaderos íconos del arte como la Piaf, Marlene Dietrich y otros. Al igual que la verdadera Piaf, Roger hace incomprensible que su caudal vocal impresionante pueda salir de tan pequeño cuerpo y el elenco que le acompaña respalda en su justa medida el éxito de la propuesta. Sala repleta, el público aplaude de pie y se retira (nos retiramos) pipón, con regocijo en el alma.

Tootsie, con Nico Vázquez en el lugar de Dustin Hoffman..., es una buena forma de pasar el rato, con una impresionante y superlativa puesta en escena, con cambios de escenografía simil Broadway y tá. Divertida, digna, pero nada más. El punto más alto de la noche es cuando habla después del saludo Nico Vázquez, con un mensaje positivo de como vivir la vida, de aprovechar el momento (sufrió la muerte inesperada de su joven hermano) y de agradecimiento por la oportunidad de protagonizar lo que él califica como un éxito y de ahí pasa sin escalas al glamour y empieza a saludar con un machete que le pasaron minutos antes a famosos presentes en la platea, entre quienes estaban Nito Artaza y Cecilia Milone; Valeria Mazza y Alejandro Gravier con sus hijos.

El arte y la farándula, la rara mezcla que como pocos (o ningún otro) países identifica a la Argentina. Esa Argentina que aprendimos con el paso de los años a observar, analizar, muchas veces criticar pero siempre, respetar.

La "Buenos Aires real"

Unos amigos residentes en Martínez dijeron este fin de semana, "Ojo, la Buenos Aires que ustedes ven, no es la Buenos Aires real".

La Buenos Aires que nosotros vimos en esta escapada fue en un 90% del tiempo en La Recoleta, donde nos alojamos.

El clima de algún modo invitaba a sentarse a las mesas que los diferentes bares y restaurantes colocan fuera de los locales, en las veredas y allí vimos de alguna manera la Buenos Aires real.

El acoso permanente de vendedores de lo que sea y de una nunca vista dosis de mendicidad, trasmitieron sin lugar a equívocos la confirmación del elevado nivel de pobreza y de indigencia que afecta actualmente al vecino pueblo argentino.

Es imposible realmente solidarizarse con esa realidad, salvo que se opte por ello y olvidarse el motivo que nos llevó a ese destino. Uno tras otros desfilan seres de ambos géneros y amplia gama de edades, depositando en la mesa los más diversos productos en oferta.

En no pocos casos la propuesta dejó de ser el clásico intento de vender para pasar a una acción agresiva, muy agresiva para tratar de imponer la venta.

En uno de los casos estábamos en un comercio comprando chocolates, cuando entró un hombre portando innumerable cantidad de medias. Nos depósito a nuestro lado unas cuantas, le agradecimos y le dijimos que no precisábamos. "Pero yo si preciso, preciso darle de comer a mis hijos, cómpreme" dijo alzando la voz en tono imperativo, a tal punto que de inmediato vinieron a invitarle a retirarse del local.

En una parrilla de la calle Junín, en las mesas exteriores estábamos almorzando cuando se paró apoyado a nuestra mesa un hombre con un tono más que agresivo que comenzó poco menos que a gritarnos que le diéramos comida. De inmediato personal del restaurante le invitó a retirarse a lo que se resistió y en pocos minutos apareció un patrullero, cuyos efectivos, de bastante buena manera lo hicieron salir.

La disyuntiva marca dos opciones ante esta cruda realidad, o se destina una buena suma para ayudar a todos los que vayan apareciendo o directamente se coloca uno un imaginario traje espacial que no permita oír y apenas ver.

Aunque habría una tercera opción, no ir a la Argentina, pero ahí se dañaría directamente a muchísimos más de los que se ignoren entre vendedores y mendigos, se estaría afectando a los beneficiados transversalmente por el ingreso de divisas por turismo.

Indispone, duele, enfurece, ver a un gran porcentaje de ciudadanos en tan mala situación, en un país tan rico que produce alimentos para cientos de millones de personas, pero, el turista no tiene ninguna responsabilidad y por ende, no debe cargar siquiera con la culpa, en definitiva, con el sólo hecho de llegar al destino está generando riqueza para el mismo.

Eso sí, el turista no distribuye las divisas, "solamente" las aporta.

Portal de América

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