por Nicolás Raffo Menoni, desde Montevideo
Para este año la consigna será: “Turismo y Transformación Sostenible”, lema que destaca el turismo como un poderoso agente de cambio, pero que subraya también que ese potencial exige gobernanza sólida, planificación estratégica, monitoreo riguroso y enfoque inclusivo.
Volviendo al tema de la columna de hoy, quiero hacer hincapié en cuatro aspectos puntuales que quiero denominar como la letra chica de la aplicación de los denominados avances tecnológicos aplicados como forma de lograr la sostenibilidad.
Esos cuatro aspectos son:
1) Las brechas digitales, signadas por las grandes diferencias entre quienes pueden acceder, quienes pueden tener una correcta conectividad, quienes pueden pagar esos avances y quienes además saben como utilizar esos avances disponibles.
Para eso podemos tener mucha información disponibe que grafica esta realidad y ya en columnas anteriores comentaba que al día de hoy, 2,600 millones de personas no pueden conectarse en el mundo.
También hay en el entorno del 23% de las personas en el mundo, casi 1,900 millones de personas que no pueden o saben leer o escribir en formatos digitales, o que directamente no tienen las competencias necesarias para interactuar con las nuevas tecnologías, que es lo que se conoce como analfabetismo digital, que es diferente a tener conectividad (puedo tenerla pero no saber qué hacer con ella).
Como se imaginarán, esas brechas también tienen lecturas internas, que nos dicen que las zonas más pobres se ven más perjudicadas que las zonas ricas, que la brecha de género también se hace presente y afecta a más mujeres que hombres y algún que otro dato más.
2) La basura digital o e-waste por su sigla en inglés, también abordada en otros artículos y columnas, que nos dicen que actualmente se recicla menos de la cuarta parte de los productos tecnológicos que se producen. En algunos artículos científicos se le denomina como la cara B de la revolución tecnológica; en este caso lo pondremos dentro de la denominada letra chica que no vimos o dejamos de leer.
Además con la evolución cada vez más rápida de la tecnología, son muchos los productos que quedan obsoletos cada vez de manera más rápida, que generan un problema para su deshecho o correcto reciclaje.
Según cifras manejadas por la ONU, en el año 2022 se generaron cerca de 62 millones de toneladas de basura digital. Lo que genera problemas para la salud, contaminación, generación de basureros que en la actualidad no tienen miras de disminuir, sino todo lo contrario.
Si no lo cree, piense en cuántos aparatos electrónicos ha deshechado o dejado de usar en los últimos tiempos, para comprar uno nuevo (porque se le rompió o porque salió uno nuevo con mayores y mejores prestaciones). Puede ser un celular, un televisor o algún otro elemento que a usted se le ocurra.
3) El Marketing verde o Green washing digital; que sería cuando se publicitan proyectos, apps u otras acciones como sostenibles, cuando en realidad no hacen más que maquillar el problema o cambian el foco de atención en base a mensajes y comunicaciones que desinforman, en el mejor de los casos en forma inintencional, pero en muchos casos, y esto es grave, se hace a conciencia y sin escrúpulo alguno.
Le pongo un ejemplo concreto: Promocionar un mega evento como de carbono neutro, con acciones como plantar árboles y utilizar energías limpias o renovables como fuente energética para mitigar el impacto generado, cuando en realidad se producen transportes masivos hacia el lugar sede del evento, con impactos muy superiores a lo que se dice mitigar.
4) El alto consumo energético de los centros de datos; que involucran al alto consumo de un recurso que es escazo, como el agua potable o dulce.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, el consumo y uso de estos modelos de IA, como ChatGPT, Perplexity o Gemini, según el uso que se les dé, pueden consumir diez veces más energía que una búsqueda en Google, dada su especial complejidad al procesar datos y tokens de forma casi instantánea para reaccionar a los “prompts” u órdenes que insertan los usuarios.
Por ejemplo la generación por parte de ChatGPT de un texto de 100 palabras consume, en promedio, 519 mililitros de agua, el equivalente a una botella.
Si bien se supone que esto debería ir mejorando hacia el futuro, el problema lo tenemos hoy.
Por todo lo mencionado y lejos de querer marcar un mensaje de pesimismo, si me interesa poder hacer reflexionar sobre los problemas que tenemos hoy, ya que no todo lo que se está manejando a la fecha como sostenible, lo es.
Sin dudas podemos y debemos mejorarlo y para eso se necesita pienso, convicción y sobre todo acción, que ya vimos que podemos implementar desde el lugar donde nos toque estar.
En la próxima columna: “Turismo inteligente y sostenible: de la teoría a la práctica”.
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