por María Sanz, Condé Nast Traveler
No es la primera vez que Pereira vacía una ciudad. De hecho, la serie de Venecia forma parte de un trabajo con el que nos ha mostrado una imagen diferente de muchas de las metrópolis del mundo: Nueva York, Estambul, Tokio, Londres, Roma y, donde todo empezó, Madrid.
En esta nueva serie, el individuo cobra protagonismo. Ignacio Pereira
Para que un destino le llame la atención y se convierta en protagonista de su trabajo debe ser un lugar con gran afluencia de gente, de movimiento constante y donde el bullicio sea marca de la casa. “Me atraen aquellos espacios en los que, a simple vista, todo parece caótico y anónimo, pero en realidad esconden historias fascinantes que pasan inadvertidas en medio del flujo constante de personas”, explica Pereira a Traveler.es.
Venecia cumplía con esa exigencia y le sumaba, además, elementos que hacían que para Ignacio la ciudad ganara enteros de interés. A saber, la fusión perfecta entre agua y tierra; y el ser un lugar donde historia y vida cotidiana se entrelazan fascinantemente. “Mientras los turistas recorren sus canales hipnotizados por la increíble arquitectura, los lugareños trabajan en su rutina diaria, acostumbrados a convivir entre edificios cargados de historia. Esa dualidad, la convierte en un lugar inagotable para contar historias”.
Ignacio visitó Venecia a principios de febrero, justo antes de su famoso carnaval y de esas imágenes que todos pudimos ver de una ciudad colapsada por el turismo. No es que Pereira se la encontrara vacía, eso en esta ciudad italiana ya solo pasa en sus fotografías, pero sí que un poco más manejable para poder traerse en la maleta fogonazos de la Plaza de San Marcos, del Gran Caffe Chioggia, del Puente de los Suspiros o de la Iglesia de Santa María del Giglio.
Rincones inesperados en una ciudad que creíamos muy vista. Ignacio Pereira
Y es que, como cuenta, Venecia “ofrece infinitas posibilidades y siempre hay rincones inesperados que terminan convirtiéndose en protagonistas”. Aunque, como fuera el caso, se haya vuelto con la espinita de no poder retratar el Acqua Alta en la Plaza de San Marcos. “En esta ocasión, la fachada de la Basílica de San Marcos estaba cubierta de andamios por obras, lo que restaba parte de encanto visual que buscaba capturar”.
Si tuviera que quedarse con una de las fotografías, no duda y se decanta por la del Puente de los Suspiros. Por un lado, por la energía especial que desprende, algo que siempre busca en los destinos que retrata. “Es un espacio cargado de simbolismo donde, a pesar de su historia original ligada a los prisioneros que lo cruzaban, hoy se ha convertido en un punto clave para los visitantes que se detienen a contemplarlo y, muchos de ellos, a declararse amor eterno”, nos cuenta.
La del Puente de los Suspiros es la fotografía preferida de Pereira. Ignacio Pereira
Por otro lado, es precisamente ese amor lo que hace esta instantánea tan especial. “Mientras realizo la sesión de fotos, siempre estoy muy atento a todo lo que ocurre a mi alrededor, buscando esas historias que, a simple vista, pueden pasar desapercibidas”. En esas estaba, tratando de captar el mejor perfil del Puente de los Suspiros, cuando detectó a una pareja de jóvenes, “completamente absortos en la pasión de los primeros amores”.
Le emociona lo que ve en la fotografía, aunque no sea técnicamente perfecta, porque “refleja una historia auténtica, de esas que ocurren espontáneamente y que hacen que una imagen cobre vida más allá de la estética”.
De hecho, como ya viene siendo habitual en el trabajo de Pereira, en esta serie no falta ese individuo aislado que aparecía en cada una de las fotografías que hace. En Venecia sin gente, sin embargo, más que de individuo habría que hablar de persona o personas, con historia detrás, porque, su modus operandi ha evolucionado fruto de una bonita casualidad.
Un proyecto para contar historias y atreverse a interpretar fotografías. Ignacio Pereira
Hace unos años, Pereira fotografió Nueva York. Y sí, también lo vació de gente. En su serie no podía faltar la mítica Times Square con su individuo solitario enfrascado, el cazador cazado, en fotografiar lo que ve. “El protagonista se puso en contacto conmigo para contarme que se había ‘encontrado’ en la imagen y comprendí el impacto que pueden tener mis fotografías más allá de lo visual”, explica. “Fue un momento muy emocionante y, desde entonces, he buscado esa intención con mis protagonistas”.
Por eso, en Venecia sin gente, ha optado por acercarse a las historias que quiere contar. Tanto que en sus fotografías se reconocen los rasgos de quienes aparecen en ellas. “No solo capturo a una figura solitaria en un espacio vacío. En esta ocasión, he decidido contar una pequeña parte de la historia de cada protagonista, porque, al final, de eso trata este proyecto: de imaginar, de interpretar libremente la fotografía y de dar espacio a nuevas narrativas dentro de cada imagen”.
El lugar en que historia y vidas cotidianas conviven. Ignacio Pereira
Todo un desafío extra que llegó para sumarse a los que ya de por sí implicaba Venecia. Porque sí, ese ajetreo constante que tanto le gusta a Pereira, también exige de un plus de paciencia y precisión si lo que se quiere es vaciar una ciudad de su constante flujo de turistas y locales. “Además, me sorprendió encontrar elementos arquitectónicos efímeros que afectan su estética. Algunas estructuras temporales o añadidos modernos rompen la armonía visual y hacen más difícil capturar la esencia pura de la ciudad. Lograr imágenes limpias y atemporales en este entorno ha supuesto un reto interesante”.
Reconoce Ignacio que no era su primera vez en Venecia, que ya había pasado por allí siendo joven, pero que en aquel momento no supo apreciar lo que estaba viendo. “volver ahora, con otra perspectiva y con mi cámara como herramienta para descubrir la ciudad, me permitió verla de una manera completamente distinta. Sobre todo, comprendí la sensación de pausa infinita que envuelve a Venecia, como si el tiempo allí fluyera de otra manera”.
Le preguntamos entonces por varias recomendaciones y nos habla de la magia que supone viajar en barco desde el aeropuerto hasta la Plaza de San Marcos. Especialmente, si se hace al amanecer o al atardecer, con una luz y un color sobre la laguna para el recuerdo. Nos cuenta que disfrutó gratamente tomando un café y contemplando las vistas que hay desde el Museo Correr y, como tip final, nos dijo que fue un acierto alojarse en los apartamentos que Room Mate tienen en el centro de la ciudad. Para vivirla como un auténtico local.
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