La ‘nueva’ política se adapta a las ferias del turismo

Londres. Feria turística World Travel Market (WTM). Otra vez una impresionante delegación de políticos de nuestras regiones desbordó las instalaciones. Otra vez una caravana de responsables de áreas vinculadas al sector se paseó por el recinto ferial. En la mayoría de los casos son políticos de la nueva camada, de los que practican la ‘nueva’ política, de los que pretenden introducir nuevas maneras. Son de los que abominan de aquellos acomodados, que sólo buscaban su interés personal.
 
Sin embargo, nunca la ‘nueva’ política se ha parecido más a la ‘vieja’ política. Porque todos trasmiten la impresión de que han ido a hacer algo, de que alguien les está escuchando, de que han llevado un mensaje. Pero al final, como antes, como siempre, no han hecho nada, más que ir a Londres a ver con más tiempo a los nuestros, que iban con ellos en el mismo avión.
 
En la feria de Londres, como en la Berlín, como en la de Madrid, nuestros políticos van para que la prensa local, a la que le suelen financiar el viaje, refleje lo que dicen. Lo mismo que podrían haber hecho en España, lo hacen en Londres. Porque nadie más les hará caso. La prensa local londinense no se hace eco más que de las grandes cifras de la feria, como ocurre en España cuando Fitur. ¿Alguien leyó alguna vez qué dijo el ministro argentino de Turismo en Fitur? No, vienen, sueltan su rollo para su prensa, y se marchan. Lo mismo les pasa a nuestras regiones: son ignoradas. Jamás, en décadas, salió una noticia como consecuencia de nuestra presencia en una feria. No, las noticias salen durante el año, cuando alguien descubre algo anormal, sorprendente, inusual. O sea, muy pocas veces y casi siempre para mal, porque la noticia es eso, lo que sorprende. Que todo vaya bien no es titular.
 
Vean por ejemplo algunos datos: sólo los tour operadores presentes en la WTM emitieron 252 comunicados de prensa en estos días de feria; las cadenas hoteleras superaron los 360 comunicados; las organizaciones que agrupan a empresas de turismo, más de 200. En total, hay unas 30 categorías de organizaciones presentes en la feria, todas las cuales han emitido decenas de comunicados. Ha habido miles (1.459) de stands de hoteleros; más de 250 destinos turísticos diferentes; 639 grupos de gestión turística, y así hasta los 3.600 puestos, atendiendo a miles de visitantes.
 
Cierto que España y sus regiones son importantes, pero pueden ustedes tener por seguro que nadie intentó entrevistar al ministro de Industria y Turismo, que en ese marasmo pasó desapercibido. Imaginen ustedes el papel de un ayuntamiento a nivel de imagen proyectada. Cero, absolutamente cero. Supongan quién se habrá dado cuenta de que el presidente del Consell de Mallorca, un político de esos que las sueltan como le vienen a la cabeza, y uno de sus consejeros estuvo allí para “vender la cultura de Mallorca”. No obstante, el político volvió diciendo que tenía “buenas sensaciones”. Aleluya. Si existe un lugar en el mundo en el que pasar desaparecibido es la World Travel Market de Londres.
 
Yo estuve decenas de veces tanto en Londres, como en Berlín, como en Madrid. Mi conclusión es que se trata de una feria perfectamente inútil para las autoridades. Lo era entonces y lo sigue siendo hoy. Los políticos -que por supuesto, no hablan idiomas- jamás se entrevistan con nadie. No los recibe nadie. No los ve nadie. No los escucha nadie. Siempre, por supuesto, excluyendo a nuestra prensa y a nuestros empresarios. Y, en esta ocasión, ni siquiera hablaron con los empresarios, porque esta izquierda padece de ‘miedo escénico’ y se acorrala a sí misma en un rincón del stand, donde nadie les molesta y donde no se enteran de nada.
 
Ocasionalmente tienen que hablar ante gente que alguien del equipo les prepara. Ellos no se enteran de quiénes tienen delante. Pero en realidad son terceras filas. Son bulto. El evento es tan abrumador, que por supuesto nadie de relevancia acude a escucharlos. Porque hay saturación completa de mensajes.
 
Ustedes habrán oído que un día de esos es el “día de Baleares” o el “día de Canarias”. Estas ferias duran dos o tres días, por lo que no estaría de más que alguien nos contara de cuántas regiones más es el día. Probablemente de doscientas. O sea, cero impacto. Y eso que España es España, el primer destino, el más rentable, el más fiable. Pero también por eso, ya nos conocen. Ya han hablado con nosotros, tienen aquí mil fuentes de información, entre otros a los integrantes de sus propios equipos.
 
Las ferias, por supuesto, no son totalmente inútiles: las empresas acuden porque son excelentes puntos de encuentro del sector. Las entrevistas que se tardaría un mes en organizar en una situación normal, aquí son fáciles de celebrar porque todo el mundo va con la agenda abierta. Y todo el mundo está cerca de su ‘stand’. Es una feria ideal para los hoteleros, para los transportistas, para quienes necesitan tomar el pulso de la actividad.
 
Y sería una feria ideal para una oficina comercial de España, en la cual se encontraran sus regiones. Pero lo de organizar costosos stands y, sobre todo, montar esos peregrinajes de políticos es simplemente ridículo.
 
Observen el titular de esta semana en un diario de Mallorca: “Armengol choca en Londres con el ministro de Turismo por privar a Baleares de inversiones”. Armengol es la presidenta socialista de Baleares. ¿Ven exactamente a qué van? A organizar un espectáculo delante de la prensa local, para conseguir un impacto en su lugar de procedencia.
 
Yo esperaba que alguien de la nueva camada, con esa ‘nueva’ política, con esa sensibilidad diferente, nos dijera “oigan, esto es un circo, yo no vuelvo más; creo que es mejor que vayan los técnicos, a que vayamos nosotros a hacer este circo”. Pero no. No ha ocurrido en ningún lugar, en ninguna autonomía, en ningún ayuntamiento. Todos han aprendido que nunca viene mal un titular en la prensa, que nunca está de más un viajecito para alejarse del día a día, aunque todo lo que dicen que van a hacer no lo hagan porque no le importa a nadie.

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