por Ramón de Isequilla

Hoy 70 días después, el turismo agoniza en una crisis que le era exógena y hoy le es propia, de la cual ignoramos su final, pero si de algo podemos estar seguros es que nada volverá a ser igual, el viernes 13 de marzo de 2020 terminó definitivamente una época.

Durante los últimos años, China fue el centro de las noticias y la panacea del turismo y la economía, tomada como ejemplo y cortejada para atraer esos millones de turistas que prometía, eso si, las libertades, los derechos humanos y la legalidad internacional de los procesos, no eran materia de preocupación, en estos temas se miraba para otro lado. La guerra comercial con Estados Unidos ralentizó un poco el proceso de su crecimiento turístico, pero nos dijeron que era pasajero hasta que se pusieran de acuerdo las grandes potencias.

Ese mismo 31 de diciembre, China reconoció que tenía un gran problema, que había ocultado y la única solución era someter a una cuarentena a millones de personas, pero para nosotros, ilustres occidentales, China quedaba muy lejos y no representaba un riesgo sanitario, era solamente un problema económico en cuanto producción y abastecimiento de productos industriales. Cancelando los vuelos directos de occidente a China el tema quedaba controlado, los daños al turismo eran colaterales y Europa con el 51% del turismo mundial seguía la fiesta.

Los acontecimientos por todos conocidos se precipitaron de una forma abrumadora, primero cayeron Corea, Japón e Irán, pero seguían quedando muy lejos de nuestra fortaleza europea, hasta que cayó Italia, el centro de Europa, expandiéndose el virus en horas a todo el mundo hasta que la OMS no tuvo más remedio que declarar la pandemia. Anoche la misma OMS declaró a Europa como epicentro de esta y el peligro ya no se ubicaba del otro lado de “nuestro” mundo, lo teníamos debajo de la cama.

La tímida actitud de determinados gobiernos, no tomando todas las medidas necesarias en tiempo y forma, aceleraron los contagios, con peligro de colapsar los sistemas sanitarios, como ocurrió en Italia y se trata de evitar en España, aunque pensamos que se actuó un poco tarde.

Desde hoy en España y desde mañana o pasado en el resto del mundo, la actividad turística no existe, cerrados los bares, restaurantes, museos, cines, teatros, discotecas, salas de exposiciones, conciertos, auditorios, terrazas, hoteles, vuelos cancelados y amenazas de cierres de fronteras, con ya 62 países que restringen el ingreso de europeos o de otras nacionalidades que hayan transitado por Europa los últimos días.

Nunca en ninguna circunstancia había ocurrido algo así, ni siquiera en las dos guerras mundiales, aún bajo las bombas, siempre había un bar abierto para recordarnos nuestra humanidad dentro de la barbarie.

Mi corazón repartido con las aurículas en el Rio de la Plata y los ventrículos en España, sufre doblemente por lo que estamos padeciendo en Madrid y por lo que va a sufrir Uruguay si no toma medidas drásticas y valientes hoy, como el cierre inmediato de todos los establecimientos educativos, imponer el teletrabajo y reducir la actividad presencial al mínimo imprescindible.

Madrid tiene la sanidad pública y privada más avanzada del mundo y pese a ello, por haber demorado una semana en tomar las medidas de precaución, espera en las próximas horas diez mil nuevos casos, que no saben si podrán atender con la eficiencia necesaria.

Ruego a Dios que las autoridades uruguayas entiendan, que lo que no decidan hoy, provocará que mañana la realidad les pase por encima.

La torta del turismo mundial estaba hasta el 31 de diciembre repartida de la siguiente forma: Europa 51%, Asia Pacífico 25%, Américas 15%, África 5%, y Medio Oriente 4%

y los ingresos generados acercaban a las tres primeras regiones: Europa 39%, Asia Pacífico 30%, Américas 23%, África 3% y Medio Oriente 5%.

En 2019 Europa recibió 743 millones de turistas internacionales más su movimiento dentro de cada país, si ahora en el mes de marzo, es el epicentro de la pandemia y suponiendo en el mejor de los casos, que en cuatro meses, como aseguran los nuevos expertos en epidemias, esté controlado el brote y a partir del verano boreal empecemos a volver a la normalidad, con qué números vamos a cerrar el año, cuánta gente perderá su trabajo, cuántos empresarios quebrarán, será este un año en blanco, son estas las preguntas más difícil de responder.

Sarasola y Matutes, ofrecen sus hoteles para hospitalizarlos, que paradoja es esta, pensar que el Hostal de los Reyes Católicos era un hospital y Manuel Fraga Iribarne lo convirtió en un hotel, hoy Madrid convierte los hoteles en hospitales. Iberia, Globalia y Barceló apuran al gobierno a que decida sobre sus fusiones y el FMI, que tuvo que retirar de apuro su misión en España y volver a Washington, asegura que la recuperación económica de España luego de la crisis sólo será posible apoyando fuertemente al turismo.

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