Una vez más desde este sitio, queremos poner el foco en lo que a nuestro leal, saber y entender debería preocuparnos realmente, más allá de los presumibles daños directos que generen Uber y/o Airbnb.
La caída de las exportaciones, del turismo receptivo y de lo que se denomina desaceleración de la economía provocan menos recursos para el erario público y menos empleo.
En un mercado tan reducido como el nuestro, el Frente Amplio en el gobierno desde 2005 ha optado por hacer crecer la plantilla de funcionarios del Estado en decenas de miles.
Como se puede ver a partir de la investigadora de ANCAP, es verdad que las empresas públicas gastan mal y mucho.
Todo ello, más muchas cosas que se nos escapan por nuestra ignorancia en la materia, conforman lo que popularmente se conoce como "Estado gordo", "El peso del Estado", etcétera.
Pero también ocurren el indiscriminado ingreso de inversiones al voleo, sin control, sin planificación y en algunos casos de dudosa legalidad como por ejemplo las inversiones hoteleras del procesado exvicepresidente de FIFA Eugenio Figueredo (de las que misteriosamente nadie más habla...), han hecho crecer la oferta hotelera de modo desmesurado cuando aún falta inaugurarse al menos media docena más de hoteles en Montevideo.
Todo sumado conforma un panorama que obliga al gobierno a buscar ingresos por todos lados y cuando un gobierno hace esto, todos sabemos que la única vía que de si mismo depende es la impositiva.
Entonces, cada día más reafirmamos el supuesto por exageración que deslizamos en nuestro artículo Uber en Uruguay: si entra, hay que cambiar las reglas de juego cuando dijimos:
"Está todo muy bien con el progreso, la globalización, la libertad de trabajo. Pero...la recaudación impositiva que se pierda al fundirse los taxistas, los remiseros y transportistas turísticos, los hoteleros convencionales y los de alta rotatividad, ¿con qué recursos se va a mantener el alto costo del Estado?, ¿con la nafta a cinco dólares el litro?."
* Es la economía, estúpido
Portal de América