Pero además, se le permite entrar a airbnb.

Cuando empiece la procesión hacia el seguro del paro de los recursos humanos de la hotelería vendrán los lamentos.

En Uruguay es lo mismo alojar turistas, pagar impuestos y emplear gente legalmente que trabajar en negro y tercerizar servicios en el mismo color.

Y ahora parece que llega Uber, la aplicación móvil que conecta a conductores particulares con usuarios de servicios de transporte.

¿Se le va a permitir el acceso olímpicamente al país?

¿Se va a permitir que se ataque directamente no solamente a los taxis sino a todos los transportadores turísticos?.

¿Entonces para qué tanto celo hasta ahora en otorgar matrículas de taxis, remises y transportes turísticos?

Si para el gobierno es lo mismo que entre airbnb y Uber, ¿qué va a hacer cuando aparezca una aplicación que ofrezca habitaciones de alta rotatividad en casas particulares, con los permisos existentes para esos negocios?.

Está todo muy bien con el progreso, la globalización, la libertad de trabajo.

Pero...la recaudación impositiva que se pierda al fundirse los taxistas, los remiseros y transportistas turísticos, los hoteleros convencionales y los de alta rotatividad, ¿con qué recursos se va a mantener el alto costo del Estado?, ¿con la nafta a cinco dólares el litro?.

¿Qué está esperando la industria del turismo y afines en Uruguay para armar ya, sin dilaciones un congreso nacional?

¿Qué están esperando el Ministerio de Turismo y el de Transporte, junto a Economía y Finanzas para estudiar en serio la que se viene?

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