50 años de vida de champagne y cero milla
Domingo, 25 Enero 2015 19:49

50 años de vida de champagne y cero milla
Editorial de la semana del lunes 26 de enero al domingo 1° de febrero de 2015

Los hidroaviones cruzaban el Río de la Plata durante el día, el Vapor de la Carrera lo hacía de noche. No había terminal y el más importante punto de llegada y salida de  ómnibus era precisamente contigüo a ese lugar adónde fui a trabajar, Cagancha como nombre oficial pero Plaza Libertad para el conocimiento popular. Allí funcionaba la ONDA, una de las más importantes empresas de transporte carretero de la región, cubriendo prácticamente el 100% del territorio nacional.
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Este domingo se cumplen 18.250 días y unas 438 mil horas que aún muy pibe, salí de la calle Yi entre Maldonado y Durazno hacia la esquina de 18 de Julio y Plaza Cagancha donde funcionaba Viajes Cynsa. Ese 25 de enero de 1965 no solamente ingresaba por primera vez a una agencia de viajes a trabajar, lo hacía a un mundo totalmente desconocido en el cual hasta se hablaba de modo diferente de lo que lo hacíamos en mi barrio Sur. Chicos por chiquilines, colegio por escuela ("bate chicos y colegio" Jaime Roos dixit), tú por vos y abrupta desaparición de los artículos delante de los nombres propios.

Los funcionarios de las aerolíneas, las cuales hacía relativamente poco empezaban a operar en Uruguay y los agentes de viajes, eran privilegiados que solían estar bronceados cuando no era verano, vestían prendas importadas, fumaban americanos y tomaban escocés. Yo los veía en sus elegantes escritorios con impecables camisas y corbatas y quería ser como ellos.

A los pocos días de trabajar como cadete, de aplanar todo el centro con mi portafolios cargado de "Timetables", folletos, pasajes, fichas de datos y algún sello o recibo, me invitaron por primera vez a un coctel de una aerolínea en el Victoria Plaza, era de Air France.

Solamente el hecho de entrar a ese templo de la hospitalidad para una velada social fue todo un shock inolvidable y mucho más lo fue tener en mis manos el primer "farol" de whisky, paladear los primeros canapés con sabores tan extraños como el del salmón, el caviar, el roquefort y asombrarme, previa explicable turbación juvenil al ver de cerca y hasta intercambiar algunos diálogos con hermosas mujeres, trabajadoras del sector.

El asombro con la nieve de Bariloche; la aventura del cruce de los lagos o sortear Los Andes para comer el primer bife a lo pobre, son sensaciones que se mezclan en el recuerdo con la primera revista porteña en la calle Corrientes o la primera noche de juerga imberbe en La Boca. Aparecen imágenes de los tragicómicos cruces en balsa del Río Uruguay con los odiosos trasbordos en Puerto Unzué o Colón y las maratónicas travesías en elementales autobuses a Porto Alegre y las sierras gaúchas o la magnificencia de la BR 101 para llegar a Río de Janeiro y empezar a no entender nada conociendo ese lugar que no solamente es maravilloso, sino inigualable.

Descubrir Carlos Paz sin teatros ni glamour pero ya con Keop´s, el Molino Rojo, el Tano Lenzi, el Gordo Guerrero y Jaime Press, el vidente que era la mayor atracción turística del lugar o llegar a las Cataratas surcando lodazales de tierra roja en buses equipados con cadenas y desde allí la travesía a la capital paraguaya, Asunción,  sorteando cebúes, caballos y vacas por la ruta.

Las experiencias del turismo terrestre regional unidas a los primeros coqueteos con la venta, disfrutando el mostrador de Rincón y Juncal donde era habitual despachar a las chicas que fumaban en sus reiterados abordajes al Augustus, al Giulio Césare y otros transatlánticos pero ellas en tramos cortos, normalmente hasta Buenos Aires (con pernocte) o en el mejor de los casos hasta Santos para alegría de los tripulantes que querían tirar el bote al agua.

Llegar al techo del mundo como es La Paz y entender en vivo y en directo la peripecia de los futbolistas con la altura para huir despavorido hacia Lima en un jet de Braniff y apreciarla como el mismísimo paraíso a pesar de su grisura, de los anticuchos y la escasez de verde de entonces.

Vivir la evolución de la aviación comenzando a volar en un Douglas DC3 a Rivera con escala en Vichadero, luego en los Super Constellation de CAUSA a Buenos Aires, o en un Bandeirante a Paysandú viendo desde el asiento de los bobos la puerta cerrada, atada con alambre, iniciar la luna de miel a bordo de un Fairchaild y terminarla regresando en un Vickers Viscount, también escuchar la queja de un cliente a quien embarqué en un YS11 de Austral diciéndome "esos aviones son para japoneses chiquitos y no para alemanes grandotes como yo", fueron de alguna manera el preámbulo de otras épocas en las que me tocó cruzar el Atlántico en un Boeing 707, llegar por primera vez a Miami en un Jumbo 747 en clase Turista y más adelante hacerlo en Primera.

Desde los hoteluchos más infames a los más esplendorosos cinco estrellas de cadena puedo decir que tienen mi ficha de datos.

Me tocó estar en los dos lados del mostrador en congresos y eventos; escuchando o disertando. Viajé solo, con familia, con amigos, con pasajeros a mi cargo y en casi todos los medios de transporte.

Conocí, compartí momentos y hasta entrevisté a personalidades de varios géneros ya en mi función periodística.

Le pido prestado como siemnpre a Neruda su "confieso que he vivido" para resumir 50 años de vida de champagne a la que jamás hubiese podido acceder con salarios de cerveza.

El turismo y el periodismo han posibilitado todo esto que es apenas una apretada síntesis de una carrera que permite me googleen y me encuentren.

Tengo adelantados algunos apuntes del próximo libro que quizás lleve un título parecido al de este artículo. Hay mucho para contar desde el humor al dolor, de amigos y de los otros pero siempre, intentando comunicar y de esa forma devolverle algo a esta actividad y poder decir luego de medio siglo, que sin haber generado una sola milla de viajero frecuente, de alguna manera he vivido una vida de champagne.

Como prueba irrefutable, este domingo 25 de enero de 2015, me desperté en el tercer piso del Argentino Hotel & Resort de Piriápolis, uno de mis lugares en el mundo.

Nos vemos, ojalá que por unos cuantos años más.

Sergio Antonio Herrera


Portal de América





Comentarios  

Felicitaciones por los 50 años de profesionalismo turístico!!!!
Es verdad que has vivido. Y que credenciales, tenés de sobra para hablar con autoridad de estos asuntos, Esperamos ese nuevo libro con sumo interés.
Salud "afrodescendiente" !!!
Es como decía nuestro común amigo Nacho Suarez para describir las peripecias de los que trabajamos en turismo : " si habrá que tomar champagne para poder llevar un plato de tallarines a casa" !!!
Chacal de Curacavi .

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