En Punta del Este, según un artículo de Marcelo Gallardo en El País titulado: Delitos en Punta del Este: un procesado cada dos días nos enteramos que esos son los números que dan las estadísticas de los primeros seis meses de este 2014 y además que: "El pasado fin de semana dos jóvenes, una pareja de 18 y 17 años con una hija de poca edad internada en el sanatorio Cantegril, fueron detenidos por la autoría del robo de cuatro motos. Dos de las motos fueron recuperadas, pero las otras fueron desguazadas para ser vendidas como repuestos. Los adolescentes fueron trasladados a las Seccional 10ª de Punta del Este lo que motivó la reacción airada y el enojo de sus padres molestos por levantarse de madrugada para ir a buscarlos. "Los padres se irritan porque dicen que la Policía está molestando a sus hijos", dijo el alcalde suplente de Punta del Este, Julio Pérez".

Estas no son las únicas malas noticias, la de fondo es que aún faltan más de tres meses para las elecciones nacionales y más de ocho para que asuma el nuevo gobierno, de modo que como sabemos: "todos estamos en campaña electoral", aunque no tengamos nada que ver directamente, la padecemos igual.

Este drama a dos Puntas, la del Diablo y la del Este debería causar alarma nacional dado que está cercenando año a año el gran atractivo del Uruguay como destino turístico en un todo.

Playas como las de Uruguay hay en todos lados y en muchos casos más atractivas, con aguas de colores maravillosos y con temperaturas amigables, aunque nos cueste admitirlo por excesos chauvinistas.

La "onda" que atrapa de Punta del Diablo por ejemplo, es común a muchos lugares parecidos de toda América Latina.

El glamour de Punta del Este se encuentra en muchos balnearios alrededor del orbe con mayor o menor brillo.

Pero lo que ha hecho históricamente diferente al destino turístico Uruguay ha sido su paz, su tranquilidad, su seguridad, su clásico "aquí no pasa nada" y eso, es lo que se ha perdido.

Hemos ido a Punta del Diablo fuera de temporada, hemos hablado con los habitantes de todo el año, quienes eligieron ese lugar para vivir, para desarrollar sus ideas, sus proyectos y vimos que salvo sus ganas y el paisaje, no tienen nada. No solo no hay destacamento policial ni cuartelillo de bomberos; tampoco hay atención a la salud como es recomendable, entre otras muchas cosas como por ejemplo un simple cajero automático o una estación de servicio.

Hemos estado en la Jefatura de Policía de Maldonado y conocemos la preocupación y el profesionalismo de esa bellísima persona que es el Jefe Daniel Balbis, estamos en permanente contacto con los empresarios del lugar, con los colegas del lugar y nos cuesta aceptar el actual estado de cosas en nuestro principal balneario.

Esta reflexión de hoy no pasa por echarle la culpa al gobierno de Mujica ni reclamarle al Ministro Bonomi o a los Intendentes Barrios o De los Santos, va un poco más lejos, la dirijimos a la conciencia de todos los uruguayos.

Estamos matando a la gallina de los huevos de oro.

Estamos quedando sin conectividad con la región inmediata.

Seguimos dependiendo de un solo mercado emisor y obligados a correr su suerte conformando así la más cruel muestra de ausencia de soberanía, esa que no depende de nadie más que de nosotros mismos, como sabiamente habría dicho el ahora cuestionado Artigas.

Fuimos pasivos al ingreso de la lacra del narcotráfico y estamos siendo además ineficientes a la hora de plantarnos ante ella.

Por eso, si no reaccionamos todos, de nada servirá esperar a que pasen las elecciones.

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