En Uruguay existe, desde la administración Lescano, por la visión y la habilidad política del veterano dirigente frenteamplista, un entendimiento público-privado que si bien en determinados momentos fue necesario y hasta representó un orgullo de la actividad, con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en una especie de barrera que impide ver lo que en el mundo se da: gobierno por un lado, empresarios privados por el otro.

La comodidad, el confort que le da a un gobierno, no tener conflictos con el sector empresarial, como ocurre entre el MINTUR y la CAMTUR es un beneficio que ya lo quisieran para sí, no solamente los gobiernos de casi todos los países, pagarían por ello en Uruguay los ministros de Industria, de Salud Pública, de Ganadería y varios más.

¿Borsari debe pelearse con Kechichian?

¿La CAMTUR debe hacer campaña contra el Ministerio de Turismo y Deporte?

¿Debe interrumpirse el díalogo y las reuniones quincenales?

¡NO!, de ninguna manera.

Como actores inteligentes y profesionales que son o deberían ser, el buen diálogo entre las partes no solamente hay que mantenerlo, hay que cuidarlo especialmente, promoverlo, pero lo que no debe hacerse es seguir con la confusión.

Una cosa es buen relacionamiento y otra muy diferente y aunque rechine y nos vuelvan a cortar el diálogo a nosotros es esta especie de obediencia debida que reina en el ámbito turístico de Uruguay en la que se teme al enojo del MINTUR y por lo tanto, ni se levanta la voz.

Llega a tal punto la cosa que me lleva a recordar un episodio que me tocó vivir a fines de 2009 cuando por iniciativa de la Licenciatura en Dirección de Empresas Turísticas de la Universidad Católica, en conjunto con la Escuela Hotel Kolping, fui invitado a moderar el debate entre Borsari, Presidente de la Cámara de Turismo del Uruguay y Liliam Kechichian por ese entonces fuera del MINTUR, en plena campaña por la diputación la cual finalmente no consiguió al no llegar al cociente de votos necesarios.

Quienes estuvieron presentes, recordarán que más que un debate fue un amable diálogo que me llevó a titular la crónica del día siguiente diciendo que en el debate había ganado el turismo...

Se viene el invierno más crudo de los últimos años

Allí están los inmobiliarios que no integran Destino Punta del Este reclamando la ley del corredor inmobiliario y no consiguen ni que se hable de ello.

Allí están los gastronómicos, pidiendo un año si y otro también que se deje de adelantar la hora en el verano y no lo consiguen.

Allí está AUDAVI tratando de consensuar las fechas de las vacaciones y del inicio de las clases y no lo consigue.

Allí están todos los actores del turismo de todo el Uruguay diciendo que la rentabilidad ofrece márgenes poco menos que indignos.

Allí están los rentadores de autos pretendiendo extender las ventajas tributarias que tenían en algunas intendencias, tragándose el sapo que ahora no las tengan en ninguna.

Allí están los hoteleros montevideanos, viendo como por la falta de políticas coherentes, en poco tiempo deberán convivir con una sobreoferta descomunal de habitaciones en la capital.

Allí están los transportadores turísticos ubicados en el Consejo de Salarios equivocado, pagando el gas oil a precio de cualquier vecino y sufriendo la competencia desleal de quienes están subvencionados.

Allí están los operadores receptivos que cuando se habían armado de valor para ir a protestar al MINTUR por el quasi monopolio que también en ese rubro ostenta el grupo Buquebus, recibieron de parte de las actuales autoridades respuestas del tipo "esto es el capitalismo" y el más grave: "si ustedes publican esa carta que trajeron se termina el diálogo con nosotros".

Hace mucho rato que habría que haber dejado de tratar al enfermo con analgésicos, está pidiendo a gritos bisturí.

Pero como dijimos el lunes, en el turismo uruguayo "Ta todo bien, no pasa nada".

Portal de América