por Lucila Marti Garro
Las cárceles convertidas en hoteles son una opción excéntrica y cada vez más expandida para pasar las vacaciones. Con mucho o escaso lujo, todos conservan su aspecto carcelario, y algunos ofrecen desde pijama a rayas hasta maltrato.
Pasar la noche en una prisión puede ser una experiencia aterradora. Salvo que nadie eche llave a la puerta y que la sentencia termine cuando el internado lo desee.
Así es como proliferan en el mundo los hoteles-prisión, donde dormir en una moderna celda con inodoro y lavatorio, más desayunar pan con dulce, puede ser la mejor herramienta de venta.
Por fuera, el hotel Alcatraz, en el área de Kaiserslautern, Alemania, permanece amurallado y con alambre de púa, tal cual fue construido en 1867. Por dentro, algo modernizado, se convirtió en el primer hotel-prisión del país. Ofrece 56 cuartos con diferente nivel de confort, desde suites hasta habitaciones celda, pequeños cubículos rectangulares con espacio para una cama, un escritorio, inodoro y lavatorio. La puerta tiene incluso el agujero pasaplatos, para aquellos huéspedes que quieran ordenar un típico desayuno de prisión (generosamente incluido en el precio), que incluye una taza de café, un pedazo de pan y una pequeña ración de dulce. Las duchas están separadas para hombres y mujeres al final del pasillo. Los cuartos tienen Wi-Fi y LCD. La noche cuesta unos 50 euros, pero por un poco más los internados pueden encargar un pijama a rayas con su nombre bordado. El bar del hotel está literalmente entre rejas.
En Suiza también hizo su debut el primer hospedaje de este tipo, el Jailhotel, en Lucerna. El edificio fue construido en 1862 y usado como cárcel hasta 1998. Con una ubicación estratégica en el centro histórico, está orientado hacia un público joven por sus bajos precios y la modalidad de hostel. Las habitaciones se promocionan como lo más parecido a la vida en la cárcel. Hay varias categorías de confort aunque sin dejar de lado la temática. Las suites rondan los 120 euros y llevan el nombre que encierra su historia, como la oficina del director, el cuarto de cartas, y hasta la biblioteca, donde las cuatro paredes de libros encierran una cama matrimonial. También están las celdas comunes, con precios a partir de 47 euros. Si bien son pequeñas, tienen todo lo que un huésped necesita, hasta una escalerita para mirar por la ventana. Se puede también compartir el dormitorio para abaratar costos: hay celdas para cuatro internados, con dos camas cuchetas.
Tras las rejas, con Wi-Fi
En las cercanías de Estocolmo, Suecia, puede ser agradable estar en prisión. La cárcel de Långholmen no tiene internos desde 1975, aunque desde 2008 se volvió a llenar de vida con aposentos completamente renovados. Tiene un diseño atrevido y moderno, con estacionamiento, Wi Fi y museo. Las habitaciones celda son del mismo tamaño que las originales. Apenas alcanza para una cama, una silla y un LCD. Las puertas están reforzadas con bisagras de hierro, pero es apenas un detalle que ya no intimida. Las habitaciones son modernas, limpias, y el desayuno es mucho más que pan y agua. También se ofrecen celdas dobles con cama matrimonial, y funciona como albergue con camas cuchetas para hasta cuatro personas.
En general, los hoteles conservan su aspecto carcelario aunque los pensionistas gozan de libertad. Salvo por la terrible prisión de Karosta, en la República de Letonia, que funcionó más de cien años, y de la que nadie pudo jamás escapar. Fue construida en 1900 y operó durante sus últimos años como centro de detención de la KGB para los opositores al régimen comunista. Muchos vienen a divertirse, otros para aprender: es una lección cruel de la historia. Para visitarla no es necesario estar alojado. Hay un museo, visitas guiadas y también la atracción detrás de los barrotes, un reality show donde los turistas son prisioneros por un rato. Se hacen tours guiados al fuerte, y se recorren los laberintos subterráneos con antorchas.
Pero siempre están aquellos que se ríen en las casas embrujadas y van por más. Por 15 dólares se puede pernoctar en una litera o cama de hierro, comer una vianda, y ser tratado como un prisionero de verdad. La primera etapa de la detención es el interrogatorio. Cuando llega la noche, los internados tienen unos minutos para lavarse los dientes y, una vez que se apaga la luz, es obligatorio hacer silencio.
El lugar es oscuro y deprimente, y el staff actúa como guardias que lo hacen sentir al invitado bastante incómodo. Lo bueno es que, a diferencia de la cárcel de antaño, pueden rendirse y salir en cualquier momento. El hotel se promociona poco amigable, frío, incómodo y abierto todo el año.
Celdas cuatro estrellas
En el otro extremo están las terribles prisiones que se han convertido en lujosos hoteles. Allí el ambiente es tan acogedor que suena lógico pagar para estar encerrado. Liberty House, en Boston, fue la cárcel de Charles Street en el siglo XVII y cerró sus puertas en 1990. Hoy nuevamente está abierta como hotel cuatro estrellas. Si la vieran sus antiguos internados quedarían impresionados y seguramente celosos. Una condena por una noche cuesta como mínimo 250 dólares.
El edificio histórico refleja el pasado de la propiedad gracias a su meticulosa restauración, que demandó una inversión de 150 millones de dólares. Si bien la distribución de su interior, con una cúpula central, los pasillos, y los vestigios de las celdas en el bar hablan de su pasado carcelario, no es el caso de las habitaciones, que son completamente lujosas, luminosas y modernas.
Una suntuosidad similar se puede encontrar en el castillo de Oxford, en Inglaterra. Esta imponente fortaleza de piedra con casi mil años de historia funcionó desde 1888 como prisión, hasta que fue cerrada definitivamente en 1996. Diez años después, la cadena Malmaison prometió conservar su historia y fisonomía convirtiéndolo en hotel. El castillo saca provecho de su pasado, y con algo de misterio y suspenso se pueden recorrer sus pasillos con guardias caracterizados hasta llegar al subsuelo. Si algún dichoso es condenado podrá albergarse en este lujoso hotel de 94 habitaciones, con precios a partir de 205 dólares la noche.
Es una sentencia al lujo: pasillos de alfombra roja, habitaciones de 20 m2 con baño privado, y servicio de primera categoría. La estructura de la prisión refleja y hace sentir al huésped preso, con sus largos pasillos de puertas que miran a un hall central y las escaleras de hierro que conducen a la planta baja. Cada habitación toma tres antiguas celdas, y salvo por la puerta, que permanece original, el interior es completamente nuevo. Por las mañanas se huele el aroma del desayuno servido en la sala de visitas de la penitenciaría y los reclusos pueden pedir su último deseo en el bar, donde hay vinos de todos los estilos y regiones que alcanzan los 270 dólares. Estar preso
DATOS ÚTILES
Alemania. Hotel Alcatraz: www.alcatraz-hotel.com
Letonia . Hotel prisión Karosta: www.karostascietums.lv/new/en/intro-en.html
Suiza. Jailhotel: www.jailhotel.ch
EE.UU. Liberty hotel: www.libertyhotel.com
Suecia. Långholmen hotel: www.langholmen.com/Es/Hotel/AboutHotel.aspx
Inglaterra. Malmaison hotel: www.malmaison.com/hotels/oxford/
fuente: lanacion.com.ar





