por Michel Euler, AP
Sólo un número limitado de afortunados parisinos y turistas tendrán la oportunidad de admirar el vasto horizonte de la capital francesa desde el techo de la torre de 54 metros de altura: es abierto a visitas guiadas sólo tres días a la semana hasta el 15 de septiembre.
La ciudad de París terminó la restauración de la torre de piedra en 2009, la cual demoró tres años y costó U$S 11 millones (aproximadamente R$ 26.4 millones). El lugar permaneció cerrado hasta ahora, mientras los arquitectos de la ciudad debatieron sobre la mejor manera de dejar seguros los estrechos miradores para los visitantes.
La torre era parte de una iglesia del siglo 13 llamada Saint-Jacques-de-la-Boucherie, que fue destruida durante la Revolución Francesa. La torre se ha conservado no sólo por su importancia arquitectónica como uno de los mejores ejemplos de estilo gótico de la ciudad, sino también por su gran altura, que hace que sea un lugar perfecto para los observadores que mantuvieron atenta su mirada en los incendios en la ciudad, de acuerdo con Laurence Fouqueray, arquitecta de la Secretaría de Cultura de París.
Hoy en día, los visitantes hacen picnics en la pequeña plaza que rodea la torre, en la rue de Rivoli, a pocos pasos del Hôtel de Ville (ayuntamiento) y en el otro lado del Sena, la catedral de Notre Dame.
Las visitas guiadas se realizan de viernes a domingo, cada hora entre las 10h y las 17h, y están limitadas a 17 personas a la vez, los niños menores de diez años no son aceptados. Los visitantes deben llegar a las 9 am en el día que quieren visitar el sitio y reservar un lugar en una de las ocho visitas, a un costo de 6 euros por persona (unos R$ 20). Las entradas disponibles se han agotado todos los días desde que la torre fue abierta el 5 de julio, de acuerdo a Fouqueray.
Hacer de la torre un lugar turístico durante todo el año requeriría adaptaciones y restauraciones adicionales, tales como la construcción de rejas de seguridad en la parte superior, que destruirian el ambiente único de la torre. "No te daría la misma sensación", dice Fouqueray. Abrir la torre para pequeños grupos durante unos meses del año evita este problema, pero aún no se ha decidido si la experiencia va a repetirse en los próximos años.
La subida a la azotea de la torre incluye una extenuante escalada de 300 escalones en una escalera de caracol oscura, que puede dejar al turista un poco mareado y sudoroso. Pero la vista vale la pena el esfuerzo.
Prácticamente todos los monumentos de París se pueden observar en un impresionante horizonte de 360 grados que enmarca el Arco de Triunfo, la iglesia Sacre Coeur, la Torre Eiffel y la Ópera de París. Los tejados grises de París se alargan en el horizonte y los barcos que navegan el Sena parecen de juguete.
El proyecto de restauración fue dirigido por Jean-François Lagneau, un destacado experto en monumentos históricos de la ciudad. Unas 30 personas trabajaron en la empresa.
En el techo hay numerosas gárgolas y cinco grandes estatuas: la de Saint Jacques, la más alto de ellas, "mira" a París en dirección noroeste, mientras que las que están en las otras esquinas son un león, un toro y un águila, símbolos religiosos.
Después de la Revolución Francesa, las campanas de la torre fueron fundidas y nunca fueron reemplazadas. La torre tuvo diferentes ocupaciones (e inusuales) durante los siglos: el matemático y físico renacentista Blaise Pascal la utilizó para experimentos científicos en el siglo 17, un productor de municiones la ocupó en el comienzo del siglo 19 y una estación meteorológica se fijó allí desde finales del siglo 19 hasta el principio de este siglo.

Torre Saint-Jacques, vista desde abajo alrededor de la rue de Rivoli, en el centro de París
Portal de América - Fuente: Associated Press, publicado por www1.folha.uol.com.br