La seducción del Este europeo
Martes, 16 Abril 2013

Las playas de Budva se extienden sobre la costa del mar Adriático, cerca de Podgorica. Las playas de Budva se extienden sobre la costa del mar Adriático, cerca de Podgorica.
Más de 1.200.000 turistas visitaron Montenegro en 2012, el doble de la población de este pequeño país balcánico ubicado a orillas del mar Adriático que fue parte de Yugoslavia y en 2006 se separó pacíficamente de Serbia. Con 670 mil habitantes y un territorio del tamaño de la isla de Puerto Rico –unos 14 mil km cuadrados– Montenegro atrae por su diversidad cultural y su curiosa geografía. Para los entendidos, es el último sitio inexplorado de Europa. Tiene pueblos y monasterios antiquísimos pero también playas y discotecas, lagos inmensos y montañas equipadas para deportes de invierno. Es un paisaje donde se mezclan columnas griegas y romanas, minaretes otomanos, iglesias medievales, bosques, viñedos y olivares.
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Para empezar, hay más de cien playas en la pintoresca costa sobre el mar Adriático. Entre ellas, Budva –a 20 km del aeropuerto de Tivat– es el centro de diversiones para los más jóvenes, que a veces prefieren ir más al sur, hacia las tranquilas playas de Bär y Ulcinj. El casco histórico de Budva tiene dos mil años de antigüedad, con una ciudadela fortificada, calles medievales con pequeños negocios y restaurantes, viejas iglesias ortodoxas como San Sava, Santa María y San Iván decoradas con frescos y mosaicos bizantinos.

La espectacular bahía de Kotor es el fiordo más sureño de Europa. Entre las montañas se ven pueblos de tradición marinera, además de sitios históricos valorados por la Unesco. Es el caso de los pueblos de Perast y Kotor, donde hay huellas de las civilizaciones que gobernaron Montenegro durante siglos, desde la época clásica con Grecia y Roma hasta la República de Venecia, Bizancio y los imperios Otomano y Austrohúngaro. En esa lista habría que incluir las distintas encarnaciones de Yugoslavia durante el siglo XX, porque fue una monarquía y luego una república socialista, hasta su disolución en la guerra civil de la década de 1990.

Perast muestra uno de los mejores ejemplos de la arquitectura barroca en esta parte del Adriático, dicen los entendidos. Abundan aquí las iglesias y edificios que datan del siglo XV junto a mansiones más modernas, construidas en el siglo XVIII cuando el pueblo fue un emporio mercantil y naviero. Frente a Perast está la Isla de Nuestra Señora de las Rocas con una hermosa iglesia, tan visitada por feligreses y turistas que originó un servicio de “lanchas-taxi” para verla.

A la entrada de la bahía de Kotor, Herceg Novi es el más norteño de los pueblos montenegrinos, con 300 días de sol prácticamente asegurado y 16° C de temperatura promedio. Los barcos de excursión tienen que atravesar canales y estrechos hasta llegar al fondo de la bahía, donde está el pueblo de Kotor, orgulloso de la catedral de San Tryfon y las murallas construidas por la República de Venecia durante los cuatrocientos años –entre el siglo XIV y el XVII– en que dominó la región. “Lo que es de otros no nos interesa, lo que es nuestro no lo entregaremos”, dice una de las puertas de entrada en la muralla. Kotor es la antigua Cattaro, que pasó de las manos de Venecia al Imperio austrohúngaro durante el siglo XIX. Era una base naval clave para ese imperio y fue escenario de un famoso motín naval inspirado en el pacifismo. Ocurrió en febrero de 1918 –a fines de la Primera Guerra Mundial– cuando buena parte de la flota austrohúngara anclada allí se rebeló.

Patrimonio histórico
En la zona central está la capital, Podgorica, la ciudad más grande y moderna del país. Su aeropuerto tiene vuelos diarios a Belgrado con Air Montenegro, pero –vale tenerlo en cuenta– cuando los viajeros tratan de ir hacia las ciudades costeras se extraña un buen servicio de ómnibus.

En esta misma región está la capital histórica de Montenegro, Cetinje, que hoy es la residencia oficial del presidente. Fue fundada en el siglo XV y brilló durante el período monárquico de Montenegro, como lo muestran sus mansiones y avenidas. Cetinje tiene una gran herencia cultural, con museos, galerías de arte y un monasterio construido en 1701. También en la zona central del país, a 15 km de la ciudad de Niksic, el monasterio ortodoxo de Ostrog –creado en el siglo XVII en memoria de San Basilio– es el sitio de peregrinación religiosa más popular de Montenegro. Hacia el sur del país, compartido con la vecina Albania, está el imponente lago Skadar con sus 530 kilómetros cuadrados de superficie. Es el más grande del país y un sitio de visita obligada para los entusiastas de la navegación, el trekking o el avistaje de pájaros. Hay 280 especies en la zona, entre ellos el raro ibis negro y el pelícano de Dalmacia.

Hacia la frontera norte, donde Montenegro limita con Serbia y Bosnia, se despliega la cadena montañosa de los Alpes Dináricos. Hay picos de más de 2.500 metros de altura –como el Durmitor, protegido por un parque nacional– en un entorno casi virgen.

Zabljak es “la capital del esquí”, pero además un lugar indicado para practicar rafting en las aguas del Cañón del río Tara.

País balcánico, Montenegro está en la encrucijada de caminos entre Europa y Asia. Con el nombre clásico de Dalmacia, la costa montenegrina del Adriático siempre fue codiciada por Italia, desde los tiempos del Imperio romano hasta la época de Mussolini. Pero el horizonte cultural apuntaba a Bizancio, de donde llegaría la religión cristiana ortodoxa y la lengua, de raíz eslava. En tiempos medievales, Serbia influyó en la creación del Principado de Zeta, origen de Montenegro, que hacia 1860 bajo el reinado de Nicolás I se alió con Rusia y emprendió la guerra contra el Imperio Otomano. En 1878 el Congreso de Berlín reconoció su independencia, pero Montenegro siguió siendo uno de los países más pobres de Europa. Hacia 1919 sobre las cenizas del Imperio austrohúngaro nació el Reino de Serbia, Croacia y Eslovenia, origen del “reino de los eslavos del sur”, Yugoslavia, que ya en 1929 unía a Montenegro con sus vecinos bajo el reinado de Alejandro I de la dinastía serbia Karadordevic. Esta monarquía se derrumbó con la Segunda Guerra Mundial, cuando los partisanos del mariscal Tito crearon, con apoyo de Stalin, la Federación Socialista Yugoslava. Entre aquellos partisanos estaba el político y escritor montenegrino Milovan Djilas (1911-1995), socialista disidente y autor del libro “La nueva clase” –obra que lo hizo famoso, pero lo llevó a la cárcel en tiempos de Tito– y de valiosos relatos literarios e históricos.

Desarrollo turístico
Lo cierto es que aquel récord europeo de 1.200.000 visitantes hizo que The New York Times destacara a Montenegro como uno de los destinos emergentes en 2013. Significativamente, la mejora en hotelería y servicios ya se nota en distintos sitios. Los pueblos de la costa están unidos por la moderna Autopista del Adriático, pero las típicas rutas de montaña –aunque son riesgosas– ofrecen paisajes inolvidables, como la que une Kotor y Cetinje.

El idioma oficial de Montenegro tiene mucho del antiguo serbo-croata, aunque aquí conviven en los carteles callejeros el alfabeto cirílico y el latino. En los pueblos costeros sobre el Adriático no falta quien entienda italiano e inglés. Después de la crisis económica provocada por la guerra civil yugoslava, Montenegro adoptó el euro como moneda.

Signo de los nuevos tiempos, en la capital del país, Podgorica, el Crna Gora Hotel –desde 1952 es un ícono de la época en que el mariscal Tito gobernaba Yugoslavia– ahora se está reciclando. En 2014 será el Hilton Podgorica Montenegro, con 197 habitaciones, 23 suites, restaurantes y un moderno centro comercial.

En la hermosa costa del mar Adriático, a 15 minutos en auto desde el puerto de Budva, la pequeña isla Sveti Stefan es el lugar de veraneo predilecto de Sofía Loren, Sylvester Stallone y la reina Isabel II de Inglaterra. Allí mismo, entre plantaciones de olivos, bosques de pinos y cedros junto al mar, la cadena Aman Resorts modernizó a todo lujo el hotel Sveti Stefan, con diez habitaciones ubicadas en antiguas fortificaciones que datan del siglo XV e incluyen Villa Milocer, la residencia de verano de la reina Marija Karadordevic inaugurada en 1936.

Hacia el norte, en Tivat, frente a la bahía de Kotor, el magnate Peter Munk está terminando un lujoso puerto de yates con 630 amarras, Porto Montenegro. Incluirá viviendas, restaurantes, centros de compras y hoteles de la cadena Regent.

Pero lo más notable es que, a pesar de la multitud de turistas, Montenegro continúa siendo un destino económico. Hay hoteles confortables por 70 euros la noche. Un almuerzo con ensaladas mediterráneas, quesos y pimientos puede costar 10 euros, con el vino y el postre incluido. Por eso, los conocedores dicen que Montenegro es como Croacia antes de la llegada de los cruceros y el turismo masivo. Hay que visitarlo ahora, antes de que sea tarde.

Portal de América - Fuente: www.clarin.com

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