por Eliseo Sequeira, desde Montevideo
La presentación tuvo lugar este miércoles en la Cámara de Comercio e Industria Uruguayo-Alemana, con la participación de empresarios y prensa. Luego de la conferencia, los representantes de Doppelmayr mantuvieron reuniones con autoridades de la Intendencia de Montevideo, Ministerio de Transporte y Obras Públicas y Ministerio de Turismo y Deporte.
La conferencia y las reuniones tuvieron como finalidad informar acerca del potencial y las bondades de los productos ofrecidos. Si lo entienden pertinente, son los gobiernos locales o las entidades privadas quienes plantean su deseo o necesidad, y la firma responde con un proyecto a la medida. Enfatizó que la manera más cómoda de trabajo de la firma, es que ellos aportan la tecnología de la movilidad, y son los locales los que determinan dónde el teleférico sería de mayor utilidad, los puntos a unir y realizan la obra de hormigón.
Actualmente, las nuevas tecnologías en diseño, ingeniería y motores eléctricos, han reducido significativamente los costos de estos sistemas, haciéndolos más accesibles. Normalmente, los mayores costos corresponden a las estructuras de partida y llegada de los servicios. Por ello existe una tendencia a hacerlos coincidir con centros comerciales, terminales de otros servicios de transporte, escuelas, universidades, estacionamientos grandes u otros puntos de concentración de gente. La reducción de costos hace que actualmente "proyectos con recorridos de entre 800 y 2.000 metros sean altamente viables y rentables, aún en el llano".
Teleféricos para diversos usos

Teleférico en Singapur
Lewinsky explicó que si bien en décadas pasadas los funiculares y teleféricos tenían un uso predominantemente turístico, hoy día esa función se ve alternada con la interacción con el transporte urbano. También son utilizados con éxito en el transporte de diversas cargas, tanto en contenedores como a granel.
Con relación a los recientes proyectos que la empresa concretó en Caracas y La Paz, y del que se encuentra construyendo en Río de Janeiro, señaló: "Son ciudades cuyo rápido crecimiento excedió cualquier planificación urbana, construcción de autopistas o vías rápidas. Hoy día, los funiculares ofrecen una posibilidad inmejorable para movilizar gente de barrios mal comunicados". Puso como ejemplo el caso de la capital venezolana, donde una red bien diseñada y no demasiado extensa permite a miles de personas de una barriada "a trasmano", acceder a estaciones de metro y a la autopista.
Con relación a la competencia entre diversos sistemas de transporte, señala que el teleférico pasa a complementar el sistema público. "Las personas que viajan en ómnibus o taxi, siguen usando esos medios. Lo que se reduce en forma importante es el uso de coches".
Medio seguro y no contaminante
Los sistemas de teleféricos funcionan con un único motor eléctrico de entre 500 y 700 caballos de fuerza, situado en uno de los extremos del recorrido. Por ello, la contaminación que puede causar es despreciable frente a todos medios, tanto en emisiones como en ruido. Un punto que señaló muy especialmente, es que el sistema funciona a una velocidad constante, y al no haber cruces, las frenadas son casi inexistentes. "Los procesos de frenada y aceleración son los más desgastantes para los vehículos". Por ello, la durabilidad de estos sistemas se mide en décadas.
Además, estos sistemas de transporte por cable "se adaptan fácilmente al paisaje urbano", y no requieren un gran uso del suelo. Las mayores superficies corresponden a las terminales de partida y llegada, y las columnas que sustentan el cable en su recorrido no ocupan más de dos metros cuadrados, y hasta pueden apoyarse en edificios preexistentes.
En cuanto a la seguridad, Lewinsky destacó que "los accidentes son casi inexistentes" en estos sistemas, ya que no existe posibilidad de colisión entre las góndolas ni con otra clase de vehículos. Esto hace que la probabilidad de accidente de un pasajero de teleférico sea tres veces menor que la de un pasajero en tranvía, autobús o tren y cincuenta veces menor al que viaja en coche.
Como valor agregado, las góndolas generalmente están monitoreadas con cámaras y tienen botón de pánico. Esto hace que "a nadie se le ocurre cometer un delito o un acto de vandalismo en un habitáculo cerrado, del que no se puede bajar por el camino, y donde al término del recorrido lo va a estar esperando la policía".
Además, los vagones son de capacidad fija, por lo que no pueden subir más personas que las preestablecidas. Por ello, el pasajero sabe que va a viajar sentado, cómodo, y tendrá sus cinco minutos de tranquilidad mientras disfruta del paisaje o navega por internet, pues es común que este transporte disponga de Wifi.
Hablando en números
Un sistema teleférico puede transportar hasta 10.000 pasajeros por hora (5.000 en cada sentido), lo que equivale a cien recorridos de autobús y dos mil viajes de auto. Esta cifra varía según el tamaño de las góndolas y la velocidad a la que viajen. "Cuando un sistema de teleféricos se usa con fines turísticos, se ajusta a una velocidad baja, y cuando se dedica al transporte urbano, se le aumenta". La velocidad estándar suele situarse en el orden de los 18 o 20 Km/h, lo que equivale a unos 6 ó 7 m/s. En las terminales y paradas intermedias la góndola no se detiene totalmente, sino que baja su velocidad a 0,3 m/s (la velocidad media del hombre es de 1 m/s).
Según las necesidades de cada ciudad, será la extensión de la línea y la cantidad y capacidad de las góndolas. Puso como ejemplo que "Una aplicación habitual en las ciudades caribeñas con gran turismo de cruceros, es implementar un teleférico que traslade a los pasajeros directamente desde el barco hasta un centro comercial o de interés turístico fuera del puerto".
En cuanto a los costos de desarrollo e instalación, suelen ser de uno a dos tercios de lo que cuesta una red de transporte terrestre que cubra el mismo servicio. Como cifra señaló que un sistema básico puede rondar los cinco millones de euros.
Además, puso especial énfasis en su bajo costo de operación, energía y mantenimiento, ya que los motores no sólo son económicos, sino que "el frenado de los carros se produce devolviendo energía a la red", lo que contribuye al ahorro. El hecho que sólo frenan entre una y tres veces al día, unido a una velocidad constante, reduce significativamente el deterioro del sistema y los costos de mantenimiento, lo cual le da "una longevidad mínima de entre treinta y cuarenta años".
Con respecto a personal, los carros del teleférico no llevan conductor ni guarda, por lo que con cinco personas se puede operar la red entera sin inconveniente: dos en cada terminal, y una para reemplazar a alguna de las cuatro restantes en sus descansos.
Finalmente, consultado sobre el valor del boleto que tendría este tipo de servicio para un usuario, Lewinsky prefirió no opinar, asegurando que dichas tarifas suelen ser "una decisión política" de la administración de las ciudades o países que los encargan: "hay lugares donde se subsidia, lugares donde se cobra, y lugares donde se abusa".
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