Muchos de los empresarios, los profesionales y hasta los artistas argentinos que de buenas a primeras se topan con la responsabilidad de gestionar algún producto, empresa o actividad cultural de Uruguay, suelen involucrarse de tal modo que actúan con su propia impronta, con las características que les destacan y por las cuales han llegado hasta allí, pero -invariablemente-, casi inconscientemente, son “atrapados” o simplemente influenciados positivamente por la “uruguayez”. A su manera, son conquistados por las pequeñas grandes diferencias de la cotidianidad que impera de este lado del Río del Plata en la inevitable comparación del estado de cosas con su propio país.