por Sergio Antonio Herrera, desde las Islas Cíes, España. - @DelPDA
La primera parada es en Ponte Maceira para disfrutar la cascada del Río Tambre y los molinos de río.
Prosiguiendo se llega a Muxia, donde su pedregal de tono más oscuro en la orilla recuerda el desastre del petrolero Prestige de 2002, que se accidentó y desparramó toda su carga en el lugar, tiñendo de negro toda la zona.
Según los romanos, el cabo de Finisterre indicaba el final de la tierra o directamente el fin del mundo. Es una experiencia muy disfrutable llegar hasta alli.
En el puerto, muy pintoresco y colorido, la oferta gastronómica es excelente, variada y muy en precio.
Las imágenes de las distintas playas que se aprecian en la ruta de regreso son espectaculares y no menos interesantes son las paradas que se realizan en la maravillosa cascada del Río Ézaro y en Carnotta, para ver uno de los hórreos más grandes de España, con 34 metros de largo.
Ponte Maceira, Río Tambre.
Muxia, donde sus rocas aún mantienen el tono oscuro debido al derrame de petróleo del Prestige en 2002.
Iglesia Nuestra Señora de la Barca, Muxia.
Gaitero y gaita hasta en el fin del mundo.
Llegamos al fin del mundo.
Faro de Finisterre.
Puerto de Finisterre.
Cascada del Río Ézaro.
El Hórreo de Carnotta, con sus 34 metros de longitud, es uno de los más grandes de la región gallega. Antes, a falta de frío se guardaban alimentos. Actualmente se conserva el maíz para alimentar el ganado.
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