por Sergio Antonio Herrera, desde Piriápolis - @DelPDA
En ruta se puede decir que vimos varios coches de allende el Plata pero al menos hasta ahora, en Piriápolis no tantos.
Vale hacer la precisión que justamente es el mercado uruguayo el que alimenta de turistas a Piriápolis habitualmente, por lo que tampoco nuestra primera impresión hay que tomarla como un dato indesmentible.
A las dos de la tarde el Puertito de Don Anselmo, otro barómetro inequívoco del lugar estaba con muy pocas mesas ocupadas.
En Piriápolis, contrariamente a lo que pasa con Punta del Este, el nivel de los precios es decisivo. Aquí no caben números disparatados, hay que cobrar "igual que en Montevideo en el resto del año".
Comimos seis personas (dos adultos y cuatro niños). Siete platos en total; cuatro refrescos de medio litro, un agua mineral y una botella de 3/4 de Chardonay argentino y la factura fue de 3.700 pesos (algo más de 130 dólares) pero con el descuento de la tarjeta de un diario capitalino y el del 9% de IVA por pagar con plástico, la cuenta bajó a poco más de 2.800 pesos (unos cien dólares).
El postre no lo incluimos porque es religión ir a tomar un helado a El Faro después de almorzar por aquí. Una delicia.
Mientras espera el proceso que lo lleve a la adjudicación de la nueva concesión, el Argentino Hotel de Piriápolis sigue siendo uno de nuestros lugares en el mundo. Hace unas horas que legamos y lo estamos disfrutando a pleno.
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Comentarios
Es bueno que a uno de vez en cuandoen lo traigan del exilio.