Este martes, día que el clima estuvo un poco más amigable, pudimos retornar a algunos lugares y conocer otros. Empezamos caminando desde el hotel por la Rue St. Denis hasta la Rivoli para girar a la derecha y llegar al Museo del Louvre, un lugar que durante 800 años ha sido uno de los íconos parisinos y adonde casi todos van por lo mismo, la obra de Da Vinci la Mona Lisa, aunque nos queda la duda si la mayoría va a admirarla y fotografiarla o sencillamente admirarse y fotografiarse.
Fotografiar la Mona Lisa entendios que no es imprescindible además, con la multitud no es fácil, por ello creímos más apropiado mostrar la otra cara
Es impresionante el ritmo del Louvre y la cantidad de gente que se nuclea allí, es uno de esos lugares incomparables a nivel universal, más allá de lo que representa para la cultura. No se puede visitar París sin pasar por allí, a pesar que nadie se quede los cuatro meses que dicen se necesita para visitarlo como es debido.
La Venus de Milo, otro de los puntos fuertes del Louvre
La Pirámide de Cristal, el símbolo masón ordenado construir por Miterrand, visto desde adentro del museo
Llegamos luego a través del Jardín de las Tullerías a la Place de la Concorde para maravillarnos una vez más por tener al alcance de la vista los principales referentes de la metrópoli como la misma plaza, los Campos Eliseos, el Arco del Triunfo, la Torre Eiffel y girando apenas a la derecha la Magdalena.
Siempre es momento de robar alguna imagen, esta vez lo necesitamos para mostrar la Place de la Concorde
Caminamos por Saint Honoré hasta Vendome y allí vimos como están reconstruyendo todo el legendario Ritz ante la atenta presencia de Dior, Chanel, Van Cleef, Boucheron, Cartier, Rolex y los demás nombres tan familiares para todos.
Hicimos un break para llegar una vez más a través del simple metro hasta la plaza de St. Mitchel y reponer energías almorzando en un bistró del Barrio Latino uno de los menús de oferta: sopa de legumbres; bife de ternera con fritas y helado, por...10 euros.
Volvimos a bajar al subterráneo esta vez para dirigirnos nuevamente a la Torre Eiffel y desde el embarcadero a sus pies iniciar el crucero por el Sena en uno de los Bateau Parisiennes, el Brigitte Bardot, mientras veíamos partir antes que nosotros el Catherine Deneuve.
Si algo le faltaba a nuestro flechazo con París fue este paseo. Es incomparable, imperdible, maravilloso. Además, tuvimos la enorme fortuna de contar con uno de esos anfitriones que le dan valor agregado a lo que hagan, sea lo que sea. Cuando al final del viaje tengamos tiempo de editar todos los videos registrados lo verán en acción, pero como adelanto, les digo que recomendó visitar el Louvre con la suegra y dejarla los cuatro meses...
Dentro de este maravilloso panorama, se destaca en todos lados la presencia de jóvenes trabajadores de cualquier parte del mundo. Nos hemos encontrado con alemnes, españoles, japoneses, africanos y por supuesto y como no podía faltar algún uruguayo. Caminando por el embarcadero del Sena, escuchamos que desde una de las cabinas de atención al turista a través del micrófono, el funcionario le decía a un señor con el que hablaba: "hay muchos uruguayos por aquí, ayer pasó un grupo". Por supuesto me acerqué y les dije, aquí hay otro, despertando la inmediata carcajada.
Nos vamos a Versalles, si puedo, mañana les cuento. Esta noche nos despedimos de París, en la mañana del miércoles iremos temprano al Charles de Gaulle para embarcar hacia Italia, donde empezará seguramente un nuevo idilio con el viejo continente.
Nos vemos.
Portal de América
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