por Sergio Antonio Herrera, desde Montevideo
Hoy, puede actuar Madonna o Paul McCartney en esa costa espectacular y puede haber cientos de miles asistiendo, bailando, agitando, bebiendo, fumando, sublimando ese espacio encantado, pero allí atrás, como hace más de 50 años cuando entraban las razzias del DOPS y asesinaban salvajemente a los detenidos en las pendientes de los morros, siguen estando las favelas y el narcotráfico.
Ahora no fue el DOPS, pero una megaoperación contra el Comando Vermelho dejó -por el momento-, más de 130 muertos y abrió un debate sobre el uso de la fuerza, la política de seguridad y el futuro urbano y turístico de la ciudad.
El 28 de octubre de 2025, Río de Janeiro vivió una jornada de violencia inédita en las últimas décadas. Una operación policial a gran escala —con alrededor de 2.500 agentes movilizados en los complejos del Alemão y la Penha— se transformó en una confrontación que dejó un saldo humano grave y escenas de calles tomadas por blindados, helicópteros y barricadas en llamas. Las autoridades estatales informaron detenciones y el secuestro de armamento pesado; organizaciones de derechos humanos y observadores internacionales demandaron investigaciones por el elevado número de fallecidos.
Para el gobierno de Río, representado por el gobernador Cláudio Castro, la acción constituyó un golpe contra la expansión del Comando Vermelho y una respuesta al uso de armas y drones por parte de las facciones. En su comunicado y en mensajes públicos, el poder ejecutivo local calificó la operación como una respuesta necesaria ante 'narco-terrorismo'. Al mismo tiempo, surgieron imágenes y testimonios que muestran cuerpos en zonas periféricas y denuncias sobre la proporcionalidad del uso de la fuerza, lo que aumentó la presión sobre la justicia para que investigue cada muerte.
Hay especulaciones a granel, hasta aquellas que sugieren que el acercamiento de Lula Da Silva a Donald Trump y la posible eliminación de los aranceles excesivos a los productos brasileños, con el consiguiente impacto positivo para la izquierda en Brasil, podría haber sido una de las causas que generara la masacre para dañar la imagen del país.
En una de las consultas que hicimos para este artículo, un colega brasileño nos dio un testimonio estremecedor: "Las imágenes de hoy son aterradoras Sergio; muertos con las manos atadas, degollados, con balazos en la nuca. Fue una ejecución masiva...".
El impacto sobre el turismo
El impacto inmediato es ya palpable: vías principales y corredores de transporte fueron interrumpidos, servicios alterados y la percepción de seguridad —clave para el turismo receptivo— quedó dañada. Río recibe turismo de ocio, congresos y grandes eventos internacionales; la ciudad tenía además una agenda de eventos globales en las próximas semanas, por lo que la crisis puede afectar cancelaciones, reprogramaciones y la decisión de organizadores internacionales. Las señales iniciales que suelen aparecer tras episodios de violencia masiva incluyen caídas temporales en reservas y un aumento en las consultas de seguridad por parte de agencias y operadores.
A mediano plazo, la recuperación del flujo turístico dependerá de tres factores: la respuesta institucional (investigación transparente, garantías de seguridad y medidas de reparación comunitaria), la comunicación creíble con mercados emisores (para contrarrestar pánicos y rumores) y la coordinación con operadores privados para ofrecer alternativas y garantías a viajeros y organizadores de eventos. Si el gobierno logra demostrar que la ciudad puede garantizar la seguridad de visitantes y residentes con respeto a los derechos humanos, la recuperación será más rápida; si la narrativa dominante sigue siendo la de la impunidad y la confrontación, el daño reputacional puede extenderse.
El episodio del Alemão marca un punto de inflexión. Más allá de la investigación judicial que deba seguirse para determinar responsabilidades concretas, los hechos obligan a replantear políticas públicas: la seguridad no puede ser solo espectáculo de fuerza. Para los que trabajan por la ciudad —desde gobiernos locales hasta operadores turísticos— la lección es clara: la gobernanza de la seguridad y la reconstrucción de confianza social son condiciones necesarias para sostener la actividad económica y el atractivo internacional de Río.
Una opinión removedora
Quisimos tener la opinión de una amiga brasileña, la profesora, doctora e investigadora vinculada a la Universidad de San Paulo (USP) Mariana Aldrigui, a quien le consultamos cual era el mensaje para los futuros turistas, si podrían pensar en llegar a Río de vacaciones.
Con su habitual calma para expresarse, nos dijo: "Esa es una gran preocupación; la imagen de Río siempre termina dañada por estos episodios. Naturalmente, los mensajes serán de que se refuerza la seguridad. Esta semana fueron cancelados eventos, siento que el episodio muestra la desconexión en cuanto a que la imagen de Río es importante para la economía de la ciudad y para inclusive, generar empleos que puedan a lo largo del tiempo ayudar a cambiar la realidad social de la ciudad y del estado. Pero hoy Sergio, aún muy afectada con lo ocurrido, encuentro difícil pensar en los turistas ¿sabes?, querría que el mundo fuese solidario con los inocentes muertos...La gente habla tanto de turismo responsable y regenerativo ¿no es así?, pero no sería responsable fingir que no hay un problema. El turista en sí no va a resolver el problema de la violencia, pero puede ayudar a presionar en su contra, porque una gran parte de quienes trabajan en los hoteles, en las playas, los que atienden a los turistas, viven en esas comunidades pobres. Y estas cosas nunca son tenidas en cuenta. Probablemente, aquellas personas que no consiguieron trabajar ese día por causa de los episodios vividos, van a tener descuentos en sus salarios...¿tú entiendes esta crueldad duplicada...???




