por Sergio Antonio Herrera, desde Punta del Este
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Es muy complicado sobrellevar el éxito en Uruguay.
Mucho peor si el exitoso es el hijo de un ex presidente, es relativamente joven, tiene buena presencia, un gran timing para aparecer y dar la cara ante la opinión pública y además, vive en un barrio privado, es surfista y contra todos los pronósticos, se constituye en Presidente de la República.
A los trece días de asumir la presidencia se declaró la pandemia por Coronavirus ante los primeros casos detectados en el país. El excelente manejo de la difícil situación le valió el reconocimiento y la admiración de propios y extraños. Saliendo de ese flagelo comienza a enfrentar las dificultades de la invasión rusa a Ucrania y en lo interno, uno de sus hombres de confianza (su custodia personal) va a la cárcel por corrupción; un senador de su más estrecho entorno va preso por múltiples delitos sexuales contra menores. El otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset cuando estaba preso en Dubai genera un escándalo de tal magnitud que desencadena las renuncias del Canciller y la Subsecretaria; del Ministro y del Subsecretario del Interior. A pesar de todo ello, la evaluación de la imagen medida por las principales encuestadoras del país está muy cerca de la mitad de los encuestados.
Luis Lacalle Pou fue durante dos décadas parlamentario, hace casi cuatro años ejerce la primera magistratura, de modo que hace 24 años que tiene muy buen salario.
¿Está mal que tenga una moto Harley Davidson que dicen que vale 40 mil dólares?
En una reciente edición del programa Polémica en el Bar de Canal 10, la periodista Patricia Madrid dijo: "Esa no es la imagen de un uruguayo promedio, ya todos quisiéramos tener una moto valuada en 40 mil dólares".
El cocinero, empresario y comunicador Sergio Puglia, también integrante del elenco, de inmediato comentó acerca de esos dichos "Te sale el color a vos, te estás poniendo un poco marrón".
A partir de allí ardió Troya y la casi unanimidad de los "opinadores" de las redes, entre gruesos insultos y descalificaciones de todo tipo, acusó a Puglia de racista.
Madrid desde hace algunos años, carga sobre sus hombros el prestigio y la responsabilidad de haber descubierto que el por entonces vicepresidente de la República Raúl Sendic (segundo gobierno de Tabaré Vázquez)había mentido acerca de su profesión y se terminó confirmando que no era Licenciado como decía ser y terminó renunciando.
Al mejor estilo de los mediocres periodistas deportivos que cuando "le pegan a Peñarol", se obligan a "pegarle" también a Nacional, la conductora del programa radial "Así nos va" en Carve, empieza mal pensando que el presidente sea un uruguayo promedio. No lo es, el uruguayo promedio no es Presidente de la República. Quienes ejercemos la opinión en el periodismo corremos el riesgo permanentemente de equivocarnos y creemos que esta vez, Madrid se equivocó. "Igualar para abajo" no debería ser la tarea de un comunicador. Si ella entre sus deseos incumplidos añora tener una moto como la del presidente ("ya todos quisiéramos tener una moto valuada en 40 mil dólares"), no debería expresarse arbitrariamente como en representación de muchos. Siempre les temimos a las motos, tratamos de convencer a nuestros hijos (por suerte lo conseguimos) que jamás fueran motoqueros o motociclistas, por ende, no queremos una moto ni de cien dólares.
Puglia una vez más, está pagando el precio de no ser hipócrita y de no ser políticamente correcto. No es necesario estar de acuerdo con él en todo lo que dice públicamente, pero no podemos faltarle el respeto, desconocer su nivel cultural y torcer en manada la verdadera intención de su comentario.
Desde las gradas se le acusa de racismo por un comentario que nada tiene que ver con ello, reiteramos, nada.
Desde siempre los números tienen su significado para el juego de la quiniela. El 14 el borracho, el 17 la desgracia, el 22 el loco y así.
Con los colores pasa algo similar, el blanco es la pureza; el rojo la pasión y el marrón tiene varios significados: desagradable, necio; vulgar, antipático, etcétera.
Entonces
Critiquemos a Lacalle Pou por no usar casco correspondiente y chaleco pero no por tener una moto cara y si se la envidiamos, al menos disimulemos y no nos escondamos en una pseudo crítica. Mantengamos la independencia de opinión en el periodismo sin necesidad de "empatar". Disintamos con un comunicador por sus opiniones con respeto, no lo descalifiquemos por su ideología ni por su condición sexual. Elevemos la mirada.
Obviamente, si nos acusan de hacer periodismo de periodistas, recordamos que lo hemos hecho desde siempre, dado que no hay ningún manual profesional que diga que tenemos coronita. Y con respecto a Sergio, hemos tenido siempre un muy buen relacionamiento profesional, basado en el respeto y nada nos obliga a hacer lo que estamos haciendo. Como siempre, pretendemos seguir siendo independientes, coherentes y ecuánimes, y nunca nos gusta quedarnos con el entripado..
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Un abrazo
Augusto