por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay
@DelPDA - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El nicho está claro
Hace mucho tiempo que hemos dicho (y sostenemos) que los agentes de viajes (como ya lo resolvió hace tiempo ASTA, la corporación de ex agentes de viajes de EEUU que cambió su denominación de agentes a asesores), que los intermediarios en viajes y turismo como tales, se fueron extinguiendo. Su negocio, aunque les cueste aceptarlo, no está en trabajar para ganar comisiones (por ejemplo las aerolíneas hace tiempo que se las quitaron), sino para cobrar por asesoramiento (fees).
En ese aspecto, la competencia será la misma de antaño, la conocida, la palpable, sus colegas/competidores presenciales. Entonces la fidelidad del cliente la obtendrán en base a su calidad como expertos y no por otras causas non sanctas.
Un asesor de viajes presencial, no solamente podrá resumir, facilitar y sugerir lo mejor para su cliente, sino que en el caso de los imprevistos (pandemias incluidas), al menos estará respondiendo el teléfono y/o poniendo su cara en su escritorio cuando llegue el cliente frustrado por el impedimento de turno.
Y FUNDAMENTALMENTE, estará respondiendo REALMENTE, ante un servicio no cumplido, por la causa que sea, hasta por su propia quiebra, con el aval exigido por el Ministerio de Turismo, y esa es la convicción a promocionar, eso es lo que deben "comprar" además de los servicios, los eventuales pasajeros.
El futuro viajero podrá seguir viendo Youtube, conociendo de antemano no solamente el hotel sino cada uno de los servicios que irá seleccionando. Pero no todos tendrán a mano a un tío o a un amigo "muy viajado" que les ayude a comprender lo que ven, sin embargo cualquiera podrá llegar fácilmente a un asesor profesional.
Ese es el norte, y aunque no lo crean, también los otros tres puntos cardinales. Siguiendo ese rumbo prestigiarán y fortalecerán -por ende-, su propio negocio, su profesión.
Hay que cambiar de paraguas
El desconocimiento de esta actividad, hace perder mucho tiempo a los funcionarios públicos de los organismos nacionales de los Estados, encargados de regir, de controlar el negocio (ministros, secretarios, directores). Esos organismos en los que trabajan, deben controlar toda la actividad, promover el turismo receptivo y el interno, pero de ninguna manera deben ocuparse de prestarle oído y mucho menos soporte económico en subsidios de ninguna índole a los empresarios del turismo emisor. A lo sumo, como se está haciendo, sí, a sus empleados, con el seguro de desempleo, quizás, con el reacomodo de los vencimientos con las empresas del Estado (energía, agua, seguros, impuestos, etc.) y punto.
El gran desafío para las corporaciones de agentes de viajes de cada país, será buscar un paraguas verdadero, una entidad internacional que regule con autoridad vinculante el negocio a nivel global (nótese que decimos "entidad internacional" y no decimos OMT. No estamos prejuzgando en absoluto ni descartando, simplemente -aclaramos-, con las actuales estructuras y modus operandi, no creemos sea el ideal, aunque debería serlo.
Esa entidad debería exigir determinadas características y condiciones para otorgar la habilitación de agencia de viajes. La demostración que esa empresa es confiable y solvente hasta determinada cifra de operaciones mensuales, anuales, etc. y exigir sus propios avales o para no duplicar exigencias, hacer coincidir con los suyos, los de cada país.
De esa forma, se eliminaría de un plumazo el prepago, la madre de todas las angustias que envuelven a la actividad en todo el planeta hoy.
Se establecerían cuentas corrientes con los proveedores (touroperadores/hoteles/rentadoras/empresas de cruceros), al mismo estilo de las quincenas IATA o simplemente, la cuenta corriente comercial individual, aunque esto sería muy engorroso.
Se podría negociar con humanidad (si, dijimos humanidad) los aranceles con los emisores de las tarjetas de crédito, para de esa forma no tener que hacer trampas ¿o cometer delitos?, como en el presente, cuando casi todos los agentes de viajes -al menos en Uruguay-, cruzan los vouchers de las tarjetas firmados por el cliente comprando hoteles, alquiler de autos, cruceros o tours y se los endosan a las aerolíneas, cuyos funcionarios locales les reiteran una y otra vez a los agentes que no lo hagan y terminan aceptándolos, a sabiendas que son cruzados, porque si no...por que si no ¿qué?.
Se debería de dejar de hacer trampas con los tickets aéreos. Desafectar a los hackers que hacen desaparecer de un solo golpe a los pasajeros de un avión entero para colocar a los propios y obtener pingües ganancias merced a las diferentes categorías de emisión (otro manejo incréible de las aerolíneas). Especialidad local.
Se debería de no caer nunca jamás en prácticas como las que dejaron a Pluna al borde de la quiebra (antes de LeadGate, cuando la recuperó el primer gobierno del FA con 66 millones de dólares). Allí hubo de todo, desde pagarle a un famoso y connotado sindicalista unos cuantos dólares por asiento, para obtener lugares a Madrid, hasta comprar por ejemplo en 800 dólares un ida y vuelta a ese destino (valor por demás bajo para esa época) y recibir (en sobre debajo de la mesa) devoluciones de unos 500 dólares por cada uno de esos boletos. O aprovechar cuando esa Pluna debía pagar salarios y no tenía con qué, comprarle a un pintoresco promotor conocido por la historia de la 4 por 4, órdenes de pasajes prepagados (MCO) por la mitad o la tercera parte de lo que luego emitirían realmente.
O sea, en el rubro agencias de viajes en Uruguay, hay materia gris de sobra, es indudable.
El mercado es pequeño y las ambiciones desmedidas, ya tienen los dientes picados por el dulce, por ahí habría que empezar a reconstruir, reciclar, llamar a la realidad.
Barajar y dar de nuevo
El Covid-19 evidentemente va a hacer, de una forma cruenta, algo similar a lo que hace con las personas añosas con enfermedades preexistentes (no es casual la similitud), les va a marcar su final. Hace mucho tiempo que en Uruguay la cantidad de agencias está sobredimensionada.
Pero hay otro gran problema, la posición dominante de un acotado número de empresas (sobran los dedos de una mano para enumerarlas) que tienen prácticamente los 4/5 del mercado. Se calcula en algo menos de tres mil personas el total de los trabajadores de las agencias de viajes uruguayas.
Habrá un reciclaje de facto generado por la pandemia.
Habrá que trabajar en el diseño de un nuevo orden. Para ello, es necesario un sinceramiento y algunas renuncias, sobretodo de los poderosos, lo que lo hace muy poco probable.
Portal de América






Comentarios