por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
El transporte aéreo, a título de ejemplo, vive de crisis en crisis, le cuesta salir de los números rojos, se buscan remedios que van desde las fusiones de las grandes líneas hasta la limitada experiencia del llamado “low cost”, sin embargo nadie atina a limitar la oferta, valorar las tarifas como en cualquier otra actividad comercial.
El gran favorecido es el turismo ya que el bajo nivel tarifario posibilita a la gente viajar a cualquier destino y año a año se incrementa el número de turistas en el mundo.
Eso si poco preocupa que en el largo recorrido se configuren las clases “economy” con butacas estrechas que se llaman de “alta densidad” en las que se viaja, diría, de modo indigno.
Las autoridades aeronáuticas de todos los países nada dicen al respecto.
Insisto el valor de las tarifas aéreas en el largo recorrido son nominalmente iguales o menores a la década del 70/80.
Hoy vivimos cautivados y gobernados, como los señalaba Ortega por los nuevos bárbaros, que son esa raza de sabios incultos que carecen o ignoran, el sistema vital de ideas sobre el mundo y el hombre correspondiente a cada época.
Por esos vivimos en esta liquidez en la que los límites desaparecen y los disvalores se imponen, como lo decía Discepolo en Cambalache:
“Hoy resulta que es lo mismo
“ser derecho que traidor!...
“¡Ignorante, sabio o chorro,
“generoso o estafador!
“¡Todo es igual!
“¡Nada es mejor!
“¡Lo mismo un burro
“que un gran profesor!
“No hay aplazaos
“ni escalafón, los inmorales
“nos han igualao.
“Si uno vive en la impostura
“y otro roba en su ambición,
“da lo mismo que sea cura,
“colchonero, rey de bastos,
“caradura o polizón!...”
Muchos piensan que la honestidad es una virtud negativa que consistiría en no robar, no coimear, en una palabra no hacer “algún mal” como respondiendo a un recetario o enciclopedia de buenos modales.
Viene a cuento esta reflexión porque días pasados un analista ponderaba a un funcionario, porque pese a todos sus desaguisados, “no es coimero”, es una persona decente, remataba.
Se trata de una persona que amenaza, grita, reta, da órdenes verbales, no firma, en una palabra “aconseja” sustentado en su providencialidad.
Inmediatamente me vino a la cabeza la necesidad de pensar en el contenido de ciertas virtudes como la “honestidad”, la “idoneidad” y la “decencia”.
La RAE nos dice que se es idóneo cuando se es adecuado y apropiado para algo y ello no solo implica el conocimiento de una ciencia u oficio o arte sino también la posesión de otras cualidades como la probidad, la rectitud, la honradez, el decoro y sobre todo la razonabilidad.
Todas esas cualidades conformarían la virtud de la “honestidad”.
Diría, no solo se es honesto por tener una habilidad para una actividad o negocio, en ese caso un sicario seria una persona honesta porque sabe matar o delinquir, es decir saber hacer su oficio.
La honestidad no es una virtud negativa, no consiste en un “no hacer”, la honestidad es una virtud moral que consiste en hacer lo que se debe y como se debe.
Una persona que presencia un delito y calla, aunque jamás se haya apropiado de un centavo ajeno, no es una persona honesta porque su obligación ética y legal es denunciarlo.
Una persona que acepta un cargo público para el que no está debidamente preparado, no solo carece de idoneidad profesional, sino también de honestidad, esa persona es esencialmente deshonesta.
En momentos en que estaba escribiendo esta nota, ocurrió un accidente en la estación Once en la que un tren embistió los paragolpes, habría 500 heridos y varios muertos, la formación accidentada tendría una antigüedad de 50 años…
No es necesario ser “idóneo” cualquier persona con sentido común que vea cómo funciona el sistema de transporte ferroviario de la Argentina, de corta y larga distancia, vea el estado de las vías, el estado de la mayoría de las formaciones, el modo en que se viaja, advierte que el sistema está colapsado y que la catástrofe se puede producir en cualquier momento.
TBA, es la empresa concesionaria del Ferrocarril Sarmiento a la que pertenecía la formación accidentada, recibió durante enero pasado u$s 570.528,00 por día, se controla el destino del subsidio a los Cirigliano, titulares de la concesión?
Hace poco tiempo un tren de larga distancia embistió a una formación de cercanías, hoy el accidente al que estoy haciendo referencia.
Me pregunto y pregunto, doy por sentado que la autoridad de aplicación vive de su salario como funcionario público y que jamás se apropió de algo ajeno, pero ¿es una persona “honesta”?
¿Alguien renunciará por este accidente que hasta ahora contabiliza 49 muertos?
Una persona que con ocho empleados pretende controlar miles de importaciones sin fijar pautas ¿es un funcionario “honesto”, aunque no sea coimero…?
El funcionario que claudica ante un llamado telefónico, ¿es un funcionario honesto?
El funcionario que impone la “obediencia debida” ¿es un funcionario honesto…?
El funcionario que solo sabe “atrilar” (1) y es incapaz de escuchar, ¿es una persona honesta…?
Bien dice el Evangelio que el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones…, las buenas intenciones son una prueba de “deshonestidad”.
En definitiva la “idoneidad” es una virtud integral que incluye conocimiento de un oficio, honestidad para conocer los propios límites, decencia en el manejo y administración del dinero propio y ajeno, sabiduría en la toma de decisiones y vergüenza por los errores y omisiones propias…
Por ahora a las 13.29 hay 49 muertos y más de 500 heridos en el accidente de Once, por ahora se buscan culpables, no se buscan responsables….¿alguien renunciará…? ¿Alguien será renunciado…?
No, nos dirán que la culpa fue del otro….q ue perverso es “…el otro…” ¿no?
Atril: Mueble en forma de plano inclinado, con pie o sin él, que sirve para sostener libros, partituras, etc., y leer con más comodidad. Nosotros agregaríamos y “para hablar con más comodidad” Se me ocurrió crear el verbo “Atrilar”: Yo atrilo, tu atrilas el atrila…etc…y lo definiría “dicho de una persona que abomina y predica sin admitir cotnradiccion”
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