por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. @Rizzi007

Días pasados un agente de viajes me decía, “mirá Luis, a esta altura ya todos sabemos cómo es el negocio, si hay “platita” la gente viaja, si no hay “platita” la gente no viaja, todo lo demás es chamuyo”.

Desde ya que eso es cierto, para gastar hay que tener dinero o solvencia para poder financiar el gasto, en este caso, en turismo, sin dinero no se puede gastar, pero cabe una observación que es la prioridad del gasto y allí se debe atinar.

Hay un segmento de la población que fija sus prioridades para el uso del dinero, sea para gastarlo o ahorrarlo, el ahorro es un modo del “gasto diferido” y en ese punto el tema seria como gastar ese “ahorro”.

Pues bien, en ese punto la elección de las prioridades es donde todavía “nada está dicho del todo”, le respondí, luego agregué, todo gasto tiene una motivación y allí es donde el trabajo de ustedes se debe distinguir del trabajo de los “Touroperadores”.

Estos son fabricantes de chorizos turísticos, te tiran alternativas, desde los famosos “IT” hasta las tarifas que pretende cada proveedor de servicios turísticos, el agente es quien debe venderlos y allí es donde entra a jugar esto de las “Storytelling”, que no deja de ser un medio del marketing.

Es probable que a la gente le resulte indiferente elegir para un gasto entre viajar a San Martín de los Andes o cambiar el auto, quizás se incline por el auto. En este punto entrará a jugar entre otros medios para motivar la elección del consumidor, las respectivas “Storytelling” de cada servicio o bien.

Hace más de 20 años en San Martín de los Andes se filmó una serie de televisión, “Alen Luz de luna”, cuyos capítulos se emitieron diariamente de lunes a viernes durante unos seis meses, rodados íntegramente en escenarios naturales de esa localidad, una suerte de “Montalbano” argentino, sin embargo, esa serie no se usó “turísticamente”.

Recién ahora, varios años después, se empezaron a usar algunos lugares de filmación como atractivos turísticos, como es una cabaña en la que residía uno de los personajes de la serie, camino a Quila Quina, que se convirtió en un lugar para tragos y comidas en el que sin reserva es difícil conseguir una mesa. El hotel donde transcurría parte de la historia hoy está en ruinas, me cuenta que estaba flojo de papeles, en la ciudad propiamente dicha, pocos son los que se acuerdan de esa serie.

Es imposible saber en cuánto hubiera favorecido a esa ciudad y su zona de influencia, explotar turísticamente la historia de la telenovela, por la sencilla razón que no se hizo.

Cada lugar de la Argentina como de todos los países, tiene una historia real o leyenda para contar, no todas pueden tener interés turístico, pero si una gran mayoría.

Pasa, me acotaba un economista cuando le hice una consulta al respecto, que el problema del turismo es la abundancia de destinos, y nos conformamos con los clásicos, a donde la gente va sin que la llamen, incluso algunos en la creencia que una visita genera estatus social.

Nos pasa con el gas, tenemos reservas para 50 años, y el petróleo, mientras estén en las entrañas de la tierra tiene valor negativo porque hay que importarlo.

En el Norte argentino para dar un ejemplo, en La Rioja, la leyenda del Monje y el cajón de Shimpa o la historia del teleférico que unía el Famatina con Chilecito, son leyenda histórica e historia real que serían suficientes para generar una visita a esa provincia de tres o cuatro días, que a diferencia de otras provincias tiene buenas rutas.  Faltaría mejor hotelería y mejores servicios en otras localidades con historias reales, como la de Felipe Varela en Guandacol, que son casi desconocidas para los propios argentinos. Nos quedan los petroglifos, algunos de los cuales han sido descubiertos hace muy poco tiempo, también los hay en otras provincias como Santa Cruz. Me he referido a esta provincia que visité hace pocos meses y advertir todo lo que está por hacerse, incluso para captar el interés del turismo extranjero regional y más lejano.

Estos son los “bienes intangibles” que desperdiciamos, creyendo que lo natural es suficiente atractivo. Europa es un ejemplo de cómo ha sabido encontrar la historia de cada pueblo o pueblito para tener un ingreso de turistas anuales que duplica su población, contando con el turismo extrazona, no es solo el “sol y playa”.

Recordemos cómo en su momento aquella película “Para atrapar al ladrón” tuvo como finalidad “vender” la Cote D’azur”, y antes “Tres monedas en la Fuente” para promocionar a poco más de diez años de finalizada la segunda guerra, a la ciudad de Roma e Italia toda como destino. Más recientemente hubo dos películas de Woody Allen filmadas en Francia e Italia, creo que en Paris y Roma respectivamente, que también fueron vehículos de promoción turística.

No sólo fue el Plan Marshall.

El uso de la “Storytelling” como vemos no es algo novedoso, pero ahora debemos usarlo con el tremendo poder que nos da la tecnología, ya no será necesario hacer una película o una serie de TV, será suficiente con saber contar las historias de los lugares en las redes sociales, para provocar el interés turístico y establecer la prioridad de gasto por parte de la gente.

Diría debemos ir a un turismo humanista.

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