por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (Según algunos cambistas el “precio” del dólar en la “no moneda” local habría bajado un 4,5%, el gobierno está en la parte que sale a tratar el dolor, la enfermedad parece incurable…)
Podría ser válido el argumento si se aplicara la misma vara para Aerolíneas Argentinas, cuyas pérdidas este año, tendrán un piso de u$s 800 millones y desde 2008 acumula alrededor de u$s 7.000 millones.
En el aeropuerto El Palomar operaría también Jet Smart y es posible que por la cercanía del mismo con la ciudad y su más fácil y económica accesibilidad, genere un flujo de pasajeros que no estaría dispuesto para hacer uso de Ezeiza, el aeropuerto internacional Ministro Pistarini.
Estuve averiguando precios de servicio de taxi y remis: llegar a Ezeiza y regresar tendría un costo que puede oscilar entre $ 3.400 y 5500, (los precios de regreso serían validos por no más de diez días $ 1700 a 2750 por tramo), en cuanto a El Palomar, la ida y regreso oscilaría entre $ 1.300 y lo más caro $ 2.000. El precio es por auto y para un máximo de tres pasajeros. Una de las empresas de remis consultadas podría cobrar un adicional de $ 150 por equipaje, en cuanto al servicio de taxi, se debería pagar un adicional, pero “eso queda a discreción del chofer” (sic).
Es evidente que tanto el ORSNA como la ANAC no son entidades profesionales, son más bien apéndices políticos de uno de los sectores que integran esta frágil coalición electoral que ganó elecciones votada por un 48%, lo que significa que un 52% no la votó. Es una primera minoría. El ORSNA, el ente “regulador de los aeropuertos” es quien dio la cara, mientras que la ANAC obedece.
Ese segmento militante vive con un atraso de 60 años como mínimo, en materia de transporte aéreo vive en la década que fue de 1960 a 1970, cuando predominaban esas ideas que se enseñaban en el INDAE y en la Facultad de Derecho de la UBA en una materia que integraba derecho marítimo y el llamado “Aeronáutico” y luego también “Espacial”. Así, nuestra legislación es tan obsoleta como la que regulaba el uso de las sirgas para remolcar naves desde la costa.
Personalmente no creo en el derecho aeronáutico como en otras ramas que cuelgan de ciertos factores de interés, una suerte de “clubs” en los que el divertimento es el transporte aéreo y la regulación del espacio celeste. En lo personal, creo en un solo derecho que podría dividirse en público y privado y que debería responder en su creación legislativa a políticas públicas transparentes.
Es un agravio al sentido común no permitir el uso de El Palomar por los motivos expuestos al inicio en el copete, con ese criterio debería eliminarse las paradas de colectivos con mínimo movimiento, o se debería aislar a las poblaciones con pocos habitantes, por ser antieconómicas, y si vamos un poco más lejos varias provincias que deberían integrarse en zonas geográficas, sin que ello significaría pérdida de identidad alguna.
Está claro y lo sabemos todos que se quiere eliminar el transporte aéreo privado, pero díganlo de frente, no se escondan en la hipocresía de los cobardes y obsecuentes, a veces obsecuentes de la obsecuencia o por las dudas.
No tienen decencia para decirlo de ese modo, entonces buscan subterfugios con lo que ponen en evidencia su mínima estatura y su ausencia de masa cerebral, como decía un antiguo cómico, “menos mal que tienen cabeza, sino donde mier… colgarían sus orejas”.
Tienen también argumentos legales para retirarles concesiones, a mi juicio ilegales, por ser violatorias del artículo 99 del código Aeronáutico y de la ley 19030, pero tampoco son capaces de usar su obsoleto saber para ese fin, que por lo menos podría encontrar justificación. “dura lex, sed lex”.
Tampoco hay interés en reformar esa legislación, porque su misoneísmo lo impide, del mismo modo que los que proclamaron “la revolución de los aviones"· aún tienen el coraje de hablar, cuando ni siquiera intentaron cambiar la ley, lo que hizo que esa revolución no fuera más que una fantasía infantil como la creencia de que las cigüeñas venían de Paris, en vuelo sin escalas, con su preciosa carga.
Como se decía en el barrio “no estaban avivados”.
En fin, es lamentable tener que escribir sobre esto, pero lo que intento es romper lo que llamaría “el velo de la hipocresía”, que nada tiene que ver con el “velo de la ignorancia" de John Rawls en su Teoría de la Justicia.
El nivel de nuestro gobierno se puso de manifiesto al abrir el tráfico de los países limítrofes para el turismo, porque necesitamos dólares, para cuando menos alimentar el mercado ilegal para que el dólar “blue” baje su precio.
Sabemos que solo un idiota podría hacer el cambio en el mercado oficial.
¿No les parece algo muy inmoral…?
La verdad ya no puedo ni sentir vergüenza ajena, en todo caso asco.
Portal de América
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