por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
No recuerdo bien de qué estábamos hablando, cuando el taxista me pregunta si había leído en La Nación del domingo en la sección Turismo un artículo sobre Sierra de la Ventana y un Hotel de lujo que se construyó en 1911 y hoy solo quedan sus ruinas. (Ver nuestra nota en el PDA del pasado 9 de febrero).
“Vio señor, esos la tenían clara, había que traer a gente de guita para que la gaste en la Argentina, en ese hotel entraban 400 turistas que mantenían a mil personas que allí trabajaban, después leí en la internet…, tenían hasta un tren propio que los dejaba en la puerta…se imagina señor si eso hubiera seguido….”
Si, le respondí, somos el país de las oportunidades perdidas, pero tenés que tener en cuenta que ese proyecto en realidad fracasó por la primera guerra mundial que impidió que “la gente de guita” como vos decís pudiera seguir viajando.
“Puede que tenga razón, pero sabe señor, a un lugar lo hace famoso la gente que tiene la mosca. No se ofenda señor, pero si usted viaja mañana a Mar de Ajo (un balneario concurrido por gente de clase media ubicado a unos 50 Km de Pinamar), que es más cool y más caro, no pasa nada. Pero si llegara a ir un magnate, al día siguiente queremos ir todos señor, asi son las cosas, yo lo veo en mi taxi…”
No estoy muy de acuerdo, comenté, en aquellos años era otra época, hoy la gente busca nuevos destinos y baratos, y a veces eso no es suficiente…
Me interrumpió, “disculpe don, no es asi, los pobres o los que vivimos de nuestro sudor queremos ir a donde van “ellos”, por algo van…”
Si, reconocí, algo de razón tenés, pero hoy domina un turismo gasolero.
“Mire don, una cosa es que uno tenga que cuidar el mango, pero “el gasolero” como usted dice quiere ir a Paris, a Londres…no se, a Nueva York, pero ¿usted cree que va a ir a gastar plata a otra ciudad de por acá? Mi hija cuando la cosa era barata, con un crédito y unos ahorros que tenía en dólares, (ella compra dólares cuando a fin de mes le sobra alguna moneda) se fue a París y a Roma y anduvo por donde andan los ricos. Es cierto, dormía en un hostels o algo así y comía por la calle, pero fue porque antes lo vio en el cine y en la tv. Ahora pensaba hacer otro viaje pero el impuesto la jodió (por el impuesto PAIS, un 30% de recargo en la compra de dólares), pero lo que tiene ahorrado lo reserva porque quiere conocer Londres y no sé qué más que está por allí cerca… quizás el año que viene ese impuesto ya no dolerá tanto…uno se acostumbra….”
Esta última afirmación me impactó, quizás es lo que nos pasa a los argentinos, comenté, nos acostumbramos al fracaso, lo tenemos naturalizado y ya muchos dicen la Argentina es esto, entre estar mal o peor…
Mire señor, no lo tome a mal, usted parece mayor, supongo que tendrá 65 o 70 años, pero le repito, acá falta que venga gente con guita.
En realidad tengo algunos más, pero pregunté. ¿Por qué no vienen?
“Porque los echamos, mire la forma más fácil de invertir y ganar dinero es hacer cosas para traer a los ricos, como se hizo en 1911 allá en la Sierra…mire don, allí en la villa 31 hay una casa de comida que va todo el mundo, y sabe por qué….-no me dio tiempo a decirle que no sabía- porque un día comenzaron a ir unos ejecutivos y con eso se acabó el tema del riesgo, los robos y el miedo, ahora va todo tipo de gente y sabe cuál fue el “Marketing”, el boca a boca…el dueño que es un peruano no gastó un mango en publicidad, tuvo el culo que unos ejecutivos de una empresa que está en Catalinas se le aparecieran un medio día…ve señor, es el poder de la guita….”
Pensé para mí que sus argumentos son para tener en cuenta, como lo explica Nassim Nicholas Taleb, la calle enseña mucho más de lo que uno cree y más de una vez la Universidad dice una cosa y la calle otra.
Conocía por el “boca a boca” la historia de ese recomendado lugar o restaurante de la villa 31 y con mi mujer y unos amigos aún tenemos pendiente la visita, pero la conversación con el tachero nos decidió para ir el otro viernes.
Pienso que es cierto, el dinero crea destinos, la belleza y el atractivo está repartido generosamente en todo el planeta, pero la varita mágica para popularizarlos la tienen, como decía el tachero, “los que tiene la mosca”.
En esta materia ¿funcionará realmente la teoría del derrame…?
El taxista estaba convencido, y algo de razón tiene…
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