por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Finalmente, el índice de ocupación promedio del año 2019 para Aerolíneas Argentinas habría estado en alrededor del 80%, pero lo que nos debe importar es el rendimiento económico de ese nivel de ocupación.
La tarifa tiene un piso y un techo. El piso está dado por el costo del servicio y el techo por lo que el mercado –la gente- está dispuesto a pagar.
Un ejemplo, con el impuesto “PAIS” del 30% sobre el valor neto de la tarifa, la gente se está retrayendo de los viajes internacionales y las líneas aéreas están analizando si pueden “absorber” el impacto de ese impuesto que incide de modo directo en el precio de venta del billete, lo que implica una revisión de los costos y un análisis para ver si admite alguna reducción. Y si no es posible bajar el costo la cosa pasa por levantar la ruta o disminuir la frecuencia, porque obviamente el techo marca un límite infranqueable.
Este año habría comenzado con una baja interanual del 50% en la venta de billetes internacionales según da cuenta el diario El Cronista, que agrega a su vez que en 2019 hubo una baja del 7% de pasajeros internacionales que se reflejó en una baja de vuelos al exterior, que en los casos de Latam y Avianca fue del 30 y del 27 por ciento respectivamente.
Esta cuestión se agrava en las líneas aéreas que como Aerolíneas Argentinas generan pérdidas y necesitan ser asistidas por el estado, ya que si bajan los precios o realizan políticas agresivas de ventas, ello repercute negativamente en su ya resultado rojo, con lo que se aumentan las pérdidas y el monto de subsidios para subsistir.
En el caso de Aerolíneas Argentinas, que viene haciendo ventas financiadas hasta doce meses para el cabotaje, habría que disecar del precio de venta, el costo financiero que paga la empresa y el ingreso neto que recibe por la venta del billete. Ese resultado debería ser comparado con la tarifa promedio mínima necesaria para cubrir los costos de cada vuelo en una ruta determinada, estimando un promedio de ocupación que debería ser de alrededor del 90/94%.
Ese resultado nos podría hacer que ver que la ocupación efectiva medida en términos económicos es bastante menor.
Por eso, el promedio de ocupación es sólo una referencia, como lo es en una empresa el nivel de ventas, lo que determina la viabilidad del negocio es el rendimiento de las ventas.
Recuerdo que me tocó la experiencia de una empresa que tenía un “excelente marketing”, y eso la posicionaba como el mayor vendedor de determinados productos alimenticios. Lo que no se tenía en cuenta fue que la incobrabilidad fue del 40%, con lo cual la empresa “líder en venta" no tenía referencia sobre la capacidad de pago de sus “clientes”, con el agravante que el personal de ventas percibía una comisión sobre las ventas formalizadas, con independencia de su efectiva cobranza.
Por ese motivo, no sé qué valor tiene que Aerolíneas Argentinas tenga buen nivel de ocupación si su “yield” es negativo como parece serlo.
Entonces la cuestión seria precisar cuál sería su dimensión adecuada para ser una empresa viable.
Nuestro país tiene una adicción al gasto y al endeudamiento, y al mismo tiempo se lamenta por su falta de capacidad de pago y le solicita compresión a sus acreedores para luego devolver menos dinero que el recibido.
Por ese motivo pagamos tasas de interés mayores que el resto, nuestro riesgo está tres o cuatro veces por encima del de nuestros vecinos y la rentabilidad que se le pide a la inversión es desmesurada, lo que es comprensible ya que la amortización debe producirse en tiempo record para cubrirnos de nuestra “previsible imprevisibilidad”.
El gobernador de la Provincia de Buenos Aires acaba de decir que nuestra deuda es impagable, y en simultáneo afirmó que pagará en efectivo la deuda que estuvo a punto de caer en default con recursos propios (sic).
La deuda puede que sea impagable pero me pregunto ¿si no fuera por la deuda, cómo se hubieran financiado sus subsidios…?
La "deuda soberana” es una consecuencia que no se quiere admitir ni reconocer de nuestra adicción al gasto.
Decía Beatriz Sarlo en “Terapia de noticias” en el canal del diario La Nación que los argentinos separamos el acto de sus consecuencias, en una palabra, cada decisión-acto- tiene una consecuencia que en la mayoría de los casos son desagradables, pero encontramos la solución.
“Que las consecuencias las pague el otro, es decir “nuestros acreedores” que desconocen la virtud de la “caridad”, por eso merecen el repudio de “todos y todas”, la Iglesia incluída.
No se dan cuenta que el 30/40% de pobreza es la consecuencia de la deuda, y del subsidio a la oferta que también se paga con deuda y que termina beneficiando a quien no lo necesita, y al final de cuentas potencia la pobreza.
Algo de eso dijo el Ministro de Transporte Mario Meoni días pasados, lo que motivó nuestra anterior nota en el PDA ponderando la decisión de direccionar el subsidio a la demanda y en los casos justificados.
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