por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Comparto el contenido del copete y no dudo en afirmar que Aerolíneas Argentinas se ha convertido en un objetivo político para los gremios aeronáuticos con claras filiaciones partidarias, sea con esa corriente llamada “Moyanismo” o bien con la “Cristinista”. Esas dos líneas están convergiendo en esa clara intención electoral para que los diversos “peronismos” se concentren en un solo frente político “peronista”.
A su vez los diversos “antiperonismos” parecería que finalmente se agruparán en lo que es la frágil coalición de gobierno llamada “Cambiemos” pero que gerencia de modo exclusivo y excluyente el “macrismo”, el PRO en estado puro.
En este escenario o perspectiva tenemos que visualizar esta saga de conflictos cuyo objetivo final es mas golpear al gobierno que obtener beneficios para el personal.
La conducción de la empresa en manos de Luis Malvido, persona en la que confiamos cuando se conoció su designación y asi lo hicimos saber en este portal, lamentablemente nos está defraudando día a día y diría que ya consumió su credibilidad. Pero no debe responsabilizarse solo al Señor Malvido, sino que es obvio que las líneas generales de la empresa serían fijadas por el Ministerio de Transporte. Cuesta creer que las sanciones disciplinarias impuestas al personal, se habla de alrededor de 300/400 suspensiones, a las que creemos procedentes, se hayan resuelto solo en los escritorios de Aerolíneas Argentinas.
Gente bien informada me decía anoche que el gobierno estaría pensando en dar una suerte de batalla final ya que según algunas encuestas, la sociedad estaría harta de este tipo de paros salvajes o más bien “pirañas”, como prefiero llamarlos, porque su objetivo es lastimar y causar perjuicios.
En esa línea podría entenderse las declaraciones del Señor Malvido cuando afirmó que la empresa está quebrada o que los salarios los paga el estado. Son declaraciones riesgosas ya que si el Presidente de la empresa hace este tipo de declaraciones, cuando menos debería presentarla ante la justicia en lo comercial para solicitar su concurso de acreedores.
Si esta información fuera cierta, tanto los gremios como el gobierno tardíamente, deberían tratar este conflicto como tema esencialmente político.
En mi opinión el Ministro de la Producción Dante Sica que absorbió la función que venia cumpliendo Jorge Triaca, ex ministro de Trabajo, debería convocar al procedimiento de conciliación obligatoria y fijar una agenda de los temas conflictivos incluidos los de política aérea, hecho que rompería las reglas tradicionales estrictamente gremiales de los sistema de conciliación laboral obligatoria.
En fin el gobierno, siendo el Estado nacional titular del capital accionario de Aerolíneas Argentinas, debería proponer una política integral para la empresa respetando la legislación vigente que el gobierno no se animó a reformar, como lo exigen las circunstancias. A su vez los gremios deberán aceptar esa agenda y proponer los temas que consideren procedentes.
Con todas las cartas sobre la mesa, el gobierno deberá medir bien si estaría dispuesto a cerrar la empresa y proceder a su liquidación y los gremios deberán también medir la elasticidad de su propia cuerda.
Con esto quiero decir que gremio y gobierno deberán discutir sobre sus convicciones y analizar el margen de acuerdo posible. En un punto debería aflorar la responsabilidad de las decisiones de las partes.
De poco sirve ahora conjeturar si esto se debió haber hecho el 10 de diciembre de 2015 o las obras que podría haber hecho el gobierno con los aportes hechos a la empresa. Nadie obligó al gobierno a ajustarse a un falso gradualismo que al final solo sirvió para mostrar sus faltas de ideas, valentía política y convicción para reconfigurar al país.
Diría, si llegó la hora de la verdad, es probable que se logre un acuerdo ejemplar; si por el contrario predominan las neurosis e incapacidades personales, todos perderemos sin excepción alguna y Aerolíneas Argentinas seguirá de conflicto en conflicto.
Claro está el gobierno, por su soberbia sin causa legítima y su desconocimiento especifico de la cuestión aeronáutica, hasta ahora corre con desventaja. La desventaja de la ignorancia.
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