Argentina inamistosa
Viernes, 11 Enero 2013

Argentina inamistosa
“...aunque el turismo es el producto que genera una sociedad para servir a su desarrollo, no se parece a muchos otros productos comercializables y exportables. No se trata de un artículo ni de una mercancía definibles físicamente, antes bien, supone la existencia de una experiencia, social, cultural y física por parte de personas que se valen de la misma, sea para proporcionarla o bien para disfrutarla...”
Turismo entre el ocio y el neg-ocio Octavio Getino, pág. 86
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires


Según estadísticas, el turismo receptivo en Argentina está decreciendo en  cantidad de viajeros y en gasto y los expertos conjeturan que esa baja se debe únicamente a una cuestión económica, el atraso cambiario que encarece a nuestro país en términos relativos en relación con otros destinos.
El atraso se puede medir entre la diferencia que tiene la cotización del dólar en el “mercado único y libre” que  ronda los $ 4,97 por dólar, con el “blue”, marginal o ilegal en el que esa moneda cotiza alrededor de los $ 7,20. Esto signifcia según como juguemos con los números que el “dólar oficial” esta a un 69% del “blue” o que este está un 44% más caro que el oficial.

Esta puede ser una de las explicaciones de “peso”; pero estimo que se deben agregar otras  que son más bien intangibles pero que “pesan” a la hora de tomar una decisión por parte del eventual viajero.

Estimo y la pregunta que propongo para el debate es si “Argentina es un país amistoso”.

El turismo como actividad económica y negocio comercial plantea una paradoja, el turismo  en la mayoría de las definiciones si bien se refiere a los desplazamientos de las personas desde su residencia habitual, destaca que esos desplazamientos son ajenos a todo propósito remunerativo y obvio de trabajo personal.

El turista es amateur por excelencia aunque sea el protagonista de un lucrativo negocio comercial para los agentes y económico para los países.

El turismo para el “turista” si se me permite la redundancia, es como lo señalan Martin Lousteau y Sebastian Campanario en su último libro “Otra vuelta a la Economía” es más que nada una “experiencia” y agregan con relación a ellas “...no solo las recordás con mas afecto sino que además hasta tendés a borrar los aspectos negativos que tuvieron y a privilegiar los positivos...” para culminar afirmando que “...a veces, pesa más el recuerdo que se tiene de una determinada experiencia que la satisfacción que aportó...”.

El turismo rompería una regla básica de la economía que es la relación “precio-beneficio”, lo que nos suma otra paradoja, el turismo que mueve millones de dólares por año no es para el turista, su protagonista  esencial, un “negocio” sino un “nec-otium”.

“El turista” no vive “el turismo” como actividad económica lo vive precisamente como “ocio” que es el opuesto al “comercio”.

Diría afinando la idea, el “turista” tiene que ver con la “experiencia” de hacer turismo es decir con lo que se vivirá y con lo vivido, aunque en verdad la experiencia siempre tiene que ver con lo pasado, no hay experiencia del futuro, salvo en el caso del turismo ya que los viajes no comienzan en un aeropuerto, un puerto, una estación de ferrocarril o en la cochera de nuestra casa sino desde el mismo momento en que se nos ocurre hacer un viaje.

En realidad cuando habla de la “experiencia futura del futuro turista”, estoy tratando de poner de manifiesto todas las fantasías que se comienzan a vivir inmediatamente después de la idea de hacer un viaje.

En verdad esas fantasías o quizás mejor dicho “ilusiones”, porque son representaciones mentales sin el condimento esencial de la realidad, se viven como “experiencias reales”, porque el “futuro turista” se imagina “viajando, gozando, disfrutando” y será muy probable que al menos una parte de esas ilusiones se conviertan en hechos reales y luego en “experiencias”, antes con mapas o guías ahora con los “GPS” elegía los destinos y los medios o las vías para sus desplazamientos, por ejemplo desde un hotel a la “Tour Eiffel”, a “Les invalides”, al “Louvre” y luego a la estación del tren que los llevará a Londres, Roma.Madrid, etc, por usar como referencia Paris que es un destino emblemático del turismo.

Esas “experiencias futuras” como me animo a llamarlas, nos señalan que en sus ilusiones, imaginaciones el “futuro turista”   piensa en “destinos amistosos”, que en el idioma turístico significa “buen trato”, expresión extremadamente amplia  que no solo tiene que ver con la cordialidad, como sinónimo de franqueza y sinceridad, buena educación, sino con buenas costumbres y esencialmente “confiabilidad” que significa la esperanza o la certeza de que se encontrará lo que se busca.

Obviamente el destino amistoso no solo tiene que ver con  la gente y “el clima”, el modo que la gente vive su “altura del tiempo” como lo explicaba Ortega; sino también con cuestiones geográficas, históricas, artísticas, políticas,  etc, etc, etc...

Debemos tener en cuenta que los destinos más beneficiados por los flujos turísticos fueron y continúan siendo los países centrales, quizás en la década del 60 y 70 la excepción pudo haber sido España, y ello se debe esencialmente porque esos destinos se nos presentan en “nuestras experiencias futuras”, no solo como destinos amistosos sino antes que nada “confiables”.

Hoy día crecen precisamente los destinos de los países emergentes o en proceso de desarrollo y crecimiento como ocurre con Chile, Perú, Colombia, Uruguay cuyo ingreso de turistas supera a su población estable, Brasil, etc… por mencionar destinos de América del sur, pero ocurre con otros destinos de Asia y África  de población que es uno de los continentes de mayor crecimiento.

El caso de Colombia es especial porque pese a la cuestión aun pendiente de resolución del asedio de las FARC y otras fuerzas no legales, el turismo viene creciendo  porque se supo crear una imagen de sociedad amistosa y cordial que invita a vivir la “experiencia del turismo”.

No es el caso de la Argentina.

El año pasado hemos tenido un  record de cortes y piquetes que han dificultado el transito en las ciudades y en las rutas, la conflictividad gremial que  puede provocar la suspensión de servicios públicos sin aviso previo por las cuestiones más baladí que podamos imaginar, como ocurre hoy 10 de enero, por una cuestión de viáticos con las líneas de ómnibus de largo recorrido que han dejado justo en un fin de semana a cientos de personar varadas en las terminales de buses; por la crispación que invade nuestra vida pública y privada como lo puso de manifiesto en estos días la respuesta que mereció el actor Ricardo Darín de parte, nada menos, que la Presidente de la nación.

Yendo un poco mas atrás, los tres largos años que estuvo interrumpida la circulación del Puente General San Martin por parte de un minúsculo numero  de activistas que hasta hoy no merecieron reproche alguno ni se vieron obligados a reparar los perjuicios que ocasionaron, ejemplo clásico de impunidad.

La impunidad es un tema opuesto a la amistad porque la impunidad lesiona la buena fe, la posibilidad de consensos, en una palabra rompe las reglas básicas de funcionamiento de una sociedad, convirtiéndola en “anómica”, rompe la relación mínima de confianza que debe existir en toda comunidad lo que es un rasgo de “enemistad”, la enemistad esta relacionada con la “mala fe” así como no puede existir  amistad  sin el sustento de la buena fe.

También la Argentina es inamistosa por cuestiones económicas como señalábamos al principio que no solo tiene que ver con el tipo de cambio que nos convierte en un país caro, sino deudas no pagadas como la existente con el Club de Paris, la cuestión irresuelta de los “fondos buitres”  que también tiene que ver con una cuestión irresuelta a nivel mundial como es la quiebra de las naciones y los “default de los países” que son quiebras soberanas aunque cueste admitirlo, pese a que es una realidad.
La escasa capacidad para el diálogo y de negociación no solo a nivel internacional sino también interno,  nos pinta en un plano más bien de “inseguridad,
imprevisibilidad y debilidad”,  que de “animosidad” o “aversión” pero para el caso tiene el mismo efecto, no lucimos como una sociedad amistosa y confiable.

No me atrevo a decir que la sociedad está profundamente dividida porque no lo sé, pero el reflejo de la sociedad nos presenta, incluso a nosotros, como profundamente  dividida, parecería que esa imagen de división alienta políticas partidarias, por cierto extremadamente mezquinas.

Así lo refleja el periodismo con la profunda división entre la “cadena oficial” integrada por medios sustentados por la publicidad oficial, con sus versiones acríticas de la realidad y lo que se dio en llamar “la cadena del desánimo” que son los que con todo derecho expresan sus diferencias con las políticas oficiales, ejerciendo el derecho a la crítica.

Esa mera referencia de “cadena del desánimo” nacida desde el vértice del oficialismo, insinúa un abismo que reitero no sé si es real o mero ingrediente de un relato que esconde frustraciones, falta de idoneidad  y sobre todo inseguridad que en definitiva oculta ese largo fracaso que es la Argentina y que todos nos negamos a asumir.

Para el mundo, salvo insignificantes  aliados, la Argentina es el más claro ejemplo de un fracaso que comprensiblemente nos negamos a  enfrentar y lo racionalizamos buscando siempre la culpa en los terceros y esos terceros son los potenciales viajeros que eligen otro destino por una razón sencilla, el fracaso repele, el fracaso no es ejemplificador, el fracaso no atrae, a lo sumo genera compasión y empatías.

La Argentina hoy no ofrece una imagen de amistad,  lo demuestra nuestro aislamiento, nuestra insignificancia en el mundo y en especial nuestra soberbia que intenta convertir nuestros reiterados errores en aciertos.

Quizás debamos analizar un hecho, porque razón la idoneidad, condición exigida por la Constitución Nacional para el acceso a los cargos públicos ha sido reemplazada por la obsecuencia.

La respuesta a este largo fracaso argentino como lo llamo con todo acierto Mauricio Rojas en un libro publicado recientemente, quizás sea una de varias respuestas.

Portal de América

Comentarios  

Aclaro que el paro de buses al que se hace referencia en la nota, fue suspendido durante la madrugada, lo que no quita el mal momento que pasaron durante algunas horas los pasajeros que partieron con demoras.

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