por Eliseo Sequeira desde Montevideo
Durante toda la semana, muchos montevideanos que teníamos la posibilidad, evitamos tirar nuestra basura alrededor de los desbordados contenedores. Sin embargo, asistíamos con desazón y bronca, al desparramo que hacían los hurgadores (los diferencio de los clasificadores, que son prolijos) y a los vecinos que venían a tirar sus desperdicios lejos, sin ningún miramiento por los demás. Sí pasaron camiones abiertos que recolectaron el perímetro formado alrededor, pero en menos de 12 horas, los dos factores mencionados antes, hacían resurgir el perímetro de basura.
La primera interrogante es: si los camiones que recogen la basura de los contenedores pasan 2 ó 3 veces por semana, y los municipales estaban haciendo 6 horas en lugar de 8 (o sea un 25% menos), ¿por qué hay contenedores que no fueron vaciados en las últimas 3 semanas? O no trabajan efectivamente las horas que dicen, o premeditadamente trastocan sus circuitos para generar estas situaciones.
Al inicio de semana, el meteorólogo Diego Vazquez Melo había advertido la posibilidad de las lluvias que finalmente ocurrieron el fin de semana, y el efecto que podían tener en el arrastre de la basura suelta y la obstrucción de drenajes. Afortunadamente, el decreto de esencialidad y la salida de los militares a recoger la basura y paliar la emergencia sanitaria (como salen a ayudar en todas las emergencias), parece que evitó esta faceta no esperada del conflicto municipal.
En el medio, incluído el domingo, las declaraciones de los dirigentes gremiales, que muestran mucha retórica y poco razonamiento. Bastan dos muestras. Mencionan que el decreto de esencialidad es una actitud de "pachecato", avivando viejos cucos de la izquierda. Hablan de "militarización" de las tareas municipales, tergiversando el significado de la palabra para crear otro cuco, pues hubiera existido militarización sólo si el personal municipal hubiera sido puesto bajo mando militar, cosa que ni por asomo se hizo.
A todo esto, dicen una y otra vez que están defendiendo los intereses de los empleados municipales y el de toda la población. Que defiendan a los intereses de los municipales, está bien, pero que recuerden que el derecho de cada uno (sean individuos o grupos) termina donde empieza el derecho de los demás. Ahora, que estén defendiendo el derecho de la población ¡¡ por favor, no mientan ni piensen que somos todos idiotas! No se defiende el derecho de una población enterrándola bajo los desperdicios ni cobrando impuestos de primera para darles servicios de tercera.
Tomando en cuenta sólo uno de los reclamos, el salarial, tenemos clara esta terrible falta de respeto por la gente. El gobierno municipal ofrece reajuste por IPC, o sea, mantener el salario real. Para un colectivo cuyo salario mínimo por 6 horas de tarea es algo más del doble del salario mínimo nacional, que es por 8 horas (si lo computamos por semana, son 30 y 44 horas respectivamente), debería haberle parecido suficiente, si su interés es que el país crezca, nivelando hacia arriba. Pero piden IPC más un incremento real cuatrimestral del 2,5%, lo que hace algo así como un incremento real anual del 7,69%, poniéndolo por encima del incremento del PBI. ¿Qué significa ésto? Que para cubrir las exigencias de los municipales, o se deberán reducir las inversiones (incluída la social) o se deberán aumentar los impuestos más allá del actual reajuste por IPC.
Paga Juan Pueblo, que con defensores como éstos, no precisa enemigos.
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