por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay
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El viaje de Bowe empieza con el alquiler de un auto, disfrutando un almuerzo en el Mercado del Puerto, pasando por una Punta del Este que, según él, "sucumbió al sobre-desarrollo” convirtiéndose en una “mini Miami”, siguiendo por José Ignacio como "lugar clave”, donde a diferencia de St.Tropez no hay muchedumbres y hay arena.
Comió muy bien en La Huella, se alojó en la Estancia Vik donde tomó clases de polo y recorrió la zona a caballo admirando magníficas casas, maravillándose con la Bodega Garzón, sus vinos y sus paisajes, a los que califica como La “Toscana de América” y siguió para Pueblo Edén para alojarse en otro lugar soñado, el Sacromonte Landscape Hotel.
No cabría más que agradecerle y difundir su crónica, de no coincidir con las de muchos otros visitantes extra regionales que indican que Punta del Este, pese a todas sus bellezas, ya no llama tanto la atención de los viajeros y que el “glamour” se desplazó a José Ignacio “el lugar bohemian chic donde la gente esconde sus Ferraris” como lo definió magníficamente Paola Singer del New York Times y Condé Nast Traveler.
Hemos también comprobado personalmente que diversos viajeros sólo traen anotados José Ignacio y Garzón (pueblo y bodegas) o sea, la huella de Francis Mallman.
El punto no está en enfrentar a Punta del Este con José Ignacio sino como lograr que la primera recupere su encanto y la segunda lo mantenga y en lo posible se retroalimenten.
Lo que se perdió
Punta del Este fue y sigue siendo, un enclave de familias de la alta sociedad argentina que incluso atrajo a sus pares europeos.
En los años cincuenta, el también argentino Mauricio Litman inauguró el exclusivo Cantegril Country Club con una maravillosa sede que todavía puede admirarse y el Cantegril Club de Golf con su cancha de 18 hoyos.
Litman organizó, así mismo, los festivales de Cine que en sólo dos ediciones pusieron a Punta del Este en el mapa, ya que contaron con la presencia de las más rutilantes estrellas de cine mundial sino también con una calidad de exhibiciones de primer nivel.
A continuación siguieron el Concurso Miss Punta del Este con participantes de la región, de nivel socio económico alto y el Certamen Mundial de Azafatas. Ambos eventos contaron con una gran cobertura mediática que contribuyó a difundir la imagen de Punta del Este como una ciudad de glamour, como "la St.Tropez del Sur.”
Party Town
Posteriormente hubo otros organizadores de eventos que también contribuyeron a formar la aureola de Punta del Este “party town”.
Estos por distintos motivos se vieron enfrentados con las autoridades y no supieron granjearse la simpatía de la población local, algo que parece extenderse a través de los años.
Experiencias personales
En los sesenta, acompañamos como guía a muchos grupos que fueron a Punta del Este: brasileños y estadounidenses fundamentalmente.
Luego en calidad de anfitriones acompañamos la visita de distinguidos profesionales de todos los sectores de la Industria de los Viajes y Turismo de los más variados países.
Cuando llegábamos a la rambla de la mansa con las playas, el mar y la Gorriti de un lado y del otro, las grandes residencias a cual más espectacular, la gente ya estaba maravillada, luego, para completar la faena un almuerzo en la Posta, o en la vieja Mariskonea y si el clima lo permitía, la terraza de Blue Cheese. Por la noche el Bungalow Suizo, siempre impecable.
El “tour” incluía Parque del Golf, la costanera de la Brava y sus no menos magníficas residencias, de las que también quedan pocas.
Al final todos quedaban encantados y Jim Latin, ejecutivo de Marriott, llegó a planificar comprar un hotel para disfrutar el verano y enseñar hotelería en invierno. En los ochenta, antes del Conrad/Enjoy, un Director General de Enit nos dijo: “Punta del Este es un balneario cinco estrellas, con hotelería tres estrellas”.
Hoy esa recorrida ya no deslumbra y muchos de sus edificios, aunque sean muy caros, son feos, pobres y sin atractivo alguno.
Sin grandes festivales ni eventos, Punta del Este tampoco ocupa los titulares de la prensa internacional.
La ciudad resort tampoco ha incorporado grandes atractivos en los últimos años. Siguen sus hermosas playas de fina arena, su deslumbrante naturaleza, algunos barrios hermosísimos, como Punta Ballena, Parque del Golf, Casapueblo. La Isla de Lobos poco aprovechada, el puerto y su pintoresco entorno y el agite de La Barra de Maldonado con su calle-ruta comercial, que ya parece integrada a Punta del Este pese a que está en otra alcaldía.
Sobredesarrollo y sobredosis de hormigón
Las expresiones usadas por el artículo de marras y la reiterada desde hace años por este Portal de América, aluden a lo mismo.
La voracidad fiscal y la necesidad de dar trabajo a la gente se entiende pero no se comprende y “es matar la gallina de los huevos de oro”.
Es fácil comprobar que los destinos más cuidados y con normas más estrictas, son los que duran más y acrecientan la llegada de visitantes generando más divisas y más empleo a través de los años.
Incluso la ya mencionada Miami ha sabido reinventarse como un destino cultural a nivel mundial.
Lo que hay que hacer
Entendemos que hay algunos aspectos que son muy válidos para Punta del Este, José Ignacio y posiblemente para todo Uruguay, tres aspectos que se han venido descuidando y son los que hacen diferente a un destino turístico: Calidad en todas sus acepciones; estilo y elegancia.
Para tranquilidad de algunos fundamentalistas de la “inclusión”, éstos no implican ni mayores costos, ni mayores precios ni exclusión alguna. De hecho son virtudes muy apreciadas en el fútbol, el más popular de los deportes.
Debe exigirse y fomentarse en la arquitectura, en primer lugar (es el escenario del turista), a la cartelería, artesanía, los paradores, espectáculos y todo lo que rodea al turista.
Como Punta del Este y José Ignacio hay otras ciudades resorts que deben su prestigio a sus bellezas naturales y a un encanto especial: St.Tropez, St.Barths, Bora Bora, Positano, Mykonos, The Hamptons. Preservarlo es una obligación. Posiblemente así como hay una Comisión de Patrimonio Cultural debería existir una dedicada a preservar el Patrimonio Turístico.
Los que han visto surgimiento, decadencia o resurrección de tantos destinos turísticos convendrán que es una tarea que debe encararse sin la menor demora.
Si tomamos el ejemplo inglés, los policías, los buses, taxis y cabinas telefónicas son identitarios y llamadores. Los uniformes policiales son usados publicitariamente por Canadá y las Bahamas.
Portal de América
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Recuperar la imagen regional y potenciar la imagen internacional que aún tiene.