por Ramón de Isequilla, desde Madrid
Los hoteleros se encuentran con sus establecimientos vacíos, con un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) que les suaviza el costo laboral mientras dure el confinamiento, pero les encarece el despido por seis meses, asimilando cualquier causa objetiva a “despido improcedente”, aclarando que no están prohibidos como aseveró en conferencia de prensa una ministra de trabajo. Tienen, asimismo, de acuerdo con la catarata de decretos alarma, la posibilidad de rescindir y/o renegociar contratos por “fuerza mayor”, hecho de dudosa legalidad, que le juega a favor y en contra, según el caso.
Al mismo tiempo de intentar salvar los muebles, los hoteleros intentan establecer estrategias frente a sus clientes. Los caminos que tomen para volver a vivir, serán variados en cuanto a los medios a utilizar, todos los canales tanto de promoción como de distribución serán válidos, quizás hasta alguno recurra a la publicidad callejera de los viejos “hombres sándwich”, (sería una oportunidad para “Fosforito” con su frac, su galera y castañuelas) pero independientemente de las vías que utilicen, todas las estrategias deberán tener en común la “paciencia”, saber esperar el momento oportuno para actuar como lo hace el cazador; la relación con el cliente auguran se personalizará al máximo, trajes a medida; ser flexibles en todo, condiciones, tarifas, no más tómalo o déjalo; priorizando por lo menos en el próximo año el mercado nacional, único disponible hasta que se vuelvan a abrir las fronteras.
Las agencias de viaje que estaban muy preocupadas por la aplicación de la “legislación de viajes combinados”, que fue pensada para situaciones de bonanza y porque no, momentos de abusos y vivillos, que les adjudica total responsabilidad frente al pasajero en la devolución de todo lo abonado. Como el caso es, que la mayoría de las compañías aéreas, están devolviendo bonos personales e intransferibles, se podría dar el caso que los agentes de viaje deban abonar la totalidad al pasajero y luego repetir contra la aerolínea, pero en la catarata de disposiciones ordenadas algunas veces cerca de la media noche y en fin de semana apareció una, que pondría paz en este tema.
La justicia española, está por ahora en silencio, preparándose para el tsunami de juicios, que caerán cuando se vuelva a prender la luz y todos quieran poner al mismo tiempo sus piezas en el tablero, en el lugar que entienden se merecen, augurando un menudo lío.
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