El turismo y “la tercera edad”
Lunes, 13 Abril 2020

El turismo y “la tercera edad” ABC de Madrid

Cuando vine a vivir a Madrid estaba persuadido que por mi edad y mis “patologías previas”, era el lugar ideal, clima seco, alta calidad de vida, el mejor sistema sanitario del mundo, el segundo lugar del mundo con mayor esperanza de vida, como diría un amigo carolino, “mejor es lujo”.

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por Ramón de Isequilla, desde Madrid

No bien llegué comencé a comprobar las bondades para mi “tercera edad”: Renfe me dio la tarjeta dorada, con un importante descuento para mis viajes en tren; el Consorcio de Transporte de la Comunidad de Madrid me brindó una tarifa estupenda para moverme ilimitadamente en Metro, Bus y Trenes de Cercanía; mi neumóloga me ofreció un nuevo tratamiento, que perfeccionó el que me había dado el querido doctor Enrique Pérez Morad, único que se dio cuenta que durante nueve años había estado mal medicado. Completando este panorama, encontré una permanente oferta de actividades culturales accesibles, que hacían muy agradable la vida de nuestra generación, en la deslumbrante Madrid.

Como si esto fuera poco, existía un entramado en la actividad turística, formado por hoteleros, transportistas y agentes de viaje, apoyados por el estado, que brindaban posibilidades de viajes seguros y económicos, para nuestros gustos y posibilidades sexagenarias, septuagenarias y más.   

En el segundo semestre de 2018 y durante 2019, hubo dos hechos que me llamaron la atención; el desprolijo manejo por parte del gobierno de la organización de los viajes de jubilados, y la insistencia sobre una futura ley de eutanasia, que me hicieron acordar a unas declaraciones del año 2016 de la secretaria de análisis político de Podemos que decía: "Si en España sólo votase la gente menor de 45 años, Iglesias ya sería presidente del Gobierno". En ese momento pensé en el más porteño de mis modos “che, no nos querrán sacar a los viejitos del medio”.

Llegó el 2020 con su pandemia bajo el brazo, entonces la imprevisión y las medidas tomadas en forma tardía, produjeron todo lo que de sobra sabemos, que si no fuera por los heroicos miembros de la sanidad, pública y privada, el ejército, la policía, la guardia civil, IFEMA que se ganó ya un lugar en la historia, la AEHM que con su coordinación permitió alojar al personal sanitario llegado a Madrid para ayudar, los hoteleros, los empresarios y todos los abnegados empleados de trinchera, que mal equipados se jugaron la vida por sus conciudadanos, no se donde estaríamos.

Los movileros de las televisoras, para tranquilizar a la población, dijeron con total desparpajo, “no se preocupen, es un poco más que una gripe y sólo puede provocar la muerte, a los mayores y a los que tienen patologías previas” (SIC);  ¡uy¡  yo.

Pero mi espíritu se turbó de sobremanera cuando difundieron la noticia, con la mayor naturalidad, que ante la falta de respiradores en las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI), se elegía a quién se admitía y a quién no de acuerdo a sus posibilidades de supervivencia, por razones como la de edad, llegando a afirmar temerariamente y no se con que grado de veracidad, que en Cataluña, por orden del gobierno local se negaban los respiradores a los mayores de 80 años.   

La historia y sobre todo la justicia, se ocupará de evaluar todo esto, sin ánimo de emitir ningún juicio de valor y no siendo yo quien para juzgar nada, únicamente quiero manifestar mi asombro y mi dolor, pero mirando para adelante rumbo al ya famoso “día después”.

Llevemos nuestra imaginación al 10 o al 40 de mayo (como les comenté en nota anterior), fecha en la cual, según las filtraciones hechas por el gobierno a la prensa, se levantará la cuarentena, que tendrá de acuerdo con las mismas informaciones las siguientes características:
1.    Será gradual, de acuerdo con territorios, edades, circunstancias personales y para determinadas actividades, estando los espectáculos o lugares de alta concentración en un principio vedados, poniendo en duda si abrirán las playas.
2.    El próximo verano, olvidarse de que el turismo internacional venga a España y que los españoles puedan salir, léase fronteras cerradas.
3.    Nos moveremos en automóvil, trenes y autocares con capacidad reducida, para mantener “la distancia social” solamente dentro del país; lo cual es muy bueno eso de moverse dentro del país, pues España posee maravillas desconocidas por muchos españoles y este drama puede ser la oportunidad de conocerlas.
4.    El futuro de las compañías aéreas será incierto, las que funcionen, presumiblemente serán estatales, como lo augura el exministro Borrell, y volarán dentro del país, pues los pasajeros provenientes de España continuarán vedados o sujetos a cuarentena por la mayoría de los países.
5.    Muchos hoteles habrán cerrado y otros seguirán como hospitales, sin saber cómo funcionarán los restaurantes y los bares con aforos restringidos.

La lista es mucho más extensa, pero considero que con estos puntos, tienen suficiente, pero no se preocupen, los viejitos sobreviremos, aunque débiles, estamos hechos de buena madera y logramos sobreponernos a muchas de las pruebas del pasado.

Dicho esto, debemos analizar que debe hacer el turismo, para adaptarse a las nuevas necesidades y posibilidades de la “tercera edad”.
Lo primero que deben entender los distintos actores, es que seremos el segmento más adecuado, para iniciar y cimentar la recuperación del sector, y en el caso específico de España, la palanca indispensable para la recuperación del país.

A esta altura se preguntarán por qué, si hasta hoy somos las principales víctimas de la pandemia, cómo puede ser, que seamos los que iniciemos la recuperación. Muy sencillo, los que sobrevivan, que serán muchos, luego de llorar a sus amigos muertos, saldrán a vivir, lo poco o mucho que les quede de vida, con un gran entusiasmo y como un homenaje a los que quedaron en el camino.

También se preguntarán cómo, también muy sencillo, porque tienen tiempo y dinero (siempre y cuando no les expropien las jubilaciones para financiar algún dudoso escudo social). La señal de alerta que recibieron no los convertirá en egoístas, que nunca lo fueron, ejemplo es que ahorraron toda la vida para sus hijos y nietos, terminando muchos muriendo solos en una residencia o esperando un respirador en el pasillo de un hospital; esa alerta servirá para que tomen la decisión de disfrutar lo que se ganaron luego de una vida de sacrificios.

Para esto el primero que debe mover pieza es el estado, estableciendo las normas de seguridad, con las que se deberá cumplir a rajatabla, coordinando la acción de todos los actores, financiando lo que haga falta para poner la casa en orden, hasta que empiece a funcionar el sistema, ya sea con créditos, avales, reducción y/o devolución de impuestos, con campañas publicitarias para difundir los programas, que ya deben estar pagas con la subvención de los 15 millones y permitiendo el uso de la Tarjeta Sanitaria en todo el país.

La Comunidades Autonómicas y los Ayuntamientos deberán facilitar la tarea, flexibilizando ordenanzas, apoyando con su infraestructura y monetariamente con los tributos que sean de su jurisdicción.

Los hoteles deberán adaptar sus instalaciones a las nuevas necesidades y pautas de conducta.

Los Agentes de Viaje, con muchos años de experiencia en programas para la tercera edad, tendrán la ardua tarea de repensar y rehacer los paquetes de una forma segura, pero sobre todo atractiva, que haga perder el miedo a viajar y devolver la confianza en el sistema.  

Los transportistas en general, como aviones, trenes, autocares y sobre todo los cruceros, tendrán que rehacer sus presupuestos y afilar sus números, en la medida que sus capacidades de transporte se verán dramáticamente alteradas para cumplir con las nuevas exigencias sanitarias.

Los lugares de entretenimiento y compras de todo tipo, sobre todo los grandes, necesitarán agudizar sus capacidades y reciclarse de inmediato; los pequeños comercios tienen la oportunidad de brindar una oferta muy interesante para las circunstancias de “distancia social”.

Los bancos al distribuir  los créditos que recibirán de la UE, tendrán que ser muy cuidadosos en sus decisiones y asesorarse por gente del turismo, sobre como rendirá más ese dinero para recuperar el sistema.

Las compañías de seguro ayudarán revisando la “letra pequeña” de sus contratos y los seguros privados de salud, completando sus servicios en todo el territorio nacional, con claras instrucciones para los usuarios.

La Organización Nacional de Ciegos Españoles (Once), con su profunda experiencia en facilitar la vida de las personas, ante las limitaciones propias u obstáculos del entorno, tiene un rol fundamental en preparar manuales de actuación para proteger y protegernos, en ese futuro con limitaciones en la circulación y en la forma de relacionarnos.

El Instituto de Calidad Turística Española, (ICTE) deberá adaptar sus protocolos a las nuevas realidades, siendo una ayuda invalorable para armar planes para los futuros viajes.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) tendrá que utilizar sus herramientas, para enriquecer los planes y difundir sobre la actitud que deben tener los distintos actores.

Por último, el periodismo especializado, continuando con su incansable labor didáctica, será un lubricante indispensable en la compleja maquinaria del turismo del día después.

Con todos estos deberes cumplidos, el “turismo” tendrá que salir a seducirnos y conquistarnos, ya que somos sus clientes naturales y casi los únicos en esta nueva etapa; les avisamos a los jóvenes ejecutivos que conduzcan este proceso, que no cometan el error de simular protegernos, pues sabemos cuidarnos solos y cuando nos abandonaron supimos seguir adelante, sólo cumplan con su trabajo: divertirnos de forma segura, y así con nuestro dinero volverán a construir el sistema.

Portal de América

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