Reconstruir el tejido empresarial del turismo español
Miércoles, 08 Abril 2020

Reconstruir el tejido empresarial del turismo español

Madrid, 8 de abril de 2020 - En muchas ocasiones tuve la oportunidad de representar a Uruguay ante organismos internacionales multilaterales, ya sea como miembro del sector público o como delegado del sector empresarial, pero hubo dos ocasiones que me marcaron, por la extraordinaria experiencia vivida y el aprendizaje obtenido, en ambas mi gestión era representando al sector privado.

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por Ramón de Isequilla, desde Madrid

La primera fue en 2001, cuando concurrí en representación del sector empresarial a la “Reunión tripartita sobre el desarrollo de los recursos humanos, el empleo y la mundialización en el sector de la hotelería, la restauración y el turismo” organizada por la O.I.T., Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra.

La semana de reuniones compartidas con empresarios y gremialistas europeos me permitió conocer una realidad muy distinta a la que vivíamos en el Rio de Plata en aquella época, en la cual los tres estamentos, patronal, fuerza laboral y estados coordinaban esfuerzos para fortalecer una actividad empresarial generadora de fuentes de empleo, bajo el concepto del “trabajo decente”.

La segunda y totalmente opuesta a la anterior, fue la Cumbre Empresarial Europea-América Latina que se desarrolló dentro de la Cumbre de Presidentes de América Latina, Caribe y Unión Europea en Madrid en 2010, donde representé a la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Uruguay. Esta Cumbre no tuvo nada de empresarial y mucho de ideología, siendo un desfile de vanidades políticas y rencillas de barrio, protagonizada por políticos que intentaban imponer sus visiones ante la mirada atónita de los empresarios, que estoicamente soportábamos sus diatribas y hacíamos un curso acelerado de lo que no se debía hacer.

Lo que rescaté de la Cumbre fue un discurso del presidente del Perú, Alan García, donde realizó un análisis de la realidad geopolítica de ese momento, utilizando la óptica de Fernad Braudel en su obra “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II”, visión que hoy he retomado leyendo “La Destrucción de la Cristiandad, Europa 1517-1648” de Mark Greengrass.

Tanto estas experiencias, como el vivir en Madrid, siempre muy conectado con su acontecer diario no sólo en lo referente al sector turístico, sino también a la realidad política española, me anima a elaborar la siguiente reflexión.

Debido a un virus aparentemente nuevo, cuyo origen y comportamiento es desconocido, (salvo alguna que otra teoría conspirativa), estamos confinados en nuestras casas, al igual que más de la mitad de la humanidad, restringidos nuestros derechos individuales garantizados por la Constitución, sin ingresos genuinos producto de nuestro trabajo o actividad empresarial, condenados, esperemos que por un breve período, a vivir de nuestros ahorros que sobrevivan al colapso financiero o del déficit fiscal, siendo esto la llamada “Pandemia Sanitaria”.

Esta “Pandemia Sanitaria” provocó (pidiendo perdón por el abuso idiomático) una “Pandemia Económica” que coloquialmente podemos decir “se llevó puesto al turismo”, siendo la actividad más afectada, la primera en colapsar y según Exceltur la última en recuperarse.

Si la historia terminara aquí, no habría mayores problemas, el tema sanitario lo solucionarán los científicos, en un corto o medio plazo, ya que ni es la primera pandemia, ni la última que nos aquejará, y la que llamamos “pandemia económica” tendrá su fin cuando se produzca el rebote natural de la economía como sucede en todo proceso de crisis, demorando más o menos, de acuerdo con las habilidades de los gobernantes, los empresarios y la sociedad en su conjunto.   

Pero resulta que, sin que nos diéramos cuenta, aprovechando la confusión, nos quieren filtrar una tercera pandemia que, siguiendo en nuestro abuso del idioma, llamaremos “Pandemia Ideológica”.

Esta pandemia, no es más ni menos que el intento de un “cambio de régimen”, o sea, pasar de una Monarquía Parlamentaria, establecida en 1978, por una Constitución que brindó el período de mayor bienestar a los españoles en toda su historia, a un régimen neocomunista de corte bolivariano, intento conducido por el Poder Ejecutivo y avalado por parte de las fuerzas políticas con representación en el Congreso.

La fórmula es sencilla, antigua y conocida, se trata de destruir la moneda, el empresariado y las fuentes de trabajo, estigmatizando al sector privado, estableciendo una renta universal, asegurada en un inicio, que se transforma al poco tiempo en una “cartilla de racionamiento”, nacionalización de todas las fuentes de producción (el “exprópiese” chavista) financiando con endeudamiento y provocando miseria a varias generaciones, como ya lo anunció el presidente del gobierno.

Los primeros pasos de la “pandemia ideológica” fueron cerrar el Congreso impidiendo el control al gobierno y modificar la autorización del Estado de Alarma de forma ilegal, con medidas de dudosa constitucionalidad, atacando a las empresas y trabajadores autónomos, haciéndoles soportar en forma exclusiva el peso del costo de la crisis.

El 14 de marzo el turismo dejó de existir en España, y la única forma de recuperarlo como principal motor de la economía española, una vez controlada la “Pandemia Sanitaria”, es reconstruyendo el tejido empresarial español para que sea el soporte de la recuperación económica.

Este proceso será paulatino y en varias etapas, armando una estructura sólida y sustentable, utilizando los resortes y garantías que nos brinda la Constitución y nunca con fórmulas populistas caribeñas.

Para esa reconstrucción del tejido empresarial español, hay varias instituciones y empresarios trabajando en propuestas concretas que iremos analizando después de Pascua.

Portal de América

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