por Nicolás Raffo Menoni, desde Montevideo
Esa primer frase que parece incoherente, en realidad no lo es, porque siempre que han habido avances tecnológicos y cambios en los modos de hacer, de producir, de pensar y de todo lo que se pueda ocurrir, el ser humano primero se rehúsa, para luego ir adaptándose a los cambios necesarios.
Ese rehusarse puede acontecer por varios motivos como:
⦁ el miedo,
⦁ la conveniencia de mantener el “statu quo” imperante,
⦁ el desconocimiento de la nueva realidad,
⦁ por convicción genuina de que lo previo es mejor
⦁ y por otras motivaciones más.
Hasta acá nada nuevo, los avances tecnológicos y sobre todo los alcances y promesas de la Inteligencia Artificial (IA) seguirían por ese camino.
¿Pero cuál es el problema diferente de hoy?
Ese problema pasa por saber que nunca como hasta hoy hubo un avance tan radical que pudiese emular y en muchos casos suplantar a la capacidad de la inteligencia humana. Esta herramienta de hoy parece ser capaz de aprender, pensar y crear.
La IA está diseñada para realizar acciones que emulan a la inteligencia humana, pero con la ventaja de sintetizar más rápidamente, cantidades siderales de datos, como no lo podría hacer una persona común. También permite realizar procesos de automatización inteligente como nunca antes se habían podido observar.
En esos aspectos es que se está centrando la discusión actual, con voces alarmistas por un lado y favorables por el otro; generando posturas y tendencias sobre la temática en cuestión.
La realidad es que la IA ya está entre nosotros y negarse a su uso sería perder la oportunidad de aprender de ellas, de potenciar el trabajo que se realiza y el de poder formar parte de las discusiones y acciones que se generen para su desarrollo futuro.
El desafío pasa por no competir contra la IA sino por saber cómo haremos para adoptarla e integrarla en las nuevas modalidades de aprendizaje y de trabajo, sin perder la esencia de la humanidad.
El desafío pasará por saber cómo ser cada vez más inteligentes, en un mundo que cada vez más delega esa actividad y que la cambia por la comodidad y la facilidad.
Hay un montón de supuestos que se dan por hecho respecto al uso de estas herramientas, que en lo personal me reservo el derecho de la duda sobre si serán ciertos:
- Más tiempo libre.
- Más competitividad.
- Más eficiencia.
- Más capacidad de hacer cosas.
No creo que todo sea tan simple o tan fácil.
Los verdaderos resultados los obtendrán quienes puedan entender y operar estas nuevas herramientas, pero también quienes puedan poner límites y no sean absorbidos por esta nueva realidad.
Habrá que poder establecer un verdadero equilibrio entre lo que hacer y hasta dónde llegar, porque en caso contrario, podremos caer en el hecho de estar más ocupados, con más tareas, con menos tiempo libre y por ende con menos salud.
De lo que no tengo dudas, es que el uso de estas herramientas no te enseñarán a pensar, a reflexionar y/o a tener una visión críticas sobre lo que hay que hacer. Mucho menos sobre el uso que debería hacerse de ellas.
Quiero creer que las capacidades humanas seguirán siendo un diferencial a la hora de poder presentarnos frente al mundo y para conseguir nuevas oportunidades laborales.
Y las capacidades y habilidades blandas, que tanto se asocian a lo emocional y social que es en lo que nos diferenciamos las personas del resto de los seres vivos, seguirán siendo fundamentales.
Hay informes como el Future of Jobs del World Economic Forum (WEF 2024) que así lo presentan, donde liderazgo, empatía, resiliencia, el aprendizaje continuo, creatividad, capacidad de reflexión y otras serán de gran importancia. Sin olvidar obviamente de la importancia de la alfabetización digital, las habilidades tecnológicas y el manejo de datos.

Un ejemplo concreto e ilustrador
Desde hace años realizo como docente tutorías para la realización de tesis finales con las que estudiantes se reciben de Licenciados.
En esos trabajos los alumnos deben describir un proceso de investigación seguido a lo largo de todo un año de trabajo, en el marco de al menos dos asignaturas diferentes y en base a estudios de casos que involucran aproximaciones diagnósticas a instituciones y sus problemáticas. Otros productos que deben elaborar son posibles propuestas de mejoras para esas realidades.
Para ello se aplican instrumentos de recolección de datos, análisis documental y análisis e interpretación de los datos obtenidos.
He notado, en gran cantidad de casos, como el nivel y la capacidad de escritura ha decaído; he notado como el uso de las nuevas herramientas de IA generan contenidos que aparentemente son atractivos desde el punto de vista de su lectura y presentación, pero que no aplican para la descripción de procesos investigativos que esas herramientas no han podido realizar y porque carecen de la necesaria interacción con las instituciones intervenidas.
En estos casos, lo que falla no es la capacidad de sintetizar toda la información, lo que falla es la capacidad de poder interpretar esos procesos de investigación por parte de las ayudas utilizadas.
Y además también fallan los alumnos a la hora de dar los prompts u órdenes necesarias para ejecutar esas ayudas, con lo cual los resultados terminan no respondiendo al verdadero y deseado propósito académico.
No me preocupa que mis alumnos utilicen la IA (porque de hecho yo también la utilizo como apoyo) para acceder a la información y al conocimiento. Lo que si me preocupa, es que ante la comodidad, esos alumnos pierdan la capacidad de realizar los debidos procesos cognitivos que implican razonar, pensar, investigar y buscar para generar los nuevos conocimientos.
Hay que decir que como docente apoyo y guío esos procesos, porque tampoco sería de ley quitarse toda la responsabilidad sobre los resultados.
Ante esta realidad, sin dudas debo de interpelar estas nuevas prácticas y tratar de reflexionar con los colectivos docentes acerca de:
- ¿Cómo encarar estas situaciones?
- ¿Qué cambios se deben hacer?
- ¿Cómo podemos y debemos incorporar estas nuevas herramientas?
- ¿Por dónde deben ir los nuevos contenidos a enseñar?
- ¿Cómo haremos para resignificar aquellos contenidos que se consideren prioritarios y válidos a pesar de los cambios?
- ¿Cuál es el rol que jugaremos los docentes en estos nuevos procesos?
Si no hacemos este ejercicio de reflexión crítico, adoptemos la IA y preguntémosle a chat gpt por dónde seguir.
Si ese día llega...la batalla de la inteligencia humana estará finalmente perdida.
Para cerrar esta reflexión, quiero remarcar que la IA puede y debe ayudarnos a pensar mejor, pero no debe hacerlo por nosotros y suplantar esta capacidad.
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