Panorama general y perspectivas para el turismo en el post Covid y en la post guerra #PDAconPastoralTurística
Viernes, 07 Octubre 2022 09:53

Panorama general y perspectivas para el turismo en el post Covid y en la post guerra #PDAconPastoralTurística

El de este artículo, es el título de la ponencia que en esta jornada presentó nuestro compañero Ramón de Isequilla Real de Azúa en la octava edición del Congreso de Pastoral de Turismo en Santiago de Compostela, España, Congreso que tenía como eslógan “Repensar el turismo. Retomando el camino con ojos de esperanza”. Compartimos la misma.

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No sin vergüenza y con un poco de temor me enfrento a este calificado auditorio, para compartir humildemente algunas reflexiones sobre el “Panorama general y perspectivas para el turismo en el post Covid y en la post guerra “, agradeciendo a la organización y a cada uno de los responsables del “VIII Congreso Mundial de Pastoral del Turismo” por la generosa invitación.

Y así y sin más “que salga el toro”.

Nadie duda que a nuestra generación le tocó vivir una época muy especial de la historia, estando hoy ante una situación que nos inunda con su incertidumbre, de la cual el turismo no podía estar ajeno.

Nacimos al mismo tiempo que el turismo moderno, cuando, (como consecuencia del período de relativa paz, que se iniciaba tras la segunda guerra mundial, el comienzo de la era del jet, y la consolidación de la clase media), irrumpía en Europa y luego se desparramaría por todo el mundo el turismo de masas.

Turismo de masas que preocupaba al Patriarca de Venecia Albino Luciani, cuando en 1972 escribió una de sus cartas dirigida al Pablo el Diácono, titulada “La manía de las vacaciones” que luego formó parte de la obra “Ilustrísimos Señores”.

En esa carta, impactado por la irrupción del turismo en el norte de Italia, un turismo nacional y de “carretera”, se preguntaba “¿adónde va toda esa gente?, ¿dónde podrá acomodarse?”, “quieren darse un baño de naturaleza para ahogar sus habituales penas y olvidarse de la ciudad, del cemento del ladrillo, tomando como estereotipo del turista a Petrarca, que “viajó todo lo viajable en busca de lugares queridos, amigos queridos y libros queridos, pero a costa de malgastar su fortuna”, provocando su primera reflexión “la manía del veraneo, que obliga a la gente un quiero y no puedo”, de la cual extraemos la idea que, en aquella época el turismo de masas era todavía rudimentario, se confundía con el concepto de “veraneo”.

El tiempo lo fue sofisticando, hasta que entendimos sobre los “recursos” los “productos” y su “segmentación”; a modo de ejemplo, en el “Turismo Religioso”, encontramos sin bucear demasiado 19 subcategorías, más todas sus combinaciones posibles: 1.- Distintas nacionalidades, 2.- Turistas jóvenes, 3.- Turistas maduros, 4.- Turistas 3ra edad, 5.- Turistas de distinto nivel cultural, 6.- Turistas según nivel económico, 7.- Turistas que viven en grandes ciudades, 8.- Turistas que viven en pequeñas ciudades, 9.- Turistas que viven en el ámbito rural, 10.- Turistas no experimentados, 11.- Turistas experimentados, 12.- Turistas que temen salir del país, 13.- Turistas acostumbrados a salir de su país, 14.- Turistas que viajan en excursiones, 15.- Turistas que viajan en forma individual, 16.- Turistas que viajan solos, 17.- Turistas que viajan en pareja, 18.- Turistas que viajan en familia, 19.- Turistas que viajan en grupo de amigos. Confirmando que, si no pensamos en segmentos, no pensamos.

Cierra la carta, el que fuera poco tiempo después el Papa Juan Pablo I, con dos consejos: “sed hospitalarios unos con otros sin refunfuñar y sin timar” y finalmente “si nosotros nos vamos de vacaciones, el señor no se las toma, vivamos el domingo, aunque estemos de vacaciones”.

Pasó mucha agua bajo el puente desde aquellas palabras y el turismo se desarrolló de tal forma que, en 2019, batía todos los récords, tanto en movimientos internacionales de personas como en generación de riqueza.

La soberbia con la que expertos mundiales analizaban la situación tuvo un final inesperado para ellos, pero totalmente previsible para los que pensábamos “esto en algún momento va a volar por los aires”, llegó la pandemia, de un día para otro pasamos de la explosión del turismo a “turismo cero”.

Éramos optimistas en la medida que conocíamos la resistencia del turismo a las crisis, se había recuperado de la del petróleo en los 70, del 911 y de la estafa mundial de Wall Street en 2008, tarde o temprano y quizás a un costo demasiado alto se iba a salir.

Cuando la pandemia se remitió y la gente volvió a viajar, estalla la crisis energética (y su consecuencia directa la inflación), producto de la guerra de Ucrania y la corrupción de algunos gobiernos europeos, al renunciar a la soberanía energética, a cambio de cargos en empresas multinacionales, con la excusa del cambio climático.

Sin energía fiable, barata y abundante, en un proceso inflacionario,el turismo corre un peligro de muerte.

Los gobernantes no saben qué hacer, los políticos no entienden nada de turismo, estando demasiado ocupados en conservar sus sillones, respondiendo las demandas de los ciudadanos con “ocurrencias” de parvulario.

El gobierno y los medios de comunicación afines desprecian y ningunean al turismo, queriendo dar una imagen de precariedad y poco valor agregado a la actividad.

Los empresarios están preocupados por sobrevivir y pocos piensan en mañana, los subsidios dirigidos a unos si y a otros no, según el dedo del gobernante, reemplazaron las inversiones.

Una serie de oportunistas hicieron su agosto, organizando “webinares” vacíos de contenido, bajo títulos rimbombantes de fórmulas mágicas sobre el turismo post pandemia.

El webinar puede ser la tumba del turismo de reuniones, si las empresas entran en la mediocridad de cambiar las reuniones presenciales por intercambios de pantallitas con corbata y bañador.

El metaverso remplazará el paseo por el sofá, veremos a los jóvenes encerrados en sus casas acumulando “experiencias metaversianas”; a los viejos, (que somos los que podemos viajar porque tenemos tiempo y dinero para hacerlo), ya probaron con éxito, encerrarnos en nuestras casas, por miedo al contagio del covid 19 y luego inventarán otro “miedo” para volvernos a encerrar.

Hace tiempo denunciamos que las imágenes promocionales de destinos turísticos sacadas con un dron, eran una estafa, eso que mostraban, nunca lo podríamos ver desde el suelo en nuestra visita al lugar, a no ser que contratáramos un helicóptero; hoy no necesitamos viajar, el dron en nuestras pantallas del ordenador nos muestra los destinos turísticos, a lo cual les respondo “el turismo es viajar, estúpido”.

Antes de seguir avanzando recurramos a las definiciones para lograr un encuadre más adecuado de sobre lo que estamos hablando.

DEFINICION OMT: El turismo es un fenómeno social, cultural y económico que supone el desplazamiento de personas a países o lugares fuera de su entorno habitual por motivos personales, profesionales o de negocios. Esas personas se denominan viajeros (que pueden ser o bien turistas o excursionistas; residentes o no residentes) y el turismo abarca sus actividades, algunas de las cuales suponen un gasto turístico.

La RAE nos dice:
TURISMO: 1. m. Actividad o hecho de viajar por placer, 2. m. Conjunto de los medios conducentes a facilitar los viajes de turismo, 3. m. Conjunto de personas que hace viajes de turismo.
PASTORAL: 3. adj. Perteneciente o relativo al pastor eclesiástico o a su actividad. La labor pastoral del obispo. Las directrices pastorales de la jerarquía eclesiástica, 4. f. Actividad de dirección espiritual desarrollada por la Iglesia entre sus fieles.

Si vamos aterrizando al ámbito que hoy nos reúne, “la Pastoral del Turismo”, nos obliga a hablar del turismo religioso, pese a no confundir una cosa con la otra, y ello nos trae a la memoria cuando participamos en la Feria Universal de Shanghái en 2010, el pedido que realizó una compañera de delegación, a una agencia de viajes, sobre la posibilidad de alojarse en un “monasterio o un spa”, a esa banalización de telenovela vespertina, indigna de empresarios que representan a un país, le respondemos con el dicho argentino de “la Biblia y el calefón”.

Esto es uno de los síntomas de confusión de valores y cosas que vive nuestra sociedad actual, el cual fue aprovechado por varios oportunistas operadores turísticos que incursionaron el turismo religioso, transformando una peregrinación en un tour de compras.

Los productos turísticos no se inventan, surgen de necesidades de la gente interpretadas por los operadores turísticos, que construyen un producto para satisfacer esa necesidad.

El turismo es una oportunidad para una labor pastoral y la Pastoral del Turismo no se agota en el turismo religioso.

Los monumentos religiosos no son sólo obras de arte, son obras del hombre para adorar a Dios, recordando a Leopoldo Marechal en “Descenso y ascenso del alma por la belleza”.

Los turistas como personas que son, aunque algunos se ocupan de ocultarlo, tienen necesidad de Dios en sus viajes y ahí debe estar la Pastoral Turística para dar albergue al caminante y consolar al peregrino, anunciando la “Buena Nueva”.

España es un ejemplo de una geografía humana al servicio de Dios, cuando los turistas visiten nuestras catedrales debemos sacarlos de la actitud pagana de admirar una pintura, una escultura o un vitral y trasmitirles por medio de ellas la “Palabra de Dios”.

Ese paganismo, se expande por obra de los mercaderes, que mercantilizan la noble tarea de los operadores turísticos ya sean guías, posaderos o restauradores, engañando a los responsables de Parroquias al organizar los tours, transformando un viaje de Fe en un “Peace Brother” al estilo New Age.

La Organización Mundial del Turismo (OMT-UNWTO) establece anualmente un lema para festejar, los 27 de setiembre, el Día Mundial del Turismo, siendo elegido para este año “Repensar el Turismo”.  Lema muy adecuado para el momento que toca vivir a esta actividad, transversal si las hay, que abarca múltiples facetas del  actuar humano y ha sido la principal víctima de la pandemia y de las repercusiones de la invasión a Ucrania.

Repensar el turismo para la era post pandemia y post guerra, no es solamente una tarea para operadores turísticos, debiendo también encararla la Pastoral Turística desde su posición, bajo el lema “Repensar el turismo: Retomando el camino con ojos de esperanza”.

Los paradigmas que guiaron el turismo en la segunda mitad del siglo XX y hasta el año 2019, volaron por los aires, presentándose la oportunidad de “Retomar el camino con ojos de esperanza”, volviendo la vista dos milenios atrás, cuando según Lucas 2. 6-7 “Estando allí se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón”, siendo la “hotelería” de la época, con su rechazo, partícipe del “Plan Divino” tantas veces incomprensible para nuestros ojos.

Recordándome esto la teoría del complot de la Asociación de Hoteles de Jerusalén y la primer crónica de una actividad turística de la cristiandad contenida en el relato de los Reyes Magos.

A lo largo de la historia, “la Peregrinación” y “dar albergue al peregrino”, han sido parte fundamental de la actividad turística y hoy, más que nunca, el rol de la Pastoral del Turismo es crucial para iluminar, con ojos de esperanza, el camino que se debe seguir en el turismo del futuro.

Durante estos cinco días en Santiago de Compostela tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la historia de la Pastoral del turismo, los caminos espirituales de Europa, la necesidad de elaborar un verdadera teología del descanso y el tiempo libre, las perspectivas para el turismo post covid, el fenómeno histórico del turismo religioso, la historia de la Pastoral en las diócesis iberoamericanas, el rostro oscuro del anti turismo, la acción pastoral en los cruceros, Jerusalén, Roma, Santiago, sus vínculos históricos, el sentido y valor de la peregrinación en la fe y la vida de las Iglesias Orientales, los bienes culturales como signo y misión al servicio de la misión evangelizadora.

Los viajes “Long Range” se han minimizado y la deficiente oferta existente ostenta precios exorbitantes, el turismo se ha reducido al de cercanía, media humanidad no está visitando a la otra media humanidad, pese a los alentadores datos del Barómetro del Turismo Mundial de la OMT, que nos dice que en el último semestre las llegadas de turistas se triplicaron con respecto al mismo semestre de 2021, recuperando al 60% de los números prepandemia, generado por la demanda reprimida y por el levantamiento de medidas restrictivas en la mayoría de los países, siendo Europa y Medio Oriente los líderes en la recuperación.

Al respecto el secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili, afirmó: "El turismo sigue recuperándose de forma constante, a pesar de los diversos retos de naturaleza tanto geopolítica como económica. El sector está devolviendo la esperanza y las oportunidades a personas de todo el mundo, pero es el momento también de repensar el turismo y entender hacia dónde va y cómo repercute en las personas y el planeta".

El gasto turístico también tuvo una importante recuperación, pero el entusiasmo inicial puede sufrir una nueva desilusión, que ese aumento no se transforme en rentabilidad que recupere las fabulosas pérdidas de los años 2020 y 2021, sino que sea absorbido por la inflación.

La recuperación del tráfico aéreo tuvo serios inconvenientes en su logística, creando situaciones de tortura para los viajeros por los cuellos de botella en los aeropuertos y cancelaciones de vuelos por falta de personal, obedeciendo en la actividad específica aérea a las bajas por omicron, que diezmaron tripulaciones y en la hostelería y alojamiento por el abandono de la actividad durante la pandemia y la incorporación de esa mano de obra en otras actividades más estables.

El aumento de las tasas de interés establecido por los Bancos Centrales para combatir la inflación, son un duro golpe para las empresas que se endeudaron en el bienio anterior y un serio inconveniente para la financiación de los viajes, instrumento indispensable para un segmento de la clase media, escaso de ahorros, retrasando la recuperación plena por lo menos hasta el 2024.

La crisis energética presenta un sombrío panorama para la actividad aerocomercial, temiéndose que el incremento del precio del petróleo, que tiene una repercusión directa e inmediata en el precio de los pasajes nos lleve a tarifas relativas de medio siglo atrás, antes que se socializara el uso del avión, por la apertura de cielos y la bajada abrupta de los costos, que posibilitó volar a amplios segmentos de la población sumado a la irrupción de las “low cost”.

Asimismo, la inflación está comiendo la capacidad de ahorro de los consumidores, paso previo para la posibilidad de cualquier viaje. Cuando echamos a mano los ahorros para cubrir nuestro déficit mensual, “adiós vacaciones”.

A mi entender y bajo mi exclusivo riesgo de opinión, este último “Día mundial del turismo” fue festejado con más voluntarismo que realidad.

El pensamiento de la Organización Mundial del Turismo OMT fue: “El Día Mundial del Turismo vuelve a centrarse en el futuro. Ahora que la recuperación del sector está en marcha, y cuando el reconocimiento político y público para el sector es mayor que nunca, la OMT quiere hacer hincapié en la oportunidad de repensar cómo hacemos turismo. Esto significa poner en primer plano a las personas y al planeta, y reunir a todos los interesados, desde los gobiernos y las empresas hasta las comunidades locales, en torno a una visión compartida de un sector más sostenible, inclusivo y resiliente”.

La OMT reconoce que durante los últimos cuarenta años se celebró el día del turismo festejando el crecimiento y los logros del último período, este año es diferente, pues pese a la recuperación, estiman que no se puede seguir como antes.

Del “vamos bien”, incluso el “vamos fantástico” pasamos a “¿hacia dónde va el turismo?, ¿adónde queremos ir?, y ¿cómo vamos a llegar allí?”, preguntas totalmente válidas para el turismo religioso, en lo cual la “Pastoral del Turismo” tiene mucho que decir.

“El Día Internacional del Turismo puso a las personas en el centro de los debates, reuniendo a las partes interesadas de todos los eslabones de la extensa cadena de valor del turismo, desde los líderes políticos y del sector político hasta los representantes de las comunidades y los embajadores de la juventud y los pueblos indígenas”.

Dice la OMT “Cuando el mundo vuelve a abrirse, tenemos que aprender las lecciones de la pandemia y de la pausa que supuso a nivel internacional. Al exponer las debilidades, la crisis mostró también dónde hemos de reforzar la resiliencia. Y al exponer las desigualdades, mostró asimismo dónde hemos de buscar una mayor justicia”.

También la OMT afirma “El turismo es un poderoso factor impulsor del desarrollo sostenible. Contribuye a la educación y al empoderamiento de las mujeres y los jóvenes y promueve el desarrollo socioeconómico y cultural de las comunidades.

Además, desempeña un papel fundamental en los sistemas de protección social que constituyen los cimientos de la resiliencia y la prosperidad”.

Se suma el secretario general de las Naciones Unidas UN diciendo: “El Día Mundial del Turismo celebra el poder del turismo para fomentar la inclusión, proteger la naturaleza y promover el entendimiento cultural”.

Al muy entendible y compartido deseo de “crear puestos de trabajo decentes y garantizar que los beneficios redundan en el país anfitrión y las comunidades locales” el secretario general de la UN agrega “Debemos invertir en un turismo limpio y sostenible, reduciendo el consumo energético del sector, adoptando vías de emisiones cero y protegiendo la biodiversidad”.

A nuestro exclusivo entender, esta afirmación es más ideológica que realista, ignorando el fondo del problema de la crisis energética que sufrimos, que es producto de la matriz elegida y no del cambio climático producto de la actividad humana.

Todo esto también a nuestro exclusivo entender, es “muy bonito”, pero insuficiente, temiendo que lo “políticamente correcto” contamine actividad, siendo el turismo un negocio al cual debemos los empresarios despejar de ideología y, el rol de la Pastoral es utilizar el turismo como vector para difundir la “Buena Nueva”.

A lo ya de por si complicado panorama que afronta el turismo producto de la pandemia, la invasión a Ucrania, la crisis energética y la inflación, se ha sumado estos últimos días la amenaza de una guerra mundial utilizando armas nucleares, volviendo la humanidad a la misma sensación que sentimos en octubre de 1962 hace exactamente sesenta años.

Las opiniones están divididas, unos piensan que es sólo una bravata, del derrotado líder comunista ruso y otros piensan que es una posibilidad real y cierta, teniendo entra ambas posturas diversos puntos intermedios.

De concretarse la segunda posición, independientemente del drama que representaría para la humanidad con sus efectos que algunos califican como apocalípticos, sería la desaparición del turismo de la faz de la tierra o de lo quede de ella.

Para finalizar, queremos hacer un pequeño aporte a la OMT, para el cumplimiento de su llamado a “Repensar el Turismo” el último 27 de septiembre.

Se trata de un cuestionario que deberán responder los “expertos en turismo” que hoy llenan las páginas de las distintas publicaciones, tertulias televisivas y webinares al uso, que aparte de proclamar verdades generales, a las cuales respetamos, hasta ahora no aportan mucho más.

Preguntas a responder por los candidatos a “expertos en turismo”:
1.- Cuántos años trabajó como dependiente y/o propietario de un establecimiento turístico de cualquier tipo?
2.- En su actividad como hotelero cuántas sobreventas tuvo que afrontar y cómo las resolvió?
3.- En su actividad en la restauración cuántos cortes de energía tuvo que soportar y cómo resguardó las materias primas en su  debida conservación?
4.- En cualquiera de las actividades turísticas que ha desempeñado, ¿cuántos planes de negocio y sus consiguientes planes de contingencia elaboró y qué resultado tuvieron?
5.- En su actividad en una compañía aérea, ¿cuántas crisis enfrentó y cómo solucionó cada una?
6.- ¿Cuantas veces llegado el fin de mes, siendo propietario no pudo enfrentar el pago de los salarios o siendo dependiente no pudieron pagarle y qué medidas tomó en cada caso?
7.- Siendo agente de viaje, uno o varios de sus proveedores no cumplieron con sus clientes, ¿qué medidas tomó?
8.- Un desastre natural o un conflicto de cualquier tipo aisló su establecimiento, no pudiendo entrar ni salir pasajeros e insumos, ¿qué medidas tomó y que resultado tuvieron?
9.- Teniendo responsabilidades de gobierno, ¿qué niveles de conocimiento le exigió a su equipo de colaboradores?
10.- Siendo transportista, producto de una huelga o por un desastre natural, se quedó sin combustible, ¿qué medidas tomó y qué resultado tuvieron?

Los que puedan responder satisfactoriamente el 50% de las preguntas, bienvenidos como expertos para repensar el turismo, los que no, vuelvan dentro de unos años con los deberes hechos.

Esta suerte de teatralización, de un supuesto casting de expertos, tiene el objetivo de desnudar la liviandad con que instituciones y dirigentes toman los temas del turismo.

MUCHAS GRACIAS

Portal de América

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