En una 'minisesión' plenaria, con un único punto del día, y con la única necesidad de obtener una mayoría simple, la Eurocámara ha escenificado un mero trámite, después de que el pasado 23 de enero la comisión parlamentaria de Asuntos Constitucionales ya diera su visto bueno por un amplio margen: 23 votos a favor y tres en contra.
Tras esta sesión, el presidente del Parlamento comunitario, David Sassoli, tutelará una ceremonia con los 73 eurodiputados británicos que abandonarán sus escaños, y el viernes se procederá a retirar la bandera británica de todos los edificios de las instituciones comunitarias.
La última semana de los británicos como europeos
Como paso previo, el primer ministro británico, Boris Johnson, el pasado viernes estampó su firma en el acuerdo. "Esta firma anuncia un nuevo capítulo en la historia de nuestra nación", sostuvo el mandatario a través de Twitter.
Antes que Johnson, dos líderes de las instituciones europeas firmaron el mismo viernes, de madrugada, el documento: el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Y después de este miércoles aún queda una última formalidad, la firma de los Jefes de Estado y de Gobierno del los 27 miembros de la UE, que está prevista para este jueves 30 de enero y que realizarán a distancia.
Así, a partir del 1 de febrero, el Reino Unido ya podrá ser considerado un país externo a la Unión Europea.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
El Brexit comenzó con un referéndum celebrado el 23 de junio de 2016, en el que el 51,9 % de la población del Reino Unido votó a favor de salir de la UE. Desde entonces el país ha contemplado a tres primeros ministros (Cameron, May y Johnson) e inacabables negociaciones, tanto en el seno del Parlamento británico como con las instituciones europeas.
La fecha inicial prevista para llevar a cabo el Brexit era el 29 de marzo de 2018, aunque las dificultades de las negociaciones dieron lugar a que tuviera que ser pospuesta tres veces. En esta ocasión el primer ministro Boris Johnson dejó claro desde el principio que no estaba dispuesto a permitir más demoras.
¿Este viernes es el fin?
Aunque este 31 de enero tenga lugar el Brexit, el Reino Unido seguirá vinculado a la Unión Europea durante otros 11 meses, los cuales constituirán un periodo de transición durante el cual deberán establecer los acuerdos comerciales y de otro tipo que regirán la relación entre los dos entes en el futuro.
Así, desde el 1 de febrero hasta el 31 de diciembre de 2020, Reino Unido permanecerá en las estructuras y normas comunitarias. Existía la posibilidad de solicitar una prórroga por uno o dos años, pero Johnson añadió una cláusula al acuerdo para evitar nuevos retrasos.
¿Cuánto ha durado esta unión?
Los británicos forman parte de la UE desde 1973, es decir, casi 50 años. Pero lo cierto es que ha sido una relación difícil desde sus comienzos.
El Reino Unido pidió por primera vez su adhesión al organismo comunitario en 1961, pero el general De Gaulle, presidente de Francia a la sazón, vetó tanto en 1963, como en 1968, su entrada en las entonces Comunidades Europeas. No fue hasta la tercera ocasión cuando su intento tuvo éxito, una vez retirado De Gaulle del mando francés.
Pero los británicos no solo tuvieron que luchar contra dificultades externas, sino también contra el criterio de parte del partido conservador y del partido laborista, que no veían con buenos ojos la pérdida de soberanía a favor del ente supranacional.
Con la llegada de Margaret Tatcher al poder, desde los años 80 se instaló un ala euroescéptica en el seno de los 'tories', cuyo máximo representante ha sido el actual primer ministro, Boris Johnson.
Clara señal de la difícil relación que las islas han tenido con la Unión Europea es el hecho de que el Reino Unido es la única de las grandes economías europeas que no ha adoptado el euro, la moneda común, y que ha mantenido hasta la actualidad la libra como seña de identidad.
¿Qué ha supuesto la Unión Europea para Reino Unido?
Durante las últimas cinco décadas el Reino Unido ha contribuido al presupuesto de la Unión Europea. A cambio ha disfrutado de los beneficios que supone ser miembro: participar de políticas comunes, como las de agricultura, política exterior o justicia; participar en las decisiones de los órganos comunitarios; mayor fuerza en la negociación de tratados con terceros países, y un largo etcétera.
La salida de la UE supone que Reino Unido deberá abonar una compensación económica por los beneficios obtenidos en esos casi 50 años, que se ha cifrado en aproximadamente 45.000 millones de euros, y que todavía tiene que ser negociada.
Los puntos más complejos de la negociación
Varias han sido las cuestiones que han retrasado las negociaciones desde que se llevó a cabo el referéndum por su especial complejidad:
Factura comunitaria
Se trata del monto económico que la Unión Europea exige al Reino Unido como compensación.
Migrantes europeos
Durante las reuniones se ha tratado especialmente los derechos tanto de ciudadanos europeos residentes en Reino Unido, como de los ciudadanos británicos residentes en otros países de la UE.
Johnson mantiene su lucha por tener un mayor control sobre la inmigración e imponer sus propias normativas.
Frontera irlandesa
Otro de los puntos calientes ha sido llegar a un acuerdo sobre el estatus que a partir de ahora tendrá la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Hasta ahora separaba dos países miembros entre los cuales había plena libertad de circulación de personas, bienes y servicios, pero a partir de ahora separará a la Unión Europea de un país extranjero.
La solución intermedia adoptada consiste en mantener una frontera blanda entre ambas naciones y endurecer los controles entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña.
¿La única o la primera retirada?
El referéndum entre el pueblo británico celebrado en 2016 abrió una serie de interrogantes que se han ido respondiendo a lo largo de estos últimos años.
Se trataba de la primera vez que un país miembro del organismo supranacional solicitaba la retirada. Hasta ahora estaban previstos los mecanismos para la incorporación, pero no para el abandono. Se contemplaba como un camino de un solo sentido, sin marcha atrás.
Pero la experiencia británica ha demostrado que no era así. Cierto es que el Reino Unido tiene una serie de especificidades que quizá hayan facilitado la resolución de este laberinto, como su diferenciada situación geográfica, el mantenimiento de su moneda soberana y los nexos internacionales a través de la Commonwealth que hacen al país menos dependiente del ente comunitario para ganar fuerza de cara a negociaciones con terceros países.
Ahora se abre la duda sobre si la de Reino Unido será la única o la primera salida, teniendo en cuenta que en el continente están ganando fuerza algunas corrientes políticas que acogen en su seno el euroescepticismo. Por un lado se encuentran aquellos que han sido muy críticos con la forma de gestionar la crisis de la UE, apostando por la austeridad y dejando en la cuneta a las clases más desfavorecidas; y por otro, los nacionalistas que critican la pérdida de soberanía e identidad de sus propias naciones.
Portal de América - Fuente: RT