por Santigo García Rúa, Aviación News
Pero ponerle nombre y apellido a través de los medios a una y pronosticar su cierre en tres meses es una irresponsabilidad -no inocente, por cierto- ya que ahuyenta a los potenciales viajeros y acelera su caída.
Quien hizo pública la “predicción” fue nada menos que un dirigente gremial de segunda línea -Secretario de Prensa- de la Unión de Personal Superior Aeronáutico (UPSA), obviamente empleado de Aerolíneas Argentinas, la aerolínea que más pierde en el país (21.800 millones de pesos en el 2018), la única que recibe subsidios desde el Estado Nacional (U$S 5.000 millones en la última década) y la única que no quiebra simplemente porque todos los argentinos, vuelen o no, firman compulsivamente un cheque al fin de cada mes.
Pronosticar la inmediata quiebra de una empresa es ayudarla a quebrar. No importa si se llama Flybondi, Avianca, Norwegian, Andes, Latam, JetSmart, Austral o Aerolíneas Argentinas.
Todas significan trabajo y en todas hay trabajadores.
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